Páginas

Mostrando las entradas con la etiqueta Lucho Latorre. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Lucho Latorre. Mostrar todas las entradas

lunes, 24 de junio de 2019

Poema de Luis Latorre a los subecerros

La cordillera es amante y amable,
una señora reposada, seria y
un tanto terca e insobornable

Pues tiene distintas altitudes,
recovecos y caprichosas veleidades.
Vea cada quien sus propias aptitudes
y abórdela con decisión inclaudicable.

La nuestra, velada por un mal aire
pero sus robustos pulmones
la mantienen inalterable.

No la somete el smog, ese compañero
urbano infatigable
ni baja su cerviz ante aquel desleal
y etéreo ser abominable.

Antes bien, acoge en sus íntimas entrañas,
pase lo que pase,
a este singular grupo Subecerros,
domingo tras domingo,
como amante clandestina
que acepta el abandono
durante la semana.

Luis Latorre

martes, 5 de junio de 2012

El liderazgo ejercido desde la distancia...

No hay duda, Pancho Balart y Gabriel Bunster son líderes natos: prueba de ello, la alta convocatoria, pese a sus ausencias. Amigos, su siembra ha sido fecunda.

Once fuimos esta vez los que subimos a un cerro, cuya reiteración hace innecesario nombrarlo: baste decir que don Lucho nos pidió con esa forma ladina y oblicua de nuestro hombre de campo, que le enviáramos la foto que con él nos tomamos; en efecto, deslizó una simpática frase:

"(...) pero si las fotos nunca llegan ...."

la de la izquierda es la Rosmarie Hucke, la de las fotos
Estimamos que se justificaba esta subida fácil porque la última  fue muy dura. De hecho al despedirnos, surgió entre las mujeres (Jeannie, Paula, Isabel, entre otras) la idea de que se programara la subida de un domingo para el siguiente. La moción quedó en tabla para tratarse el próximo domingo, en presencia de PA
ancho y Gabriel.

el festejado del día, Lucho Latorre
Un grupo magnífico, liderado esta vez por Francisco (Valdivieso) e integrado además por la Princesa (Isabel Eguiguren); Alicia Hameau; Marisol Rosas; Paula Christensen; Francisca Alcalde; Jeannie Rowe; la nueva y magnífica debutante, Rose Marie Hucke, encantadora y dulce como su apellido; J(X)avier Cox, experto en cerros pero tuvo la gentileza de adaptarse a nuestro más modesto ascenso y más aún, "fletar" su magnífico Jeep, cargándolo sin reservas;  muy entretenido y amistoso Javier, se agradece; Eugenio Lagos y  finalmente "EQE", el que escribe, un servidor, Lucho Latorre.

Grupo completo
El ascenso comenzó poco antes de las 9 y llegamos a la parte más alta del cerro innombrable alrededor de las 10:30: lo hicimos sin descanso, pasando raudos por la canaleta.

Lo más notable era observar cómo unas nubes evidentes, explícitas y con olor a tales, como acertadamente nos hizo notar Jeannie, se nos iban cruzando alternativamente por el camino: diríamos que imprudentemente nos interrumpían, jactándose de su inmaterialidad cargada de agua: un espectáculo verdaderamente maravilloso ... pronto las dejamos abajo.

Paula
Al llegar a la cima, me permití noticiar a mis amigos que el 1º de setiembre iniciaba una nueva vida laboral, luego de más de 42 años de trabajo casi siempre empleado, y más de 33 con mi Gran actual empleador, para dedicarme a actividades independientes. Reaccionaron con un cariño verdaderamente emocionante y me permitieron celebrar con ellos este golpe de timón en el mar de la vida, al mismo tiempo que quisieron escuchar mis proyectos. ¡Muchas gracias!.

Rose Marie nos ilustraba acerca del mundo de la pesca y sus productos, en especial, el aceite de pescado y sus múltiples usos, narración muy interesante que complementaba Eugenio, que sabe de todo ...

Rosmarie Hucke, Isabel
La Princesa, hacía vívidos recuerdos de aquel último ascenso tan singular, especialmente "el descenso". Nos reímos de buenas ganas.

