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lunes, 26 de diciembre de 2016

Medio Pochoco un 25 de diciembre

El llegar corriendo al punto de encuentro parece ser una constante de mis ultimas salidas con los Subecerros, pero por distintos motivos.
Esta vez mi plan era quedarme en casa, pero despierto con la necesidad de ir a la junta dominical.
Es tarde.... ducha, vestirse rápidamente y al lugar de reunión. Es tarde... Al llegar no hay nadie....

Sabia por Gabriel que planeaba ir y hacer una salida corta...

Francisco y Gabriel en el cartel de Ugo Ravera del Pochoco
No me atrevo a llamar a nadie por teléfono. Gabriel podría no haber cambiado planes pues pudo ser sepultado por la cantidad de panes de hamburguesas que lo vi cargando el día anterior desde la panadería "Lo Saldes". Esa cantidad de pan perfectamente podía haber minado su decisión de ir a los cerros y si lo llamo lo podría despertar. Del resto no se quien tenia intenciones de venir. Debo adivinar...

close up
Salida corta... Analizo:
- Las Varas obviamente..., voy a la calle frente a la bomba y no hay ningún auto. No es Las Varas.
- Las Caballerizas..., parto al Líder y ahí recuerdo (veo) que esta cerrado y no hay ningún auto en las vecindades. No son las Caballerizas
- Quizás llego solo Gabriel y en ese caso su destino es predecible: El Pochoco... parto para allá.

Un auto blanco en el estacionamiento me da la pista que puede estar allí, pero no recuerdo exactamente si es ese auto o no. Parto caminando, hay muy poca gente en el cerro.

pasando pasadizo
Al llegar a la mitad, al clásico mirador encuentro a Gabriel y nos sentamos en amena conversación. Tan así fue que esa fue nuestra "cumbre" del día. No hubieron mandarinas (no estaba Pacho) pero si le dimos el bajo a frutos secos que portábamos ambos.

Una nutrida y entretenida conversación nos acompaño hasta los autos, donde nos despedimos tipo 11:00 AM

Una corta y muy grata salida.

Feliz Navidad a todos !!! y nos vemos para inaugurar el 2017

(texto y fotos de Francisco Toyos)

domingo, 18 de diciembre de 2016

Al Potrerito florido

Llego a la bomba Shell y solo está el auto de José, pero mirando en el otro sentido. Dudo, será él ?
Me bajo y me voy a la cafetería y ahí estaba, con una amiga, invitada a los cerros, la Virginia, de su trabajo.
Me senté con ellos y al poco rato llegó Víctor y después Pancho.
Y esos seriamos este día.
Elección de destino: el Potrerito.

Virginia, Pancho y Víctor
José
Nos vamos todos en la Van de Víctor, muy cómodos.
Llegamos e iniciamos la marcha, atentos a esta nueva incoporración, pues era primera vez que andaba con nosotros y sin tanta experiencia de cerros.

Víctor y José
Día despejado, soleado, de verano prácticamente. La ruta, bella, muy florida. Incluso recordé la lupa del cuenta hilos que llevo en mi mochila, con la que empecé a detenerme y mirar flores diminutas, para mi asombro con lo que era ese mundo cercano, pequeño.

la roca en un Potrerito florido
Subimos con alguna lentitud, conversando y disfrutando del paisaje. Llegamos al Potrerito, que estaba florido, hermoso. Nos detuvimos en la roca, esa, y nos quedamos un buen rato descansando y conversando.

Virginia y José
Al final decidimos que seguiríamos Víctor, José y yo. Y Pancho y la Virginia, nos esperarían en esa misma roca. Para la Virginia, hasta ahí era suficiente. Pancho se quedó a acompañarla.

