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domingo, 24 de abril de 2016

Medio Pochoco para dos

Llueve mientras inicio estas líneas al anochecer del domingo. Pero anoche, en la noche del sábado, llovía mucho más fuerte.
Hoy en la mañana se abrió un claro de ausencia de lluvia, que solo yo y Pancho Balart aprovechamos para arrancarnos al cerro.

Nos fuimos al Pochoco, algo que Pancho no acogió 100% pero calló en el momento de la decisión. Al bajar, algún daño sintió en una de sus rodillas, en algún trastabilleo, producto de lo empinado y estropeada de la ruta. Ahí me dijo, "con razón que no me gusta venir al Pochoco".
Veremos como sigue, en los días que siguen,

Pancho
Llegamos al Pochoco, tipo 9am y no había absolutamente ningún auto. Éramos los primeros, éramos los únicos.
Y subimos un rato así. Hasta que nos pasó un tipo casi al trote en ascenso. Yo lo ubicaba, de los tiempos en que solo venía al Pochoco.

Gabriel
Habíamos acordado con Pancho hacer un medio Pochoco, en vista del día y de que iba a almorzar a mi casa Tomás Izquierdo, con toda su familia.
Cuando íbamos llegando al Mirador, del medio Pococho, pasó este tipo, todo mojado, bajando. Llueve arriba, que estás todo mojado, le pregunté. No, me dice; es el agua de las hojas que paso a llevar y la transpiración. Iba con pantalones cortos y una especie de corta viento.

En el Mirador, donde la vista y el aire eran privilegiados, me comí tres mandarinas aportadas por Pancho. Conversamos, como habíamos conversado todo el tiempo, incluso dentro del auto mientras esperábamos a ver si algún otro llegaba.
Pancho
Que bien se está en el cerro, le dije a Pancho en un momento. Si, me dijo. La semana pasada, en que por lluvia no vine, al día siguiente sentía que algo me faltaba. Me duró como lunes y martes, me dijo.
El cerro no es un deporte para nosotros; es una necesidad del alma, a esta altura.

El aire estaba limpio como pocas veces. Incluso tenía esos aromas que tiene la naturaleza después de las lluvias. Y por el suelo, miles de pequeños brotes del pasto nuevo, que emerge, gracias a las lluvias, ansioso del sol para prosperar.

el pasto que viene
El Pochoco es exigente y por eso, medio Pochoco igual es un buen ejercicio. En mi auto ya, me miré al espejo y vi esos tonos colorados que me asoman en la cara, cuando he hecho un buen ejercicio.

Saludos a los que no vinieron y especialmente a los que prometieron venir y arrugaron a último momento, como mi hija Andrea y la Alejandra Cambiaso, que anda por Santiago.

domingo, 10 de abril de 2016

Seis a las Varas por la canaleta

Ya empieza a hacer más frío. Llego el primero y me quedo adentro del auto. Luego llega Dirk con su auto nuevo y me cambio a su auto. Cada persona que llegó después se introdujo al auto de Dirk, hasta que decidimos partir. Apreciamos su auto nuevo.
Llegó Pancho, Víctor y la Anne Marie.
Cuando ya íbamos partiendo, todos juntos en el auto de Dirk con destino Las Varas, llega Francisco Toyos. Víctor se cambió a su auto, así que nos fuimos en dos autos.

Pancho, comenzando a bajar por la orilla del canal
Pasamos a pagar y luego nos fuimos a confirmar que el agua caída esta semana no alcanzó a agregar nada de agua a tranque. Sigue, se podría decir, completamente vacío.

Dirk, Víctor, Anne Marie y Francisco Toyos
Por alguna razón que Pancho no entendía, nos enfrascamos en una conversación-discusión acerca de temas políticos. Habían posiciones que sostenían que la corrupción o captura de los políticos por parte de los empresarios o colusión, era algo grave y nuevo, o era algo que siempre había pasado y todos sabían de ello. Nada nuevo.
Los puntos de vista fueron irreconciliables y las posturas diversas no cambiaron sus posturas. Algo habitual en temas políticos; curioso.