Una mañana redonda, con la compañía de nuestro ya conocido Cachupín, aquel perrito negro, bajito y largo, que nos señaló el camino de bajada, ciertamente que sin pedigree pero que sin complejo lucía un collar rojo que le daba la dignidad de la pertenencia o de la membresía: como las insignias que llevábamos en los ojales en los años 50 y 60.

Cachupín
Nuevamente concluyo estos paseos con una inmensa sensación de gratitud por esta amistad, a la que se han sumado otros amigos; un bálsamo para enfrentar una nueva semana, un sano e intenso ejercicio pero matizado con la conversación y las experiencias de los demás, entregada sin recelos, con confianza...

(Este texto es creación de Lucho Latorre)

domingo, 29 de abril de 2012

Una mañana diáfana en el cerro de Los Tubos


Efectivamente: una mañana y completa, pues el ascenso comenzó poco antes de las 9 y concluyó alrededor de las 13:45. Una mañana diáfana, como dijimos en el epígrafe, porque la reciente lluvia limpió y desempañó el parabrisas de la gran ciudad.

Puntualmente con el horario de invierno, a las 8:30 estábamos congregados, por el lado de las mujeres, la Isabel Eguiguren, la Manena Fontova, las encantadoras hermanas Janett y Angélica (Chepa) Fuentealba; los hombres: Eugenio Lagos; Francisco Valdivieso, Pancho Balart, Gabriel Bunster y quien escribe esta vez, Lucho Latorre.

Janett y Chepa; atrás los tubos
Una rápida subida por la central eléctrica abandonada de La Disputada de Las Condes a un costado de La Ermita, seguidos por 2 simpáticos cachupines de turno. Quizá no tan rápida pero se pasó el tiempo como si tal cosa, porque la conversación fue muy diversa y entretenida, con este extraordinario nuevo aporte de Jeannette y Angélica, con anécdotas sabrosas de su Chillán natal.

en la bocatoma de la central; arriba, donde parten los tubos
En la cima, un gratísimo descanso, donde Eugenio desde su perspectiva de arquitecto nos ilustraba acerca de algunos estilos arquitectónicos del Santiago de la belle époque chilena, en especial, el "bello" museo de "Bellas Artes" y su estilo neo clásico, así como el origen de tal estilo, lo que matizaba Gabriel con una divertidísima narración de lo que fue un singular remate de pintura, donde levantó el dedo, adjudicándosela, una de sus niñas, cuando pequeñita, en Santo Domingo y su reacción frente a aquella precoz pero decidida rematante: notable la actitud de mi amigo.

vista al valle hacia el sur
Durante el ascenso, abordamos, siempre bajo la batuta erudita de Eugenio, el Art Decó y el Bauhaus imperantes en la VIII Región y en Ñuñoa de los años 40: siempre se aprende mucho con los arquitectos ... y es sorprendente cómo con su guía, podemos los legos hallar belleza en edificios y obras que sin esa previa instrucción simplemente desechamos.

descanso en la cumbre
He de confesar que me conmovió  --sospecho que no fui muy comprendido en mis caninos sentimientos--  la actitud de los cachupines: a la hora de nuestro descanso se "ganaron" bajo la sombra de un árbol que distaba unos 5 metros del que nos cobijaba a nosotros, en una actitud de prudencia y expectante compañía digna de la mejor causa ... Uno de ellos, con antepasado pastor alemán no tan lejano; su compañero, hijo del rigor. Empero, estos fieles amigos además de aquella compañía, cumplen otra función, según observábamos al retornar: si su grado de cansancio es significativo, pese a su tracción a las 4 patas, es porque el desafío de la jornada fue importante: ese fue el caso del Cerro de Los Tubos, pues los cachupines bajaban con su orejas gachas, con la lengua a nivel del suelo, "sin hablar" ... en fin, ni agua aceptaron... diríase, pues, que contábamos con un buen "perrómetro".

abajo traslado de ganado
Al bajarnos del auto de la Manena, quien diestramente nos llevó a algunos a La Ermita, nos despedimos de estas magníficas amigas, en particular de nuestra querida Jeannette, que viaja por 1 mes a Filadelfia, a recibir a su nieto que nacerá en aquella ciudad norteamericana.

