Páginas

domingo, 22 de diciembre de 2019

Por el cajón de Antawaya un 22 de diciembre

Ya pensaba que no iba a llegar nadie y llega Pancho. Y no llega nadie más.
Le digo que hay pronóstico de 35° así que vayamos a alguna parte donde haya agua para bañarnos.

Y partimos, en mi auto, hacia la Ermita, con la idea, mía, de entrar caminando por Antawaya, dejando el auto ahí a la entrada.

zona de domos
El acceso está en otra parte; Pancho dijo haber visto un cartel. Yo me estacioné donde antes estaba la entrada, hoy inexistente; aunque igual había una huella, poco transitada, de entrada.
Por ahí nos fuimos caminando.

Llegamos al río, que a pesar de la poca agua que trae, nos dio alguna dificultad, por el miedo de Pancho de volver a lesionarse, pues anda con una lesión, a la que igual pesca poco.

el río
Pasamos los domos de Antawaya y nos encontramos más adentro con otros domos, que nos parecieron más bien de gente que vivía ahí. El camino de tierra que va para adentro se ve bastante traficado.

Pasamos una zona en que hay bajadas de agua, varias, que vienen de cerro arriba. Un huaso con el que nos cruzamos nos dijo que habían como tres o cuatro vertientes que brotaban de la nada cerro arriba. Por eso tanto verdor en esa zona.

Y finalmente llegamos a la zona, también de mucho verdor, donde se encuentran los dos y mas, álamos. Recordamos una mesa, que apenas se ve, donde en veces anteriores habíamos parado a comer.

Pancho
Un poco más adelante, encontramos una vía no tan fácil de acceso al río. Ahí, yo me saqué la ropa y me metí al agua. Estaba tan helada que entré y salí algunas veces tirándome agua al cuerpo para refrescarme. Fue exquisito.
Pancho miraba sentado.
Ahí nos comimos nuestras viandas.

Como a 5 para las 12, emprendimos camino de vuelta.
Según Pancho había sido una larga caminata. Al final su cuenta kms del celular le dijo que habíamos andado hasta el auto 11,6 kms.

Pancho pasando una de las bajadas de agua
Una fuerte brisa, que en un momento le sacó el gorro de la cabeza y casi se va cerro abajo, fue una frescura que sin ella, la cosa habría sido distinta.

Cuando llegamos al portón de acceso a todo este cajón, a la ida tuve que llamar a mi amigo Juan Carlos Obrador, que es dueño de parte de Antawaya para lograr que nos dejaran entrar. Y a la vuelta, el portón figuraba cerrado con un enorme candado y nadie por ahí.
Había un tipo regando, en la casa de al lado, que me dijo que los que cuidan el acceso, estaban en hora de colación y volvían a las dos.
No estábamos dispuestos a esa espera, así que me metí a la casa y golpié todas las puertas y ventanas, hasta que salió el hombre de color, que indicando que estaba en colación, fue y nos abrió la puerta.

pasando el río al final
Dejé a Pancho en su auto y un poco más abajo por Las Condes, la cagada, con miles de ciclistas que tenían copada la vía de subida y completamente detenida la de descenso. Después de un buen rato logré salir por una calle lateral y por Las Hualtatas seguir a casa.

Bueno, un paseo por un lindo paraje, por la orilla de un rico río, con un par de traspiés.

domingo, 15 de diciembre de 2019

Las Varas (Domingo 15 de diciembre)

Ese domingo en la bomba de bencina nos encontramos Soledad, Pancho, Eugenio, Annemarie y Francisco, quien escribe. Estábamos allí, conversando de temas varios cuando aparece Cesar Masihy, que resultó ser el primero en llegar y que estaba esperando sentado al interior de la bomba. Seriamos los 6 que compartiríamos un grato domingo de cerros.

