Páginas

domingo, 26 de septiembre de 2021

Visita ilustre, la Jeanny

La Jeanny Rowe amenazó con aparecer y apareció. Alegría. Mucho tiempo que no la veíamos. Es la misma de siempre, entusiasta, alegre y conversadora.
Nos reunimos con Pancho en la puerta de su casa y además llegó Víctor Bunster, mi pariente cada vez menos lejano.
Después de conversar un poco, esperando a posibles nuevos asistentes, nos fuimos en dos autos. Destino, donde siempre, en la zona de la universidad de Los Andes.

Por favor, vámonos por una ruta planita, suave, que hace mucho tiempo que no vengo a los cerros, nos pidió la Jeanny. Al final de cuentas, influyó en todas las decisiones de ruta, muchas veces liderando la caravana y fue uno de los circuitos más pesados que hacía hacía tiempo. Conclusión, la Jeanny está en perfecto estado físico. Decía al final que la firme se vería los días siguientes. Mucho entusiasmo quizás.


El cerro está grato. Pasto verde por todas partes, los arboles llenos de hojas nuevas y el día, soleado, maravilloso. Fresco, luminoso.

No hablamos nada, por voluntad declarada, de la contingencia nacional. Qué está del terror.
Mucho salió Hugo Ravera a colación. Tanto la Jeanny con yo andábamos con bastones regalados por Hugo Ravera, los famosos pochoqueros. Y Víctor, andaba con una nueva línea de pochoqueros, si se puede decir, hecho por Francisco Toyos, mismo esquema que los pochoqueros, pero de acero inoxidable. Buen modelo Francisco.


La Jeanny conoció a Hugo Ravera, cantando en un local del Centro y después tomando té en su casa, llevada por una amiga que le habló maravillas de él y ella exigió conocerlo. Después de eso empezó a subir, y varias veces a la semana, con Hugo Ravera, el Pochoco. Ahí empezó todo.
Gran tipo Hugo. Triste final tuvo, en manos de un perro, siendo que era un amante de los perros, como pocos. 


Partimos a la derecha. Después nos fuimos buscando el sol, por rutas más planas. Pero cuando hubo que tomar una decisión más de cumbre, optamos por una semi cumbre, que se nos pasó soplada y llegamos, quizás producto de la buena conversa, a la cumbre misma. Ahí donde la Alejandra se separaba de nosotros y seguía sola a la cascada de los saltos de Apoquindo.

Descanso en la cumbre, tirados en el pasto, bajo una rica sombre, comiendo ricas mandarinas de Pancho, frutos secos de Víctor y Sahne Nus que trajo la Jeanny. No quedó nada de este, pulverizándolo al final entre Pancho y yo.
La vista desde este punto, maravillosa. Toda la cordillera al frente nuestro. Se veía el Provincia, en un día de aire prístino.
Yo pensé mientras estaba ahí, que no había otro mejor lugar donde quisiera estar, que ese, en esa compañía.


Bajamos por la misma ruta por donde subimos, después de no encontrar la ruta de bajada por el otro lado de la cumbre.
Varios ciclistas nos pasaron. Y varios caminantes cerro arriba, también nos topamos.
Nos topamos con un par, que los vimos bajando y más tarde, nos pasaron subiendo ellos. Dos cumbres en el mismo día ? Capaz que sí.

Llegamos a los autos tipo 13:30, yo bastante cansadito. Lleve a la Jeanny a la casa de Pancho donde dejó su auto, despidiéndonos  todos después de una agradable y bien traqueteado, paseando a nuestros cuerpos por la naturaleza, cosa que tanto agradecen.