Y así interrumpimos por 7 días este encuentro fraternal, cada uno a lo suyo ... hasta que el próximo domingo iniciemos otro paseo con esta compañía de privilegio.
plateau
(Este texto es creación de Lucho Latorre)

martes, 10 de abril de 2012

El Alto del Naranjo en dos etapas


Pancho Balart y yo (Lucho Latorre) llegamos puntualmente al sitio de encuentro. A las 8:30 estábamos iniciando el ascenso de la que llamamos Primera Etapa  del Alto del Naranjo. Mi condición física dejaba mucho que desear, como consecuencia de una sinusitis, pero decidí echar el malestar a la mochila y las emprendimos.

Lucho en las cadenas
Los primeros pasos, ayudados por las cadenas enclavadas en la roca, luego, subir y subir por un sendero estrecho, a veces bordeando un profundo acantilado.

Bastante gente, pero no al extremo de hacerlo incómodo ... de ninguna manera. Me explica Pancho que es un sitio seguro contra eventuales asaltos, precisamente por aquella concurrencia: de hecho, nos cruzamos con una bellísima lola acompañada solamente de su perrito.

Pancho
Luego de sendas y breves detenciones hablando de la humano y lo divino, llegamos a la canaleta, abordada esta vez por este sitio.

Varios subían en familia, incluidos pequeños niños de unos 3 años... ciertamente un lugar no apto para esa edad.

Lucho
A instancias mía regresamos más o menos temprano.

La segunda etapa, pues, será el domingo 15 de abril (s.e.u.o.).

Lucho en la puerta de entrada a la ruta al Alto
(Este texto es creación de Lucho Latorre)

domingo, 11 de marzo de 2012

11 de marzo en el Guayacán: un anticipo del otoño

Este domingo, en el que pareciera que el verano comienza su retirada, fuimos 6 los autoconvocados a la Ex Terpel: Francisco (Valdivieso), Gabriel, Alejandro Melo, Consuelo y Ana María, además de quien escribe, Lucho Latorre. El destino consensuado, el Guayacán accediendo por la Hacienda Las Varas.

Lucho Latorre, Consuelo y Francisco Valdivieso
Tardó esta vez en salir el sol, pues en el embalse, aún no asomaba, pero el clima era magnífico, notándose velada la cadena de cerros hacia el oriente, por una tenue bruma.
Alejandro, debutaba con señalado éxito: sin prisa pero sin pausa logró junto a todos, la cima.
Entretenida su conversación acerca del mundo de los libros, desde la perspectiva de las editoriales: Francisco, que acumula un sinnúmero de experiencias laborales y de emprendimientos, ciertamente que conocía tal mundo, recordando con sabrosas anécdotas, las editoriales de muchos años atrás.

El ascenso fue muy rápido, por lo que agregamos algunos grados de dificultad llegando hasta más allá de lo previsto inicialmente.

Francisco, Ana María y Alejandro, Lucho Latorre
El descanso bajo una tupida sombra fue magnífico, con el refrigerio compartido, especialmente unos bloques de cereales aglomerados con que nuestra querida Ana María nos sobrealimentaba generosamente. Prosiguió la entretenida conversa, con temas del día, otros del espíritu, en fin, no estuvieron ausentes los recuerdos a nuestros amigos y amigas ausentes: Rebeca, Alejandra, Isabel (quien está poniendo su principesco cetro en grave riesgo, no por merecimientos, que le sobran, sino que por sus rebeldes y consecutivas ausencias), Paula, en fin, Verónica, Marisol y tantas otras, sin perder de vista a uno de nuestro líderes, Pancho.

Consuelo, Lucho y Francisco
Mi ya cuestionada condición rambística una vez más fue objeto de oprobio por mis compañeros, al ofrecerles entusiastamente un poderoso bloqueador que al comienzo fue rechazado, empero, al narrarles la historia de un querido amigo que por una lesión seguramente de origen solar en una oreja terminó con un cáncer generalizado, se aprestaron a volver sobre sus pasos y con su dignidad algo resentida, aceptaron mi ofrecimiento: "soldado que arranca, sirve para dos guerras".