La eterna discusión para seleccionar destino. Necesitábamos regresar temprano porque Annemarie tenia invitados a sus padres a almorzar y debía preparar el almuerzo. Los finalistas eran Manquehue por la Dehesa y Las Caballerizas, pero al igual que en la hípica la opción Las Varas se metió por los palos y ganó. El motivo de ese renacer de Las Varas quizás fue el constatar que teníamos disponible el Vehículo Corporativo y esa opción era la única que nos permitía aprovechar dicha movilidad.

Soledad, Pancho, Francisco, Annemarie, Eugenio y Cesar al volante
Estacionamos bajo la malla de Kiwi y no se discutió por donde caminar. Pancho tomo la delantera y guió al grupo. Para Annemarie y para mi el destino fue claro, el mismo que habíamos hecho los tres el 24 de noviembre (relato adjunto).

Pasamos junto al tranque que estaba totalmente seco y probablemente calcinara el plástico expuesto todos los días, todo el día, al sol. La conversación paso por múltiples temas hasta que llegamos tipo 11 AM a nuestra cumbre, más arriba de la canaleta en un filo donde mirábamos hacia el Puente Ñilhue y un cóndor sobrevolaba sobre nuestras cabezas.

bajando, recibiendo los encargos de casa
Cesar, muy producido, extrajo de su mochila diferentes productos donde se destaca un queso redondo a las finas hierbas que fue devorado por los presentes. Chocolate, guindas, naranjas, salame, jengibre confitado, frutos secos y stollen fueron otros ingredientes que se compartieron.

La bajada fue por la misma ruta para tomar el Vehículo Corporativo, detenernos a pagar a “la señora” y finalmente llegar a donde teníamos estacionados los autos poco después de la 1:00. En ese lugar recibí con alegría un canto de Cumpleaños Feliz ya que había estado de cumpleaños el día anterior. Gracias...

(texto de Francisco Toyos)

domingo, 8 de diciembre de 2019

Las Caballerizas (Domingo 8 de diciembre)

Este domingo al llegar a la bomba de bencina estaba estacionado el auto de Víctor. Llegamos un tanto tarde por lo que era muy probable que nadie más llegara y fue lo que sucedió. A donde vamos…. A las caballerizas fue la respuesta simultanea de los tres presentes. Nos fuimos en dos autos, ya que no justificaba volver hasta Las Condes al regreso.

subiendo
No habían muchos autos, por lo tanto pudimos estacionar al final del camino en la sombra. Optamos por subir hacia la izquierda y realizamos el circuito completo retornando por la quebrada.

Víctor y Annemarie
El día era caluroso, pero corría viento. Fue una subida muy agradable con grata conversación. Mucho se toco el tema de las AFP’s, dada la expertice de Víctor en el tema y la obsesión de Francisco (yo) en el mismo.

en la mesa con banquetas
Hicimos la tradicional parada en la mesa, esta vez sin naranjas ni mandarinas. Se extraño al resto del grupo, no por la falta de naranjas, sino por la falta de su compañía.

flores de cactus
Al llegar al portezuelo descubrimos una especie de altar, lugar de descanso o mirador que alguien construyó con mucho esmero, con piedras y cemento. Pueden verlo en la foto adjunta. Después de estar un rato allí retornamos llegando a los autos cerca de las 13:00 hrs.

(texto de Francisco Toyos)

domingo, 1 de diciembre de 2019

Un Potrerito reseco en esta época del año

Cuando llego al punto de encuentro ya estaban ahí, Pancho y Eugenio Lagos. Propongo café y partimos a la cafetería.
De dietas estuvimos hablando en la cafetería, recuerdo.

Eugenio propone ir a Potrerito, adonde hacía pero mucho tiempo que no íbamos, así que para allá partimos en el auto de Eugenio.
Nos llamó la atención que en toda la zona y bastante antes, habían instalado un cerco entre el camino y la entrada a los cerros.

Gabriel, Eugenio y Pancho
Al estacionarnos tuvimos que abrirnos paso entre la alambrada de púas para pasar al otro lado.

Todo muy reseco, nos llamó la atención. Y a nivel de piso, muy poco pasto y seco. Arriba en el potrerito mismo, nada; una que otra matita, algunas de ellas con un florcita blanca.