Anne Marie
Llegamos mas bien rápido al canal donde sentados en su borde, comimos los abundantes alimentos que varios llevaron.
Apreciamos la vista de la cordillera al frente y el Plomo en todo su esplendor.
Día fresco, agradable, de nubes altas y como una delgada neblina de altura.

me quedé rezagado
Bajamos por la orilla del canal, disfrutando de la música del ruido del agua.
En un punto, Pancho propuso una variante: tomar un camino de bicicletas que se descolgaba cerro abajo, Eso hicimos y al final de cuentas llegamos pasadas las 12 a los autos; muy temprano.

allá van
La verdad llegamos separados justamente según como habíamos llegado en los autos, y el grupo del auto del Toyo se quedaron más atrás. Nosotros partimos igual, sin esperarlos. Igual llegaron donde estaban los autos, donde aprovechamos de despedirnos todos.

lunes, 4 de abril de 2016

Perdidos en el Huinganal

Ayer llegué al punto de encuentro y solo estaba Pancho, durmiendo, o dormitando.
Al bajarme vi que llegaban Eugenio y la Isabel. Después llegó Víctor y luego Dirk.
Y nos fuimos pal lado de las caballerizas, también llamado el Huinganal.
Dejamos la mayoría de los autos en el Líder y seguimos en la Van de Víctor.

mapas en la ruta
Pancho quería innovar; estaba empecinado. Y entramos, estero arriba, por una puerta cerrada, que decía No Entrar. Qué tal ?
Era un sendero estrecho entre matorrales y arbustos grandes. Era una bonita ruta.

Eugenio, Víctor, Dirk, Gabriel y Pancho
En una bifurcación optamos hacia la derecha y tomamos rumbo hacia el cerro de los ciclistas. Nos cruzaríamos con muchos ciclistas ese día. Tipos algunos que pasan soplados cerro abajo y los seguimos con la mirada, esperando quizás el momento que se saquen la cresta, cosa que nunca ocurrió.

la Isabel y Dirk punteando
Partimos con un día nuboso, de nubes bajas. Pero al llegar a destino se nos abrió con un hermoso cielo azul y un sol tibio, que calentaba exquisitamente. Se nota que ya entramos a otra temporada y en verano se fue.
A media mañana, avanzando mucho hacia el este, volvió a nublarse, con niebla de esa que se arrastra por las lomas de los cerros.
En una detención volvimos a sacar nuestros abrigos, chalecos y polars, pues el frío pegaba.

Isabel y Eugenio
Nos topamos en un punto con una araña pollito que justo intentaba cruzar la ruta por la que íbamos, y nos confrontó con sus patas delanteras elevadas amenazántemente.
Le sacamos varias fotos y la tocamos con una rama de pasto a ver como reaccionaba.
Mas adelante vimos otra araña más grande, que no había alcanzado a cruzar el sendero y un ciclista la había partido en dos.

sacándose los pinchos
Nos cruzamos con un grupo de a caballo, gente mayor relajada guatoncita bien vestida. La dama que iba me preguntó, que es de tu hermano Jorge y la Consuelo ? Me sorprendió y después discutíamos con Víctor si era o no la señora de Agustín Edwards, que sabemos tiene unas caballerizas por ahí.

ascenso en fila india
Llegamos al punto de retorno, que era un cruce con letreros y asiento de madera, bien hecho. Nos sentamos, descansamos y comimos.
Por ahí en la conversación salió nuevamente la Natalia Valdebenito, de la que aprovecho de dejar un link.
Se conversa harto, la verdad, en este grupo. Y los temas quedan en el olvido. Solo que el grupo se afiata, se cohesiona. Buena cosa.

de que ríen de buena gana estos gallos ?
Avanzábamos medio plano y empezaron a parecer casas al lado; obras civiles de poblaciones de buenas casas en construcción.
Dónde estábamos ? Perdidos, sin duda.
En un punto Dirk y Víctor arremeten cerro arriba y yo pienso, no, no es por ahí y le digo a Pancho, voy a ir a mirar para allá y tomo otro rumbo. Y me separo del grupo.

a pesar de tanta señalética, nos perdimos
Después de más rato del esperable, llego a la autopista de ciclistas y les pregunto, pues me responde a todo dar bajando, que efectivamente en la dirección que llevaban estaba la salida donde comienza en camino de tierra. Lejos de donde dejamos los autos.
Yo sigo transversal, otro buen tramo y llego finalmente al camino, pero entre este y yo se interpone una reja alta, con alambre púas arriba, dura, de muy buena calidad; cara.
A esa altura empiezo a buscar pasada hacia abajo y no la encuentro. Estoy atrapado al interior de una propiedad privada bien guardada. Me asusto un poco, especialmente cuando me acero a una casa de donde salen los perros ladrando.

Dirk y la Isabel
Rodeo esa casa y finalmente llego justamente donde comienza el camino de tierra, lejos de los autos, Llamo a Pancho y ellos siguen andando. Son las 2 de la tarde. Aviso a la casa que llegaré tarde.
Un buen rato después, viene la Van de Víctor con todo el grupo adentro.
Me recogen y a casa.