Ana María y Alejandro Melo
La sequía se ha dejado sentir en esta yesca tierra, lo que dificultó para algunos el descenso, pues a ratos era francamente resbaloso este paraje habitualmente tan amable. Eché de menos nuestros invernales ascensos, cuando la nieve de la cordillera nos tendía su alba alfombra: ¡que maravilla estos climas que contemplan estaciones diversas y nos sacan de la rutina ! ... bien, por este lesionado Santiago.

descanso en la cumbre
Así concluyó un paseo más, un dominical encuentro de deporte y por sobre todo de amistad bajo el amparo de la naturaleza. Un envío amistoso y cálido para que la entrada al mundo de las obligaciones sea más iluminado. Una vez más, mi gratitud por estas horas inolvidables ...

la caída de Lucho Latorre
Nuestro cantautor, Francisco Valdivieso

(Este texto es creación de Lucho Latorre)

domingo, 26 de febrero de 2012

Nuevamente el fiel Guayacán aguardaba por nosotros

Sólo Gabriel y yo (Lucho Latorre) llegamos a las 8:00 a.m. a la Ex Terpel: era de suponer, considerando que aún estamos en febrero, empezando una semana que ya huele a marzo...

Lucho, ya sale el sol, poco antes de la laguna
La Idea inicial era el Pochoco, pero atendidas las condiciones físicas algo desmejoradas, producto de las vacaciones, optamos por el Guayacán.

a expensas del cactus
Un día espléndido, en el que lo que más llamó a atención, fue el silencio de la gran ciudad, aún adormecida por el veraneo de muchos: ello contribuyó a que se notara la gran variedad de sonidos de pájaros que acompañaban ruidosamente nuestras breves escalas: ellos, dueños de la situación y del hábitat, lo hacían notar.

encuentro de Luchos
En una de tales escalas, nos encontramos con un campesino del lugar, en faenas de riego: una breve conversación, propia del mutismo de nuestros hombres del campo, pero amable: nos ilustró acerca del fundo Las Varas, algo de su historia. El nombre de este gentil señor, fácil de prever en nuestros campos: "Lucho". Enseguida arremetimos la etapa final para llegar a la cumbre a las 10:30, según lo anunciaba el carillón de los Benedictinos.

nueva cruz y Gabriel
La conversación, como siempre amena e ilustrativa con Gabriel: algo hablamos de las distintas instancias de la meditación, la oración y la reflexión, en una interesante diferenciación que narró Gabriel, distinguiendo una suerte de 5 estadios. Asimismo, hablamos algo sobre la afición por estas expediciones semanales a los cerros, comentando sobre aquel concepto de la filosofía escolástica, la "pasión dominante" que mueve en diferentes direcciones a los seres humanos; en el caso de esta actividad, unos al contemplar la montaña inician el ascenso con el afán exclusivo de conquistarla, en tanto que otros, nuestro grupo, privilegian el encuentro de corazón a corazón: de ahí que la conversación sincera y abierta, no por ello menos amable, sea tan importante y nunca nuestros morrales irán desprovistos de ella

Luis Latorre feliz
Por mi parte. me despido hasta el domingo 11 de marzo.

(Texto de Luis Latorre)

Gabriel en ascenso


De yapa, otro Lucho, Lucho Navarro.

lunes, 16 de enero de 2012

Paseo a la curva 32 del Camino a Farellones

La Ex Terpel figuraba llena de gente desde antes de las 8:00 pero no correspondía a ninguno de los "nuestros". Al poco rato fueron apareciendo sucesivamente Alicia Hameau, Ana María Díaz, Francisco Valdivieso, Pancho Balart y quien escribe, Lucho Latorre. Hubo grandes ausentes, cuya constancia hizo que los echáramos en falta: Gabriel, la Princesa, la Rebeca, la M. Elena, Martín, etcétera. Con todo y pese a ello, tales sentidas ausencias, no fueron óbice para que pronto nos pusiéramos de acuerdo y de este modo acometiéramos nuestro desafío del día: esta vez, la curva 32 del Camino a Farellones.

