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lunes, 25 de octubre de 2021

Nuevamente, visitas ilustres de viejos subecerros

Fuimos 7 nuevamente. Nuevamente visitas ilustres.
Apareció la María Elena, la Marcela Molina con su hermano Enrique (Quique), Pancho, Francisco y la Anne Marie y yo, Gabriel.

Nos fuimos de la casa de Pancho en dos autos. Ya los cuidados por la pandemia han bajado.
Adonde siempre.
Nos tiramos hacia la derecha, como si fuéramos a las aguas de Ramón y en el último desvío, decidimos a que cumbre iríamos y optamos por la más alta. 


Día precioso, pasto verde en todas partes, muchas flores y mucho ruido de pájaros.
Grupo animado, muy animado. La conversa activa, en varios frentes, por grupos.

Ponernos al día de nuestras historias y avatares, conocer al nuevo integrante, Quique, fue parte del trajín.
La realidad contingente, también lo fue un rato, para mi, en conversa con Francisco Toyos. Hay preocupación y falta de candidato que nos represente. Miedo, incluso.


Me pregunto si la política y sus leyes nos afectarán tanto. Mi hijo Cristóbal, salmonero en Puerto Montt, me dijo esa tarde, que Boric había prometido hacer desaparecer las salmoneras, por temas ecológicos.
Pareciera que la izquierda, con la ideología clásica fracasada, abrazaba ahora el mantra de la ecología y la derecha, de seguir dándole al crecimiento y la industrialización, contra viento y colapso climático. Por ahí parece que se localiza la lucha.


Que bien hablan inglés estos Molina. Es que vivieron mucho tiempo de sus vidas en Europa, en países donde se hablaba inglés. Yo me quiero morir sabiendo hablar inglés, dice la María Elena.


Con alguna dificultad algunos, llegamos a la cumbre establecida ese día, y con alguna dificultad encontramos un lugar con la sombra adecuada para el tamaño del grupo. Y ahí nos desplegamos por el suelo, sacando nuestros alimentos, que compartimos. 
Buena naranja me comí, aparte de pistachos, estos frutos de las palmeras de Israel, que alguna vez comí allá. Maní y un tuticuanti seco.


La María Elena dio una clase magistral de como debía uno proceder en esto y aquello. Alimentación , ejercicio, consumo austero. Si, fue una clase magistral, ella de pie hablando con energía y convicción.

Mucho rato estuvimos ahí. Estábamos muy a gusto. No queríamos irnos. Llegué pasadas las 3 a mi casa y la Andrea expresó un enojo que hacía mucho tiempo no me tiraba. Es que lo estaba pasando bien y no pensé en ti. Error garrafal.


Bueno, nos fuimos parando de a poco e iniciamos la marcha de vuelta. Yo tomé la delantera, a un ritmo más rápido que el del ascenso.
Una sensación de estar tan a gusto en los cerros, que no había mucha energía por llegar a los autos.
Hubo una parada en particular, en que se dio algún tema, que duró mucho rato. Por eso tan tarde de vuelta a casa.

Bueno, estuvo genial.

domingo, 17 de octubre de 2021

Mañana acontecida en los cerros

Fuimos 7; buen número. 
Nos reunimos en la casa de Pancho. No llegó Víctor, un fijo. Llegaron la Soledad, la Jeannie, la Alejandra, la Anne Marie y Francisco, Pancho y yo, Gabriel.
La Jeannie pidió ruta suave, por bajo nivel de energía en su duracell.


Nos fuimos adonde siempre, del lado de la universidad de Los Andes, y caminamos plano hacia Aguas de Ramón, adonde intentamos ingresar sin éxito. 
En la pasada al sendero había un Guarda Parque, de apellido Rojas, que no nos dio la pasada. A pesar de que íbamos al rio y volvíamos por ahí mismo. Exigía pago de la tarifa completa, de $ 3.000 por persona. Yo pedí rebaja a $ 1.000 por persona por lo reducida de nuestra trayectoria. 


Negociamos una mañocidad, que nos obligaba a permanecer ahí por un rato. Fue tanta la gente que vimos pasar, que la Jeannie desistió de seguir adelante. Hasta ahí  nomás llegamos.
Yo partí a buscar a Pancho en la dirección que lo había visto que había seguido y el Guarda Parque muy servicialmente me acompañó. Yo gritaba el nombre de Pancho y el Guarda Parque usaba un megáfono de alta voz, para gritar igual que yo, Paaanchooo. Y no apareció.
Bueno, dijimos, él se las arreglará.


De vuelta, más arriba, estaba el resto del grupo a la espera. Y ahí estaba Pancho. Se había ido por detrás, de vuelta.
Por ahí mismo, nos subimos a una buena roca mirador y la declaramos nuestra cumbre del día e iniciamos los servicios alimenticios. Naranjas, frutos secos varios, chocolate. Y conversa.
La verdad nunca paramos de conversar.


Mas adelante, ya de vuelta, nos tropezamos con un grupo de tres, que intentaban pasar un cerco que los de Agua de Ramón había macheteado. Establecimos contacto y seguimos adelante juntos.
Conversé con el gato, que resultó ser colega mío de Ingeniería Civil Química de la Chile, aunque algo mayor que yo. Muy buena onda él.


Después conversé con Angela, que resultó ser Ingeniero, con el cargo de gerente de RRHH de una empresa de Javier Echeverri. Ellos son parte de un grupo que sube cerros, que se llama los Intrépidos.
Quedamos de conectarnos por la red y a ver si se nos suman en alguna subida.


Día despejado, agradable, con el pasto verde, los arboles brotados, muchas flores y mucho canto de pájaros. Un deleite.


Tuve varias conversaciones significativas, que quedan en lo privado. Un grupo que sigo disfrutando. En una actividad, que además nos cuida el estado físico. Qué mejor.

Un pochoquero rodeado de dos bastones hechos por Francisco Toyos