En la ruta descansamos en dos sombras de arboles de la misma especie. En la segunda yo vi un pastito bordeando una roca y me lo quedé mirando, reseco. Saqué mi cantimplora de agua de la llave y le compartí parte de mi suministro, a las plantitas. A la vuelta volví a parar donde mismo y otro poco les aporté.

Propongo que en estos tiempos, llevemos doble porción de agua al cerro: una para ti y otra para algunas plantitas del cerro.

ves el agüita que corre ahí abajo ?
Solo decir que el tema de la contingencia, que en estos tiempos es tema obligado, terminó en frases como "la realidad que cada uno configura, es una opción propia, de acurdo a las propias afinidades y miedos". "La realidad no existe y es creación propia de cada persona". La craquelación de la realidad, que la empieza Maturana de acuerdo a mis indagaciones, se completa en la Física Cuántica, con el comportamiento de la materia cuando hay o no agentes conscientes presentes.

ya cerca del auto
Después de llegar al plano de arriba, al potrerito, nos dirigimos hacia la derecha, donde esperábamos encontrar agua, en el estero ese que baja por la quebrada. Y pues, había agua y junto a ella y a la sombra de los arboles, nos instalamos, declarando ese punto, como nuestra cumbre, escuchando todo el tiempo la maravillosa música del agua que corre.

Después de un buen rato, por lo exquisito del lugar, iniciamos nuestro retorno.
Disfrutábamos de la brisa que corría en los cerros y de las vistas del lugar.
Empezaron a aparecer nubes de elevada altura; no muchas.

En estos tiempos de sequía dura, aprovecho de compartir una técnica de riego por goteo bien particular, que Eugenio está usando en su casa de la costa. Puedes verla aquí.

un alto en el camino
Llegamos al auto tipo 10 para la una. Me di cuenta de ello pues tenia in mente irnos al río y bañarnos. No había tiempo.
Llamé a la Andrea y le dije que llegaría un poco más tarde, en vista que debía pasar a comprar los pollos asados, que serían nuestro almuerzo familiar.
Le dije a Eugenio que decía la Andrea que se apurara. Y lo tomó al pie de la letra.

Después de pasar una barrera que nos mantuvo detenidos más de cinco minutos, por máquinas trabajando en el camino, Eugenio arrancó y nos hizo recordar que en su juventud había corrido en auto. Yo al menos, me fui calladito, para no distraer a Eugenio, que manejó bastante rápido de vuelta a casa.
Y llegamos sanos y salvo.

Datos; películas recomendadas de Netflix:
Klaus
La belleza de la vida
El irlandes

domingo, 24 de noviembre de 2019

Las Varas (Domingo 24 de noviembre)

Ese domingo también llegamos un tanto tarde a la bomba de bencina y estaba solo el auto de Pancho, quien dormitaba frente al manubrio y probablemente ya planeaba el regreso a la cama. Desgraciadamente para el, llegamos, por lo que el plan volvió a la normalidad. El destino fue las Varas, estacionando en la malla de Kiwi

Pancho, Annemarie y Francisco
Subimos al tranque y optamos por seguir derecho por el camino. Bastante más allá el camino se separa en dos, uno que continua manteniendo el nivel y otro que sube por la quebrada. Tomamos el camino de subida y después de un buen rato llegamos a la canaleta, lugar que yo pensé seria la cumbre del día.

Pancho y Annemarie
Pero no fue así. Pancho estaba muy energético y propuso seguir subiendo esta vez hacia el oriente remontando hasta el filo. Llegamos a un punto donde se ve la zona del Puente Ñilhue y es el lugar donde va la ruta hacia el Alto del Naranjo que conocíamos hace años como la ruta del Sr Olmo.

encuentro con otro grupo
En ese punto nos encontramos con un numeroso grupo de personas, que habían hecho la misma ruta nuestra. Intercambiamos unas palabras con ese grupo de Subecerros que dijeron llamarse “Los Intrépidos”, les sacamos fotos a ellos y ellos nos sacaron fotos a nosotros. Partieron de regreso mientras nosotros nos sentamos para disfrutar nuestra cumbre.

descanso de cumbre
La bajada fue por la misma ruta. Un poco más abajo de la acequia encontramos a una vaca famélica y muerta de sed, que acepto agua que le dimos en un recipiente. Completamos la bajada llegando temprano hasta el auto que por estar bajo la malla de kiwi tenia una temperatura agradable.