Pancho
Cruzamos el mini esterito, donde nos quedamos un rato apreciando el ruido del agua y el frescor del agua y la sombra.
Seguimos adelante y relativamente rápido hicimos cumbre, justo frente a las dos rocas, frente a las cuales se veía perfecto todo el Potrerito, con nuestros amigos diminutos en la roca.

ya en la cumbre, José y Víctor
Se nos ocurrió ponerle nombre a ese marco de enormes rocas y quedó como las Puertas del Mirador del Potrerito.
Comimos exquisiteces, especialmente las que trajo José y unas ricas frutas picadas de Víctor, más las naranjas de Pancho, que nos entregó antes de separarnos.

abajo el Potrerito
Bajamos y llegamos rápidamente a la roca del Potrerito. Dos palabras y seguimos cerro abajo. Recuerdo que alguien preguntó la hora y eran las 12:09  Perfecto horario.

los pilares de la Puerta del Mirador del Potrerito
En el camino paré un par de veces a aplicar mi lupa cuenta hilos a pequeñas flores, En una de esas paradas compartí mi lupa con cada uno, que aprovechó de ver qué veía. Unos con más éxito que otros.

bajando desde el Potrerito
Llegamos al auto sin dificultad y disfrutamos el viaje de vuelta en mullidos asientos y un estupendo chofer.

a la vista del auto
Otra buena salida de domingo con buen ejercicio, contacto con la naturaleza y compartir.

flores amarillas

lunes, 12 de diciembre de 2016

Del Anfitreato a los autos dejados al lado de la bomba Shell

Me despierto sobresaltado, consciente de que el despertador había sonado largo rato atrás y había sufrido un violento manotazo.
Es tarde.... ducha, vestirse rápidamente y al lugar de reunión. Es demasiado tarde... a quien llamo para saber hacia donde parten.... Mejor manejo rápido.

Al llegar no se ve a ninguna persona, ningún auto, chuta.... y quizás se fueron hacia un destino sin señal de teléfono.
Intentare llamar, o tratar de achuntarle a donde fueron o aplicar plan B, partir solo a algún destino....
Pero veo un Jeep rojo..... allí esta José esperando a Pancho que estacionó su auto en la calle típica.... me salve.

José, Francisco y Pancho
El fin de semana largo hizo estragos en los Subecerros. Esta vez seremos solamente tres en la partida, Jose, Pancho y quien habla Francisco.
El destino seleccionado era las Varas, hacia donde partimos raudamente.
José está con el tobillo lastimado, por lo tanto elegimos la ruta que sube suavemente hasta tener vista hacia Santiago.

La conversación fluye naturalmente... escuchamos la experiencia de José de vivir solo y de los múltiples trucos, concejos y rutinas que permiten hacer de esa vida algo más simple.
También conocemos detalles de la vida de José "lolo" recorriendo Europa durante cuatro años "mochileando".

en el Anfiteatro
Luego la conversación se mueve a temas más personales.
En eso llegamos a divisar Santiago.
Al Toyos se le ocurre una idea, que se le torna en obsesiva..., decide que hay que llegar al Anfiteatro y de allí bajar a los autos de Santiago.

La idea no es muy compartida por el resto de los caminantes, quizás bajar inmediatamente seria mas aceptable o simplemente desandar lo caminado. Se vislumbran problemas con las casas, los perros, la pendiente para el pie de José, etc. Pero la idea se impone y los "peros" afortunadamente no resultan reales.

Pancho y José
Bajamos al Anfiteatro que se convierte en la "cumbre" del día y luego bajamos hacia el Arrayán llegando por el sitio de la Disputada de Las Condes que está al comienzo del camino a Farellones.
Llegamos a los autos (de Pancho y mio) y nos despedimos de José, quien nos mira con la cara larga, pues su auto esta en las Varas.... broma.... Pancho se va a su casa y yo con José tomamos el Camino a Farellones y rescatamos el Jeep rojo. Es temprano, menos de las 13:00.

Una excelente travesía.

(texto de Francisco Toyos)

lunes, 5 de diciembre de 2016

Niebla y llovizna en la ruta de Las Varas

Voy o no voy, es la pregunta que varios se hicieron este día. Nublado cerrado, mas llovizna en el aire.
Los que dijeron si fueron: Dirk, Arturo Kutscher y su mujer, la Coti, la Consuelo Fuenzalida, Pancho y yo, Gabriel. Seis, que llegaron a la Shell esa mañana.

Acordamos ir a las Varas, pues había unos almuerzos a los que llegar temprano. Nos fuimos en dos autos y al llegar a destino, casi no había donde estacionarse; estaba lleno.
Y el grupo de esos autos, figuraba reunido, pasado el portón, escuchando las instrucciones de un supuesto líder. Había una buena dispersión de edades, pues había unos pocos niños, jóvenes, otros de mediana edad y viejos también.

