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lunes, 23 de abril de 2018

Sigue el estudio de los moscos en Las Varas

Solo dos llegamos al punto de encuentro, a las 8:30; Pancho y yo, Gabriel.

Quiero ir a ver a mis moscos, le dije a Pancho, a las Varas. Listo; y para allá partimos en su auto.

Llegamos y los estacionamientos estaban algo completos. Justo llegamos con la cobradora, así que pagamos altiro y le dimos.
Flojos nos sentíamos en la largada. Quizás porque ambos habíamos estado la noche anterior en matrimonios, o por la falta de compañía y en particular de la femenina, que concluimos, siempre nos activa un delta más.

Pancho en la zona de posibles escaladas
La conversación de dos buenos amigos nos acompañó, especialmente hasta la llegada a nuestra cumbre del día, la canaleta antes de empezar a bajar.

Mucho ciclista, tanto en la primera parte, después que llegamos al tranque de término de la canaleta, como cuando estábamos sentados antes de bajar. Muchos.

el plateado del agua me llamó la atención
Día despejado, de temperatura más fresca que en verano y con una brisa suave, especialmente cuando bajábamos.

Un bello cóndor nos sobrevoló cuando comíamos las naranjas de Pancho y mis almendras tostadas.

Pancho en el descanso
No encontramos un piño de moscos como la vez anterior. Pero sí un grupo menos compacto, donde nos instalamos a mirarlos con Pancho.
Ningún movimiento de esos que buscábamos pasaba, hasta que algo dije y como que todos brincaron al unísono.
Aaa dije, en la dirección de los moscos. Y saltaron, todos dieron un brinco al unísono. Eee, misma cosa. Iii, lo mismo. Bbb, también.
Y todos daban el brinco espacial al llegarles el sonido. Parecía la vibración de un parlante cuando los sonidos suenan.
Estos tipos no son sordos, le digo a Pancho. Ese fue nuestro aprendizaje de ese día, en relación a este estudio que le estamos haciendo a los moscos que sobrevuelan la canaleta.

Gabriel
Cansaditos llegamos al auto y nos fuimos satisfechos de haber venido a estos parajes, hecho ejercicio y sostenido buenas conversaciones.

miércoles, 18 de abril de 2018

Domingo 15 de Abril

Iniciándose el otoño la vegetación llora sin lágrimas por una lluvia que al fin refresque este largo
verano que nos recuerda que el cambio climático no es cuento del tío.

Consuelo y Soledad
Llegamos Pancho, la Consuelo y yo Soledad, que decidimos partir a la travesía de las caballerizas
subiendo por la ruta difícil, solo nos topamos con un caminante en el ascenso, ¿será que los
ahuyenta el calor? ¿Será que trasnochan y suben más tarde? Esta parece ser una respuesta
correcta pues al bajar nos encontramos con varios ciclistas raudos y avezados.

Quintral
En los descansos siguen molestando las chaquetas amarillas, los cactus quiscos con el tradicional
quintral florido han dado paso al fruto del quintral, pequeño, redondo, rosado casi transparente,
parecen globitos, comestibles que saben a tuna, este parásito no tiene hojas, solo flores y frutas y
sus “ramas” están dentro del quisco, por eso lentamente lo van embelleciendo, pero a la vez
debilitando hasta secarlo. Las flores también son comestibles, podrían recolectarse para adornar
ensaladas y de paso evitar que los pájaros sigan propagando este parásito.

En el portezuelo, un pajarito que salía al paso por primera vez, nos hizo perder el rumbo cual
caperucita, se trataba de una bandurrilla, rápida y esquiva y no alcanzamos a fotografiar, por eso
pego una de Internet….

Consuelo nos cuenta de la exposición de grandes esculturas del holandés Theo Jansenalgoritmos
al viento” que se exponen en Cerrillos, lástima que por poco viento, el desplazamiento se
recomienda verlo en Internet o en videos que se exhiben.