(texto de Francisco Toyos)

canaleta

lunes, 18 de noviembre de 2019

Morro Guayacán por Las Varas

Escribe César Masihy

Luego de varios años de ausencia vuelvo a participar de una salida junto a este agradable grupo. Estamos todos casi iguales  :)  Fue un agrado reencontrarme con los antiguos compañeros de ruta y recordar tantas jornadas similares en las que compartimos buenas conversaciones y ricas meriendas en la naturaleza. Fue un lindo reencuentro con los antiguos compañeros y amigos de cerro que llegaron ayer: Gabriel Bunster, Pancho Balart, Francisco Toyos y Anne. También llegaron Soledad y Víctor a quienes no había tenido el placer de conocer.
Luego de tomarnos un cafecito en la bomba, partimos rumbo al Morro Guayacán. Los invité a ir en mi auto y partimos todos juntos en la Grand Carnival a la que luego quisieron bautizar como vehículo corporativo  :)

La de ayer parecía naturaleza muerta y no me refiero al género pictórico sino más bien a la real mortandad de arbustos, árboles y seguramente no poca fauna producto de la dura sequía que estamos viviendo. Ver todo tan seco da pena y preocupa.

Al llegar a la cumbre nos encontramos con unos bikers bien pro, que luego de pedirnos que les tomáramos una foto, conversando les dijimos que nosotros solíamos subir cerros. Les indicamos la sierra de Ramón y les comentamos con cierto orgullo que la habíamos recorrido completa tras lo cual nos dijeron que ellos habían subido al San Ramón en helicóptero para descender en bicicleta todo el cerro por el largo camino hasta El Manzano !

Compartimos comida, conversamos un rato y retornamos pronto para poder llegar a una hora prudente a los almuerzos familiares.
Espero nos sigamos viendo.

En el cafecito matinal. 


Todos en la van rumbo a la hacienda Las Varas

Soledad y César

Los primeros en llegar

Los intrépidos bikers en la cumbre.

Francisco, Anne, Pancho, Víctor, Gabriel y Soledad

lunes, 11 de noviembre de 2019

Caminata por el camino de las torres por Las Varas

Llego al punto de encuentro y ahí estaba Pancho, sentado, adormilado, en su auto. Vamos a tomarnos un café ahí adentro, le digo.
Llegué a las 8, me dice; me equivoqué. Hacía tanto que no venía, que se le había olvidado la hora de encuentro.

Gabriel y Pancho
Me siento con una bandeja con una promoción que consistía en un cortado, un jugo de naranja y dos medias lunas; todo por $ 1990.
Aparece un viejo, muy bien vestido, claramente aproblemado y nos pide una ayuda. Yo le paso una de mis media lunas y el saldo de mi jugo, con como un tercio del vaso lleno. Y sigue a pedirle a un tipo que estaba sentado en una mesa detrás de Pancho, que le da plata y además le ofrece un pucho; que a mi me pareció, que él le pedía un pucho al vagabundo. Y le hice un comentario a distancia, que el devolvió con un gesto amistoso.
El hombre se sienta en una mesa más allá y se pone a comer concentradamente, lo que le había pasado. El tipo que estaba detrás de Pancho, se para y se va a sentar con él, intentando conversar con el hombre, me pareció que sin mucho éxito.
Después le comentaría a Pancho, de lo notable de las interacciones que se están produciendo en cafés como ese, quizás por todo lo que está pasando.

tranque prácticamente vacío
Pancho venía medio fuera de training y algo machucado, así que optamos por irnos a Las Varas y caminar por la ruta que va entre las torres de alta tensión, aguas arriba. Y eso hicimos.
Dejamos el auto arriba, cerca del tranque, ya sin agua, bajo una malla de kiwi.