Pancho, Gabriel, Dirk, Coti, Consuelo
Los perdimos de vista de inmediato. Partimos un poco después y nos tomamos la ruta larga, sin tomar el atajo, quizás por el puro gusto de las conversaciones que iban en grupo de tres, que al pasar a fila india se entorpecerían.

Arturo, es el primero a la izquierda; Pancho es el que duerme
En el tranque, notamos la baja del nivel de las aguas y Pancho propuso seguir por el camino de las torres y hacer el circuito que si seguimos, nos lleva al Alto del Naranjo. Y seguimos, conversando.

grupo comiendo
Íbamos en medio de la nube, con visibilidad limitada, al punto que en un momento yo iba a la cola con Pancho y punteando iban Dirk y Arturo, los que de a ratos se perdían en la niebla.

Dirk y Gabriel, en animada conversación
Este grupo es un grupo que valora la conversación, sin duda. La ruta se fue empinando poco a poco, pero nunca se hizo demasiado pesado. Pasando de camino a ruta y de ruta a huella.
Hasta que llegamos a la que sería nuestra cumbre, donde se supone hay buena vista hacia el Plomo y ese frente, pero ese día la vista llegaba solo hasta unos metros mas allá.

Nos sentamos, comimos y conversamos, ya todo el grupo. Mandarinas, naranjas, frutos secos y jugos.

la Coti y detrás la Consuelo
De repente llegó el mismo grupo que habíamos visto al partir. Conversamos algunas cosas, salimos de dudas y les dimos indicaciones de como seguir y adonde los llevaba esta ruta. Y siguieron. Deben haber sido unas 25 personas.

Consuelo, Pancho y atrás Arturo
Como a las 11:30 emprendimos el retorno. Partí adelante y detrás mio venía pisándome los talones, la Coti. Como buena profesora de matemáticas que es, le dije que le enviaría después este video, que esperaba apreciara.

adelante, Pancho, la Coti y la Consuelo; atrás, Dirk y Arturo
Ah, y Dirk me pidió este dato, pues tiene problemas con su computador.

flor amarilla
Caminamos y caminamos, en animada conversación. El cielo se fue abriendo, nunca dándonos el sol, pero si vimos espacios claros y nítidos de cielo. El día fue abriendo y la vista se fue extendiendo.

Dirk, Coti, Consuelo, Pancho y Arturo
Llegamos a los autos, pagamos, nos despedimos de Arturo y la Coti y nos fuimos a los autos que habíamos dejado donde siempre, donde el grupo de mi auto terminó de despedirse.

Otro estupendo paseo, grato y con buena compañía.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Al Manquehue con sendas visitas de Alemania

Llegan a mi casa la Rebeca con su hospedada Beatriz, de 18 años, alemana, de paso por Chile, a mejorar su español.
Eludo la última parte del trayecto hasta nuestro punto de encuentro, por los millares de ciclistas que inundan el espacio. Y llego por detrás, por el Arrayán.

Soledad. Alejandra, Victor, Pancho, Thomas, Dirk, Arturo, Beatriz y Rebeca
Ya están ahí la Soledad, la Alejandra, Thomas Walentowski, que nos visita desde Alemania, Dirk y Arturo Kutscher, que viene religiosamente una o dos veces al año.
Después llegarán Pancho y Víctor Bunster,
Francisco Toyos, con zapatos de vestir, viene solo a saludar a Thomas y se va.
Seremos seis hombres y cuatro mujeres.

Pancho, Dirk, Víctor y Arturo
Las bicicletas pasaban por millares rumbo a Farellones. Ninguna posibilidad de ir en esa dirección.
Por eso después de un breve debate, la mayoría optó por irnos al Manquehue. Y cada uno en su auto.

Al llegar, pocos autos. Claramente la juventud se mueve más tarde. Y eso que llegábamos allá. a los pies del Manquehue, como a las 9; o pasado.

la Rebeca, detrás la Beatriz, luego Victor y Dirk
En un momento observo que los hombres se han dividido en dos grupos en la delantera y más atrás vienen las cuatro mujeres, en animada conversación.
Es cuando armo la escena para una foto grupal. Esperamos a todos y en fila nos sacamos varias fotos.