Alicia, Ana María, Pancho, Lucho
Un día magnífico, un panorama espléndido, quizá como nunca nos auscultaban desde baja altura, cerca nuestro, 3 cóndores y un águila que nos deleitaban con sus evoluciones aéreas. Luego, como queriendo rivalizar con tales destrezas, apareció una golondrina, con un tipo de vuelo absolutamente diferente, con giros rápidos: llamaba la atención que lo hacía entre los 5 sube cerros, casi interrumpiendo la amena conversación, como aquellos niños que no quieren perder protagonismo a riesgo de ser retados por sus padres: verdaderamente insólito y bello. Comentábamos la eclosión de vida a esas alturas: aves, insectos, lagartijas, flores, en fin una comarca animal variopinto.

por la ruta en travesía con Pancho de guía
Como la subida no ofreció grandes dificultades, Pancho, que nos lideraba, optó por hacer un regreso que más que un descenso asemejaba un nuevo ascenso: en efecto, se las ingenió para que, pese a seguir subiendo, llegáramos de regreso al automóvil felices de esta nueva y mágica experiencia, con aquellos alados anfitriones. Una vez más, una mañana de sana entretención, fecunda amistad, bastante ejercicio, en fin. salud para el cuerpo y el alma.

Francisco y Pancho, en una cumbre
En algún momento del descenso / ascenso, Francisco Valdivieso nos alegró con sus magníficas interpretaciones de boleros: un verdadero lujo en este equipo. Asimismo las fotografías corrieron de su parte.

Ana María, escoltada por Lucho
Es probable que el próximo domingo yo no sea de la partida y que a continuación tome algunos días de vacaciones, por lo que --no sin nostalgia-- me despedí hasta el domingo 27 de febrero, oportunidad en que, junto con comenzar en los hechos el año laboral, recomenzaré por mi parte estas incursiones que tanto y tanto me regalan.

Lucho Latorre, en las altas cumbres

domingo, 25 de diciembre de 2011

Navidad en las alturas ...

A las 8 MET (Meridiano ex Terpel), comenzaron a llegar los entusiastas y aperrados sube cerros: ya estaba antes de esa hora nuestra encantadora Claudia Villar; pronto lo hicimos Luis A. Latorre y EQE (“el que escribe”), Lucho Latorre. No pasó mucho rato y aparecieron Gabriel, Francisco y la Princesa (Isabel) cada uno en sus automóviles, por lo que decidimos reunirnos solamente en 2 y emprender el camino al Potrerito, por el desvío a la Disputada de Las Condes.

poco antes del Potrerito
Francisco lucía un magnífico sombrero y un bastón Doite, especialísimo para estas faenas, ambos, ciertamente, regalos del viejito pascuero. Aún en la carretera, debió detenerse la alegre caravana para permitir que EQE pasara adelante en el auto, por sus ya clásicos mareos (¿estará retornando a su segunda infancia?...).

nuestro cantautor, Francisco Valdivieso
Ya iniciado el ascenso, con un calor intenso, recibimos el llamado de Pancho Balart, quien se confundió con el cambio de horario y estaba algo atrasado, con ganas de desertar, empero más pudo la persuasión de sus amigos que lo convencimos de que nos alcanzara: ello nos permitió un temprano descanso a la sombra de un generoso árbol. Su más que probada excelente condición física hizo que a los pocos minutos nos diera alcance. Y nos permitió asimismo disfrutar de su inestimable compañía.

los varones del equipo
Y desde allá, los 6 reiniciamos la marcha por paisajes verdaderamente bellos: la última vez que hicimos este ascenso, fue con una tierra tapizada suavemente por la nieve. El segundo descanso, y el primero para Pancho, fue junto al murmullante sonido de un arroyo bajo una sombra magnífica: y a contar de ese momento, Francisco (Valdivieso) comenzó a deleitarnos con sus canciones, especialmente boleros y tonadas, ejecutadas sin acompañamiento de guitarra (mucho menos de piano … como es de suponer). Luego, algunos paso dobles de singular romanticismo, como el de aquel torero que pone su capote en el suelo, para que la bella que descendía de su calesa, camino del redondel, posara con garbo su “lindo pie”, capote desde el cual el lidiador cortaría un trocito para hacerse un relicario…, ¿qué tal?. Pancho, desde sus ibéricos ancestros, lo seguía con mucha atención y no exento de emoción: nada más y nada menos que los mismísimos Churumbeles de España en el Potrerito … ¡¡¡ quiúbo…!!!.


