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viernes, 26 de julio de 2019

Un fin de semana diferente

El pronostico del tiempo decía que a las 4 am iba a comenzar a llover torrencialmente y la lluvia duraría hasta primeras horas de la tarde.

Francisco y Anne Marie
Al despertar no caían gotas, el suelo alrededor de la casa estaba mojado, pero bastante seco, nada que ver con una madrugada de fuertes lluvias.
La deducción es que el pronostico se "chingó" y el día era apto para los cerros (a pesar que al partir en el auto se ve que cae un poco de agua).

Alejandra
Al llegar a la bomba de bencina inicialmente no se ve ningún auto conocido, pero de repente vemos a la Alejandra haciendo señas desde el interior de su bólido.
Nos paramos a conversar y decidir el destino. El Pochoco.

en la cumbre del Pochoco
Los tres partimos en mi auto hasta el estacionamiento del Pochoco, donde habían solo tres o cuatro autos, la misma cantidad que encontramos a medio día al volver. Poca o nada de concurrencia, algo no habitual, parece que todos le creyeron al hombre del tiempo.

quien habrá sacado esta foto ?
La subida fue muy grata, con mucha conversación sobre temas varios y sobre "cómo estamos". Ni una gota de agua.

Alejandra, Francisco y Anne Marie
En la cumbre nos sentamos mirando hacia "El Plomo" pero en realidad solo veíamos un poco del Pochocón y nubes. Tomamos frutos secos y la Ale llevo múltiples sándwich. Faltaron las tradicionales naranjas. Allí las nubes jugueteaban abriéndose y cerrándose y en algunos minutos botando algunos granitos de agua congelada.

en medio de la neblina
La bajada la realizamos lentamente, sin lluvia... y solo en la parte final nos comenzó a llover tímidamente, por lo que llegamos al auto con las parkas cubiertas de agua.
Valió la pena el riesgo que corrimos, por que no es grato caminar con lluvia y quedar mojados como patos.
Fue un excelente paseo.

(texto de Francisco Toyos, que andaba junto a la Anne Marie)

domingo, 14 de julio de 2019

Domingo 13 de julio

Recojo a la Soledad en la esquina de Martín de Zamora con Vespucio. Llegamos y ahí estaba Pancho. Habíamos comido juntos, la noche anterior donde la Isabel y Eugenio; además estaban Martín Wielandt y la Francisca.
Nos fuimos a la cafetería y con Pancho nos pedimos sendos cafés. Mientras los esperábamos, llegó Víctor.
Mucha gente con destino a la nieve. Ello nos impulsaría, sentados en la mesa, a dirigirnos a las Caballerizas, a Huinganal.

Víctor. Pancho y la Soledad
Dejamos los autos en el Líder y seguimos en mi auto los cuatro.
El día estaba frío, por eso esperábamos que el sol saliera de esas nubes que lo tapaban en la cordillera; y así fue más avanzada la mañana.
Tomamos la ruta de la izquierda, pasando por la buena vista del Picadero y de la ciudad de Santiago.
Bella vista de la ciudad en ese día sin tanto smog a esa hora de la mañana.
Nos sorprende la poca nieve de la cordillera.
En el suelo emergen tímidamente millones de verdes pastitos.

la Soledad, Pancho y Víctor
La conversa activa. Recuerdo haberles preguntado por el sentido de la vida para cada uno; y haber dicho la mía. Respuestas diversas, coherentes con lo que sé de cada uno. Qué pregunta. Y qué importante es tener respuesta para ella.

ya en la parte alta
Sentados en la mesa, con vista a las canchas de golf de Santa Martina, en un día despejado en lo fundamental, con un sol que se agradece, pues nos caliente con amabilidad.
Comimos naranjas y frutos secos.
Yo no quería irme cuando Pancho se pone de pie, que dijo era solo para calentar otras partes del cuerpo.

Pancho, la Soledad y Gabriel, en la mesa de cumbre
Bajamos lenta y atentos al paisaje y la ciudad al fondo.
Llegamos al auto como a la una y dejé a la Soledad poco antes de llegar a mi casa, tipo una treinta.
Rico día de agradable caminata, con subidas y bajadas no tan pesadas.

en el quillay grande
Pancho y Víctor

domingo, 7 de julio de 2019

Subida domingo 7 de julio

Con Pancho nos fuimos a la cafetería. Día más bien frío, un cafecito mientras esperábamos a los demás, no era mala idea. Al rato llegó la Soledad. Seriamos los tres.