Impresionante la sequía. Arboles totalmente muertos y arboles con la mitad de las hojas secas, muertas. Y el tranque prácticamente con nada de agua; como nunca.
Este problema es quizás tan serio como la convulsión social que vivimos en estos días; la que empezó el 18 de octubre; hoy era 10 de noviembre.

vista al frente, al otro lado del río
No paramos de conversar diría yo. El tema principal, nuestras lecturas del problema social de Chile. No hay otro tema en estos días. Está todo afectado. Los tiempos de llegada y de ida de la gente al trabajo, es para Pancho quizás lo más notorio.

El día despejado, tirando para caluroso.

dos huasos, padre e hijo
De repente nos pasó un tipo que iba trotando y pegamos los dos un salto, pues viniendo de detrás, nos sorprendió.
Llegamos bien allá, hasta una vuelta donde nos sentamos en algo de sombra.
Y nos comimos una naranja de Pancho y yo, maní salado que llevaba.
Veíamos al frente, al otro lado del río, muchas casas en la zona por donde antes entrábamos a subir hasta la cumbre del Pochocón.

Alcanzamos a un padre con su hijo cuando descansaban en una sombra. Él de Illapel, su hijo en tercero medio. Conversamos un rato haciendo buenas migas. Nos sacaron la foto de los dos.

con gorros
Más allá nos cruzamos con unos huasos de a caballo. Iban a buscar ganado que andaba por los cerros. También conversamos con ellos su resto. Muy bien aperado el niño.

Cansaditos y satisfechos llegamos al auto.
Al pasar por la caseta, Pancho paró y dejó el depósito de rigor. La idea es no tener problemas con esa gente, me dice.
Y para la casa.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Paseo del domingo 3 de noviembre

Entre días tan convulsionados que Víctor llama “la protesta perfecta”, bien nos venía ir al cerro.
Era el último día de un fin de semana largo, llegamos Alejandra, Víctor y yo, Soledad. El cielo sin
ninguna nube, pronosticaba mucho calor por lo que elegimos la UC que se supone más sombrío, lo
que lamentablemente la sequía hace menos frondoso. Fue una mañana muy conversada. A la ida
Alejandra nos contó de su emprendimiento “noixetchocolat” en Instagram, delicias y tentaciones
de nueces, que le ha servido incluso para mejorar sus habilidades matemáticas, pues ha tenido
que aplicar la regla de 3 y el pi para calcular la circunferencia y el número de comensales de una
torta, confirmando que el aprendizaje se logra mejor sin stress, ahí en la cocina, langüeteando
manjar e ideando alfajores de nuez.

Soledad Tagle y Alejandra Cambiaso
En el resto del camino el tema fue la asesoría de Víctor en torno a nuestras jubilaciones. Una
suerte tener un compañero de cerro con ese expertice en estos momentos, dispuesto a
explicarnos con peras y manzanas los detalles, logró que reivindicáramos un poquito la fe en las
AFP.

Víctor Bunster y Alejandra
Cada vez más ciclistas, claro que descubrimos que varios tienen bicicletas que elegantemente
llaman con asistencia eléctrica, para disimular que se van a la “cochiguagua” cuesta arriba y bajan
“como las velas”. A la vuelta el tema fue la contingencia nacional, como de un día para otro
cambió Chile, despertó, destruyó, reflexionó, recapacitó, muchos verbos en pretérito que pueden
ser reemplazados por un presente sin condicional.

Víctor
Películas recomendadas: El espejo, pueblo en que los habitantes pedalean para proveer de
electricidad; Una aventura extraordinaria y Estrella en la tierra.

domingo, 27 de octubre de 2019

Santa Martina (Domingo 27 de octubre)

Llegamos y también había un solo auto, esta vez de Soledad. Esperamos y no llego nadie más. Las féminas habían decidido no recuerdo qué, las Varas o las Caballerizas. Mientras ellas conversaban y discutían esas opciones se me ocurrió que era un buen momento, ya que éramos solo tres, de ingresar a Santa Martina donde Annemarie es socia.