La conversa y los cantos fluían con la misma espontaneidad con que lo hacía el agua por el cauce del manantial aquel … cristalina y sin apuro …

En la cumbre nos aguardaba un roca inmensa que nos cobijó bajo su pétrea sombra: comenzaron a saltar desde las mochilas, unas ricas aceitunas españolas rellenas, que traía la Princesa; maní salado y pasas; algunas ricas galletas de cuáquer, las naranjas de Pancho que domingo a domingo nos regala.

en el potrerito mismo
Haciendo una excepción que ameritaba el día 25, rompiendo así la acostumbrada la ley seca que se promulga en la montaña, apareció una bota vasca que contenía un vino (Santa Agustina) cabernet sauvignon el que, según los más entendidos, se dejaba tomar. Sólo algunos intentaron beberlo desde la bota, Luis A. entre otros y con señalo éxito: otro(a)s optaron por el clásico vaso, esta vez, unos rambísticos vasos decorados con las princesas de Disney.


Cuando nos aprontábamos a bajar, aparecieron antiguos sube cerros: Pía Sartorius y Andrés Reutter, pero en otra dirección: ello no fue óbice para que Francisco, instados por nosotros, con bien templada voz le dedicara a ella el paso doble El Beso, que Pía supo apreciar y agradeció entusiasmada …

Por arte de birlibirloque, la ingesta moderada del vino hizo que la bajada fuera más solvente y firme, sin pochocazos.

nos alcanzan Andrés Reutter y la Pía Sartorius
En el grupo de bajada que integré, resonaron nuevamente algunos boleros y tangos con que Francisco amenizó el descenso.

En fin, una mañana alegre y musical … una nueva jornada absolutamente inolvidable. Y junto a ello, la espera de siete días para que nuevamente describamos otra historia de cerros junto a este notable grupo que me acoge con singular simpatía y aprecio …

se nos adelantan Andrés y la Pía
EQE

Nota: este texto lo escribió Lucho Latorre

domingo, 11 de diciembre de 2011

El cerro de los tubos

Este domingo sólo llegamos Pancho Balart y quien escribe, Lucho Latorre. El destino, el cerro que llamamos como cerro de los tubos, pues llaman la atención 3 largos tubos metálicos que bajan desde una apreciable altura hasta una central hidroeléctrica de la Cía. Minera la Disputada de Las Condes, en desuso desde hace muchos años.
No es un ascenso fácil. Hicimos el primer descanso a una hora de marcha, en unas instalaciones fantasmales donde se inicia el circuito de los tubos de marras.

Pancho Balart
La subida, prácticamente en silencio, por el esfuerzo que demanda este cerro.

Al cabo de 2 horas, mientras hacíamos la segunda pausa, suena mi teléfono: mi hija Marcela desde su lugar de residencia, la lejana ciudad de Madrás, en la costa sur oriental de la India, para noticiarme que habían decidido su retorno definitivo a Chile, para marzo del 2012: no pude sino compartir esta inmensa alegría con mi amigo Pancho. Junto a ella retornan mi yerno y sus 4 pequeñas niñas, mis nietas.

A las 3 horas llegamos a la cumbre --en realidad, a escasos 50 metros de aquella-- pues era algo tarde.

El retorno, con la siempre ilustrada conversa de Pancho, sobre materias eminentemente científicas que él domina y explica muy bien: un lujo de interlocutor y maestro.

Desde la altura se dominaban, de un lado, aquellos vestigios de la central hidroeléctrica fantasma (¿una futura Sewell, una oficina salitrera, Humberstone ... ?); del otro lado, una bien tenida medialuna y plantaciones ordenadas; además, lo que fue un sanatorio para enfermos de TBC, hoy refugio de unos religiosos: Thomas Mann y su Montaña Mágica...

Lucho Latorre (el autor de este texto)
He de confesar que el descenso no fue exento de "pochocazos" (denomínanse así, las caídas y su natural consecuencia: algunas magulladuras menores) que corrieron especialmente por mi cuenta. En términos gardelianos, diríamos "cuesta abajo en mi rodada"...

Nuevamente un simpático perrito nos acompañó de ida y regreso; a intervalos prolongados se cobijaba a la sombra de algunos árboles y con su lengua completamente fuera de su hocico jadeante, nos miraba con cara suplicante como diciendo: ¿seguiremos subiendo?... El calor se hizo sentir, salvo en la cumbre, donde un fuerte viento lo aplacaba.

A las 14:00 estábamos en la Ex Terpel, donde dentro de 7 días la montaña nos habrá de regalar una nueva sorpresa.