Partimos a las Varas entremedio de micros de esquiadores. Nos metimos a las Varas pero las micros impedían el paso y la cosa tenía para rato. Retrocedimos y nos fuimos al puente Ñilhue, para tomar la ruta al Alto del Naranjo. Pago de $ 2.000 por persona tercera edad y para arriba.

Pancho y Gabriel
Pancho hacía años que no venía a esta ruta, que en un tiempo fue tan familiar para los subecerros. Muchas historias en esta ruta.

Novedades de cada uno, fue un tema. Esta semana, Pancho fue abuelo por segunda vez. Todo bien con madre e hijo. Todos en la familia muy contentos.
Yo conté del evento 3xi del mundo del teatro, cine y TV al que asistí y eso dio para un rato de conversación.

Soledad y Gabriel
Pancho nos cuenta que en su empresa, con su patrocinio, crearon la gerencia de felicidad. Un grupo de personas que piensan en el tema e inventan actividades. Le pedí hablar con ellos.
La Soledad trajo a colación las dos personas que en los últimos días se habían suicidado: un juez y un capitán de barco que encalló, en la zona de los canales. Se cometen errores y no son capaces de enfrentar el error y sus consecuencias, piensa la Soledad.

la Soledad y Pancho subiendo
Poca gente con la que nos cruzamos. Un grupo de dos venía de alcanzar el Provincia, bajando a esa hora de la mañana. Lo que pasa es que partimos a las 4:15 am del puente Ñilhue. Había un grupo carreteando a esa hora en ese lugar, que se trenzaron en algo con ellos.

este joven había salido a las 4:15 con destino cumbre del Provincia; la Soledad y Pancho
Día nublado, más bien frío (nunca me saqué el polar), con aire limpio para nosotros y una ciudad abajo, tapada por el smog. Agradable.

Llegamos a la canaleta y anduvimos muy poco aguas arriba. Saltamos el canal y nos sentamos a comernos las naranjas de Pancho, galletas de la Soledad y frutos secos míos.
La vista de la cordillera imponente, preciosa. No se ve mucha nieve en la zona del esquí.

Soledad y Pancho, zona altas torres
Pasadas las 12 iniciamos la vuelta. Nos fuimos en forma lenta pero segura. Yo andaba con zapatos nuevos, que me permitieron un agarre notable. Aparte de que me di cuenta ya subiendo que se me había olvidado sacarme los anteojos, que siempre dejo en casa. Fue la primera vez que subo el cerro con anteojos.

la Soledad bajando la parte de las rocas, que hay al principio
La vuelta fue en mi auto, hasta donde los demás había dejado los suyos. We did it, fue nuestra frase con Pancho. Misión cumplida, con un Pancho cansadito.

Notas:

  • Series y películas recomendadas por la Soledad de Netflix:
    Serie:  Algo en que creer
    Película: Si Dios quiere
  • Inquietud de Gabriel: qué pasa con la caca después que tiramos la cadena ?
    Respuesta de Google: link

viernes, 5 de julio de 2019

Domingo 30 de junio

Día soleado post lluvia y nieve a la vista, aumentan notoriamente los esquiadores que suben a Farelllones, pero a nosotros no nos aleja de la rutina de desviarnos en el camino hacia las Varas.

Llegamos 6, Victor, Pancho Balart, su hijo Felipe, José Salinas, Milena y yo Soledad.

Soledad, Víctor, Felipe Balart, José y Pancho
Dejando el auto más arriba, nos resbalamos bastante por el barro y hielo, que hizo que Milena se quisiera quedar al sol, para evitar caerse,  casi sin darnos cuenta llegamos al morro Guayacán.

vista hacia Santiago
Tuvimos que darle paso varias veces en forma sorpresiva a ciclistas que raudos bajaban por el mismo sendero.

Víctor y Soledad
Pancho se apartó unos minutos del grupo, lo que nos tuvo preocupados, pero Felipe logró comunicarse con él y lo esperamos arriba.

la cordillera nevada
Las imágenes valen más que 1000 palabras. Maravillosas vistas a la cordillera, nieve, despejado hacia el oriente y una capa de nube blanca hacia el poniente cubría la ciudad, la que con las horas dejó evidente el cambio de color al café del smog.

padre e hijo
Por lo menos 4 horas de la semana respiramos aire puro, conversamos y regresamos a nuestros habituales compromisos.

padre e hijo
Buena semana para todos.

(texto de Soledad Tagle)