Francisco, Annemarie y Soledad
Al llegar a la puerta permitieron el ingreso de la socia con dos acompañantes, pero nos pidieron que fuéramos al club a registrarnos como visitas antes de comenzar la marcha. Haciendo caso a esa instrucción fuimos al edificio a la recepción. Querían registrar nuestros nombres y darnos brazaletes, cosa que nosotros encontrábamos absurdo ya que no usaríamos ninguna instalación del club, sino que cruzaríamos por el para ingresar al terreno siguiente. La conversación quedo allí, por que además de nuestros argumentos parece que tenían un problema. Quien nos atendió y fue muy amable, es una persona de apellido Evans, sobrino de mi compañero de curso Enrique “Cote” Evans.

Soledad y Fraacisco
Por lo tanto se nos permitió el ingreso sin registro, no se si gracias a nuestros argumentos o a las fallas del computador.

Fuimos en el auto en dirección al Peñón, es decir primero al occidente y luego al norte, hasta donde hay un gran centro de eventos donde estacionamos el auto. Partimos cruzando un alambre de púas y caminando al norte hacia el Peñón.

Soledad y Annemarie
Habían muchas huellas tanto de personas como de motos. Estaba todo extremadamente seco, con mucha tierra polvo. Seguimos una huella, luego otra, luego otra, en realidad habían tantas huellas que no servían, era como que no hubieran huellas.

flor roja
En algún momento nos dimos cuenta que la huella que seguíamos y que probablemente iba hacia al Peñón más adelante, era usada por múltiples motos que circulaban haciendo un ruido como tábanos que dan vuelta alrededor de tu cabeza. Por eso giramos un poco y comenzamos a subir directamente hacia arriba del cerro que teníamos a la derecha.

Annemarie y Soledad
Fue una subida donde no había huella, por lo que subimos haciéndonos paso por entremedio de mucha vegetación, seca, pero vegetación, hasta que llegamos a la cumbre, una formación de piedra espectacular donde paramos a descansar y compartir nuestros alimentos y agua.

Esta cumbre conectaba hacia el norte por un filo que iba hacia el Peñón. Nos dirigimos hacia allá por un rato y luego doblamos al oriente y comenzamos a bajar hasta que llegamos a nivel. Allí torcimos a la derecha en dirección a Santa Martina. Nos encontramos con personas que andaban a caballo.

huasos con sus perros
Cuando llegamos al auto, Annemarie le ofreció a Soledad que fuéramos a visitar una iglesia que el dueño (ex-dueño) de Santa Martina, Espir Aguad, construyó al lado de las canchas de Golf. Para allí partimos y con mucha suerte cuando llegamos encontramos a Don Espir, que a estas alturas tiene 89 años. Fue una experiencia muy particular. Abrió la iglesia, nos la mostró en detalle y nos contó una serie de historias respecto a la Virgen que se ve en el tronco. También nos contó una historia que tiene que ver con pacificación y con rozas. Yo esperaba que este post lo escribiera Soledad y estoy seguro relataría con muy bien esto “pacificación y rozas”, así que le propongo que actualice este comentario describiendo su experiencia de ese encuentro.

(texto de Francisco Toyos)

domingo, 13 de octubre de 2019

Por las Caballerizas en una seca primavera

Llego primero al punto de encuentro. Al poco rato llega la Soledad y la invito a sentarse en mi auto y escuchar una bella música clásica que escuchaba.
Estábamos a punto de irnos a los cerros, cuando llega raudo, como a 10 para las 9, Francisco Toyos, la Anne Marie y la amiga, alemana, Sabine. Esta última de paso por Chile, de visita.

Francisco, Gabriel, Sabine y Anne Marie
La Anne Marie pide hacerla corta, pues tiene compromisos que la obligan a estar a la una en su casa. Ningún problema, elige tú el destino. Las Caballerizas (Huinganal) y para allá partimos, en dos autos, dejando el mio en el Líder grande.

pavo real cortejando
Por la izquierda o por la derecha. Optamos por la derecha, por la subida empinada.