Beatriz de Munich en Alemania y Rebeca, su hospedera
El día estaba soleado pero fresco. Nubes bajas se formaban en la vecindad de la cordillera. En algún momento la punta del Manquehue se tapó con nubes por sobre su cumbre. El día estaba exquisito para el esfuerzo subecerro.

Beatriz, Víctor y la Rebeca
Interrumpo este relato para compartir este artículo del Mercurio, donde nuestra amiga subecerros, Paula Christensen, ha sido honrado con el título de ser una de las 100 mujeres líderes de este año. Mírenla a caballo al final de esta pantalla.
Felicitaciones Paula !!

misma foto anterior donde Gabriel se enroca con Arturo
Me entero que Thomas, de paso por Santiago con su mujer e hija, siguen viaje este viernes. Tuvo un matrimonio la noche anterior, donde estuvo hasta las 4 de la mañana, e igual se las arregló para estar con nosotros y llegar hasta la punta del Manquehue, este domingo. Celebramos su presencia y lealtad al grupo y los mejores deseos en su ruta.

Dirk, la Alejandra y Pancho
En el ascenso nos pasan un par, uno de los cuales es un sobrino, Francisco Ruiztagle, nieto de mi tía Gaby, hermana de mi padre. Ocupa un alto cargo en la Papelera, en la parte Forestal. Conversamos brevemente y siguieron adelante.

Thomas. de frente
mejores poses
Llegamos a la cumbre, detrás del grupo, con la Rebeca. Nos encontramos con una banqueta empotrada en el piso y preferí nos sentáramos ahí un rato, apreciándola, antes de integrarnos al grupo.
El grupo estaba en el lado que mira a la ciudad de Santiago, hacia Santa María de Manquehue y compartía alimentos como siempre. Ahí nos instalamos con la Rebeca.

Víctor y Beatriz
Thomas se despidió, pues tenía compromisos y debía bajar rápido, Lo desafié a ver si podía despegarse de nosotros, pero la verdad lo logró rápidamente.

Gabriel
Bajamos bastante rápido, ruta que hice casi íntegramente con Arturo, conversando de un tutti-quanti.
Abajo, esperamos al resto del grupo, que no venían muy lejos. Partí con la Rebeca y la Beatriz, que disfrutó mucho del paseo.

Rebeca y nubes en la cumbre
Cansados quedamos y contentos del paseo y del ejercicio.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Haciéndola corta por Las Varas

Llegamos con la Rebeca y ya estaba ahí, José Salinas, el de Blumos. Al poco rato llegó Pancho. Y esos cuatro seriamos.

Pancho pide hacerla corta, pues tiene la misa del funeral de la suegra de Francisco Toyos. Las Varas era una buena opción, a pesar de los muchísimos ciclistas que recién habían pasado hacia arriba. José había pedido una opción donde él pudiera seguir solo, pues pensaba quedarse en los cerros hasta como las cinco de la tarde.

Rebeca adelante, la siguen Pancho y José
Pagamos la entrada de Las Varas, salvo dos que quedamos de pagar a la vuelta, pues la señora no tenía vuelto, para el billete con que andábamos.

Rebeca y José
Subimos al principio con mucha lentitud, disfrutando el día, soleado con nubes altas, que bajaban un poco la temperatura.
A la segunda curva Pancho propuso tirarnos a lo derecho hacia arriba, en la dirección de unas rocas que la Rebeca había visto parecidas a dedos de una mano. Y eso hicimos.

atrás la cumbre del Pochoco
Fue una fase de escaramuza. De buscarle el lado al cerro, a las pendientes, las rocas y los matorrales, algunos de ellos litres.
Fue entretenido y laborioso. Llegamos a la cumbre que nos habíamos propuesto, cansados y traspirados. Y nos encontramos con una ruta standard, por la que seguimos cerro arriba. La Rebeca adelante, esta vez.

José y la Rebeca
Al llegar a una cima, donde empalmamos con nuestra ruta más habitual a la cumbre, decidimos virar hacia abajo y establecer nuestra cumbre de ese día, por la hora.
José nos acompañó al ágape, pero después se despidió y se las emplumó solo cerro arriba.