(Texto de Lucho Latorre)
Gardel: Cuesta abajo

domingo, 4 de diciembre de 2011

Primer domingo de diciembre en la montaña

La lesión de algunos miembros del equipo, el trasnoche de otros, en fin, la libertad de todos, nos invitó a optar por el amable y conocido Guayacán, con sus suaves pendientes y bello paisaje: este cerro fiel nos acoge cada vez que lesiones o noches de juerga nos inclinan por elecciones más amables; el Guayacán es como aquellas fieles mujeres que luego de una larga desaparición de sus hombres, los reciben de regreso, pobres, maltrechos y enfermos, sin preguntar nada. El silencio … ese fiel y discreto compañero …

Verónica Tagle, Francisco, Pancho, Isabel y Lucho Latorre (el autor)
El punto de partida fue aquel “museo” de automóviles americanos de los años 40; esta vez cambiaré la voz “museo” por “hospicio”, pues sin duda que su dueño, por viejos, simplemente los abandonó.

Fuimos 8: Pancho Balart, Gabriel Bunster, Alfredo Lea-Plaza, Francisco Valdivieso e Isabel Eguiguren (la Princesa), más dos bellas y encantadoras amigas de Alfredo: Marisol Rozas y Verónica Tagle, a quienes se suma quien escribe, Lucho Latorre.

Lucho, Pancho, Verónica, Isabel, Francisco
Una buena mañana fue el marco de este magnífico paseo. La conversación de subida, con el vívido e ilustrado relato de Francisco (Valdivieso) acerca de su reciente incursión por el lejano oriente: Viet Nam (Hanoi y Saigón, hoy Ho Chi Min), Mianmar, Tailandia, Cambodia ... Las Mil y Una Noches en la narración de un sube cerros.

Ciertamente, aprendimos muchísimo de él: las costumbres, la geografía, algo de política (la cruel dictadura de Pol Pot). La belleza notable y singular de las vietnamitas (no confundir con “las camboyanas”, que no necesariamente provienen de Camboya, tampoco han de ser asiáticas). Los masajes personalizados de la Tailandesas, una cura para todos los males, en fin, una narración magnífica y matizadas con anécdotas sabrosas … empero, como telón de fondo, surgía --una y otra vez-- desde el alma, el comentario relacionado con la belleza de las vietnamitas y su don de grandes damas. Ante la probable posibilidad de que algún lejano amigo de esas remotas comarcas visite este blog, no puedo resistirme a la tentación de calificarlas, en su lengua vernácula, como las “hoa vàng” de nuestro criollo Manquehue.

Lucho y el descanso plácido de Pancho en la canaleta
Esta vez Francisco no vio a Rambo: sin embargo, entre los sube cerros, suele vérsele.

Pancho (Balart) nos regaló su personal y fundado punto de vista sobre la crisis en la Zona Euro, las prevenciones que debieran tomar otras economías occidentales, en fin, un robusto análisis de aquello.

descenso en fila india
En la cima del cerro y en el clímax del paseo, junto a la canaleta y el cautivante murmullo del agua, cobijados bajo una generosa sombra, hicimos un buen descanso, donde, escuchándolas, pudimos conocer mejor a nuestras amigas Marisol y Verónica mientras reparábamos fuerzas con los líquidos de rigor, más las naranjas de Pancho y las galletas de champagne que, rechazadas al principio, terminan finalmente siendo aceptadas con algo de recelo.

sesión de fotos
El retorno, luego de ¾ de hora de descanso, fue por la misma ruta de ascenso. No hubo queja de los lesionados, por lo que consideramos que la elección de esa fiel montaña fue la correcta. Alguien insinuó que la próxima subida podría ser el jueves en reemplazo o además, del domingo 11, pues algunos fallarán ese domingo a propósito de una semana con un feriado de por medio. Lamentablemente no se planteó, por lo que tal vez en esta instancia y por este medio podamos resolverlo.

Marisol, Gabriel y Verónica
A la bajada nos esperaba, esta vez como ciclista, Caco Salazar, con su amabilidad y caballerosidad clásicas.

Entretanto y a la espera de ese encuentro, seguiremos cada cual marchando por el sendero de la vida que cada cual tiene preparado.

Nota: el autor de este relato fue Lucho Latorre.

Francisco Valdivieso contando su viaje a Vietnam y países aledaños