Al bajar nos encontramos con una caravana de jinetes, 42 caballos seguidos por 3 mulas cargadas
de víveres, supusimos que con suficiente carne y vino para un asado. Nosotros los miramos de
lejos y seguimos a nuestros almuerzos familiares, dando un rodeo por los nuevos barrios de La
Dehesa.

Consuelo y Pancho
(texto de Soledad Tagle; las fotos son de Pancho Balart)

domingo, 1 de abril de 2018

Moscos juegan con nosotros en las Varas

Esperaba en el punto de encuentro, abierto a la posibilidad de que no llegara nadie, por ser fin de semana largo, por semana santa.
De repente miro para atrás y hay un auto. Nos bajamos al mismo tiempo y era la Soledad Tagle; tiempo que no la veía.
Al poco rato llega Pancho, para mi sorpresa, pues me había dicho que se iba para la playa. Bueno, fue, pero se volvieron ayer, para venir al cerro. Que tal ?

Pancho y la Soledad
Cuento que tengo un magno evento al almuerzo en mi casa, toda mi familia se reúne, completa, incluidos los de Puerto Varas. Y debo pasar a buscar, después del cerro, a mi suegra. No se me puede olvidar.

Bueno, las Varas es la mejor solución, concluimos. Y para allá partimos en mi chiche nuevo.
Aun no llegaba la cobradora, así que pasamos de largo, camino al tranque donde termina la canaleta.

buena vista; el Plomo desapareció en el contraluz
Vamos en animada conversa. La Soledad estuvo por Nueva Zelanda y Australia, con dos de sus hijos. Nos contó por menores. Disfrutó, mucho. Su marido atendía por estas tierras asuntos de cosechas.
Recordamos que mandó una foto de una subida de cerros por allá (al final de este posteo está).

Compartimos impresiones de la estupenda serie Merlí que tanto la Soledad como yo vemos en Netflix.

parásito o partner decorativo ?
Hay un momento, en que figuramos los tres quietos, mirando un piño de moscos, sobre el canal, con el sol iluminándolos y una zona sombría detrás para poder verlos con claridad. Volaban todos en el mismo lugar, dando vueltas aleatorias, cada uno por su cuenta. Cuando de repente, todos al mismo tiempo hacen como un mismo paso de baile: siete centímetros hacia arriba y tres para abajo. Guau ! cómo se coordinan ? Lo hacen cada cierto rato, sin previo aviso. Cómo lo hacen ? nosotros asombrados, admirando la escena, la maravilla. Pancho piensa que puede ser un viento. No, le digo. Pienso más bien, que nuestra manera de ver occidental de todo compartimentalizado, los ve como un grupo de individualidades. Imagínate que son una unidad, un organismo, que al vernos viéndolos, se divierten haciéndonos esos pasos de bailes, conectando con nosotros.
Una maravilla, asombrosa.

pasando la parte difícil
Les cuento que deben ver la carrera Volvo Ocean Race, que está ocurriendo en este momento, de veleros oceánicos de distintas nacionalidades. Acaban de pasar por el Cabo de Hornos y se dirigen a un punto de Brasil. Han tenido algunos tropiezos, como rotura de velas y mástiles, en las zonas de tempestades del pacífico sur. Y a un barco se le fue hombre al agua y no fueron capaces de recuperarlo después de horas de búsqueda. Simplemente desapareció en el mar.
Vale la pena seguirlo por el sitio web del que dejé link más arriba.

Parada en una sombra cerca de la canaleta, a descansar y comer algunas almendras y naranjas, tanto de Pancho como de la Soledad. A las 11:30 las emprendimos para abajo.

gente acampando en el tranque; incluso los vimos bañándose
En una hora estábamos en el auto, después de haber recorrido casi nueve kilómetros, según indicadores del celular de Pancho.

Tarea cumplida. Ejercicio realizado, en contacto con la naturaleza y en muy buena compañía. Y de vuelta a casa.