Pancho
Comimos mandarinas, frutos secos y pasas de la Rebeca. Con vista cerro abajo.

Y bajamos tranquilamente, los tres, conversando. Incluso no tomamos el atajo al llegar abajo, para hacerla mas larga, quizás.

a la vuelta pasamos por el tranque;
aquí se aprecia la nubosidad del día
Pagamos, los que habíamos quedado pendiente, tomamos el auto de Pancho y nos fuimos. Pancho a su misa.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Al Manquehue en día de bruma

Llegué al punto de encuentro (Eugenio) y estaba Gabriel en su auto, al poco rato llegaron Anne Marie con Francisco Toyos, luego Pancho y finalmente Dirk, que hacía tiempo no participaba.
Gratos saludos y conversa previa, pero pasaban los minutos, Gabriel propuso alternativas y se impuso ir al Manquehue, Pancho había propuesto repetir la ruta por cerca de los tubos que hicimos hace un par de semanas, pero tuvo que agachar el moño.

un día de bruma
Partimos cada uno en su auto y nos estacionamos donde siempre, habían muy pocos autos, nos llamó la atención ya que a esa hora, 9:10 suele haber mas.
La primera parte, que es camino de autos, es medio fome aunque uno vá entrando en calor y viene la habitual desabrigada.

subiendo; Eugenio adelante; atrás Pancho y Dirk
La conversa en parejas avanzaba junto con la subida.
Al llegar al final del sendero que avanza hacia el norte, Francisco Toyos sugirió mostrarnos unas cavernas que había descubierto hace algunas semanas subiendo desde el cerro El Carbón. Gabriel se había disparado hacia adelante así que al ver que nos desviamos prefirió no devolverse y siguió subiendo mas lento.

la Anne Marie y Dirk en animada conversa
Con Toyos a la cabeza llegamos por el faldeo nor poniente a unas formaciones de rocas bien curiosas, una de ellas, sin ser una cueva, conformaba una planicie cubierta por una roca de gran tamaño. Se notaba que ese lugar había sido utilizado mucho para acampar, la roca estaba completamente tiznada con el hollín de las fogatas y, como lamentablemente suele suceder en nuestro país, el entorno estaba lleno de basura que dejan los que acampan.
Vistas las rocas retomamos la subida.

visitando las cuevas
Gabriel nos cateaba de lejos y nos hacía señas.
En la subida nos separamos de nuevo, yo me fuí detrás de Gabriel y quedaron mas atrás Pancho, Dirk, Anne Marie y Francisco.
En la cumbre había mas gente, conversando a voz en cuello, algunos grupos de niños chicos revolviéndola, así que nos fuimos a hacer el descanso y compartir los comestibles mirando hacia el sur poniente.

Pancho, Francisco, Eugenio y Dirk
Se veía por todos lados el humo de los incendios que han rodeado Santiago los últimos días, se olía también levemente el humo.
Nuestra posición nos permitía ver la cancha de golf del Club de Polo y casi todo Santa María de Manquehue con sus casas, jardines y ahora algunos edificios.
Las mandarinas de Pancho muy buenas y los frutos secos sobreabundaron.

Pancho. Anne Marie, Eugenio y Dirk
La bajada la emprendimos Gabriel y yo mas rápido que el resto y le dimos a la conversa.
En parte, el tema anduvo por el lado de las relaciones familiares y los ritos de juntarse a almorzar los fines de semana, que en el caso de Gabriel sigue vigente gracias al entusiasmo de su mamá y que el tiempo probablemente hará que se traslade a las ramas cuando el tronco ya no esté.
En mi caso, mi padre también mantiene invitación permanente los días domingo a la hora de almuerzo, como yo voy al cerro, no participo y mis hijos tampoco, salvo situaciones excepcionales, entonces me preocupo de almorzar con él en la semana, para mí resulta mas agradable y podemos conversar tranquilos ya que en los tumultos dominicales normalmente no hay espacio para eso.

vista interior de la cueva
Llegamos muy anticipados abajo así que despedida y para la casa.
Como siempre, una rica caminata en compañía de buenos amigos nos deja energizados para la semana.

(texto escrito por Eugenio Lagos)