Juan Vásquez, el dueño de los pavos reales y su nieto

En la ruta, que hacia rato no recorríamos, nos encontramos con novedades. Construcciones, animales, pavos reales. Y un inquilino, dueño del ganado a la vista, en que lo que nos atrapó y detuvo un buen rato, era un pavo real macho, con todas sus bellas plumas desplegadas, que cortejaba a una indiferente hembra. De repente se metió un pavo clásico, a hacérsela difícil al pavo real. Y nosotros contemplando este espectáculo.
De ahí que nos instalamos a conversar con Juan Vásquez, el inquilino, que nos dijo que los campos en que estábamos, eran de un señor Ossandon, para el que él trabajaba.

en la mesa de cumbre; atrás la virgen
Seguimos cerro arriba, dudando de cuanto avanzaríamos, en linea con el pedido de Anne Marie de estar a la una en su casa. Propuse parar a las 11, hacer el alto de cumbre y volvernos por donde mismo veníamos.
Pero no fue así. Mas impulsaron el dar la vuelta completa, con escala en la mesa con bancas, cosa que al final hicimos.
Y dimos la vuelta completa, bajando por el otro lado.

Anne Marie y Sabine
Bastantes ciclistas y caminantes nos encontramos. El día estaba nublado, con bastante luminosidad.
El suelo seco, los arboles resecos, poco pasto verde en el suelo. La sequía es un dato. Juan nos dijo que en estos cerros había animales que morían de hambre. Mal. Dicen que mañana lunes lloverá; ojalá.

la Soledad oliendo el aroma de las flores
Al pararnos de la mesa de cumbre, la Anne Marie y sus acompañantes, se despidieron de nosotros y se alejaron apurados. Yo seguí con la Soledad, a ritmo normal.
Llegamos al auto tipo 13:30.
Hicimos el circuito normal, cosa que en un momento pensamos no haríamos. Buena cosa. Igual quedamos cansaditos.

lunes, 30 de septiembre de 2019

Por una variante de Las Varas este domingo 29

Ayer domingo, fuimos solo dos los que llegamos al punto de encuentro: Soledad Tagle y yo, Gabriel.

Tengo poco tiempo, le digo, pues va toda mi familia a almorzar a mi casa y debo comprar los pollos y las papas fritas que almorzaremos.
Conforme. Y nos encaminamos a Las Varas.

Estacionamos el auto en el techito de malla para kiwis y las emprendimos hacia el tranque más cercano.

Soledad descansando en una buena sombra
Que impresionante, casi no hay agua en el tranque. Nunca lo habíamos visto tan seco.
Y de ahí para arriba fuimos viendo como había muchos arbustos secos completamente y otros, que se dejan morir unas ramas y resisten con otras, para pasar el chaparrón.
Si no llueve luego, o en un plazo x, esto será todo desierto, pensé.

Dos personas, en una arrancada a los cerros, estarán muchas horas juntos. Ello abre espacio de conversación, que en otras circunstancias, no existiría. Un deleite, que se dio con la Soledad y no se si daría con cualquiera. Es posible.

Como a las 11:30 partimos de vuelta de esa sombra, al lado de la canaleta, hasta adonde alcanzamos a llegar.
Ojo, que cuando estábamos junto al tranque, dijimos, nos encaramamos cerro arriba o hacemos en vez un paseo más amable, cosa por la que optamos y seguimos por la calle de las torres de alta tensión.
Igual ello nos llevó hasta la canaleta, aguas más arriba, así que fue en definitiva un Las Varas normal.

con el perro que nos acompañó
En el camino se me ocurrió invitar a mi madre, alojada en un Hogar, a que la pasara a buscar para almorzar con toda mi familia, cosa que aceptó gustosa y fue un acierto.

Bueno, un gusto como siempre, caminar por los cerros, en buena compañía, con buena conversación.