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lunes, 24 de junio de 2019

Poema de Luis Latorre a los subecerros

La cordillera es amante y amable,
una señora reposada, seria y
un tanto terca e insobornable

Pues tiene distintas altitudes,
recovecos y caprichosas veleidades.
Vea cada quien sus propias aptitudes
y abórdela con decisión inclaudicable.

La nuestra, velada por un mal aire
pero sus robustos pulmones
la mantienen inalterable.

No la somete el smog, ese compañero
urbano infatigable
ni baja su cerviz ante aquel desleal
y etéreo ser abominable.

Antes bien, acoge en sus íntimas entrañas,
pase lo que pase,
a este singular grupo Subecerros,
domingo tras domingo,
como amante clandestina
que acepta el abandono
durante la semana.

Luis Latorre

domingo, 23 de junio de 2019

Domingo 23 de junio. Las Varas

Llegaron siete: Pancho. Víctor, Soledad, Anamaría, Francisco y Anne Marie, y yo, Gabriel.
Día, templado. Nublado hacia la cordillera y despejado hacia la costa. Siempre estuvimos bajo las nubes, altas, pero en un momento nos tocó el sol. Nos alegramos cuando eso pasó.

en la canaleta
La sequía es un tema. Nos fuimos por la ruta de Las Varas, para llegar a la cumbre del Morro Guayacán. Muchos arbustos están secos, al parecer muertos. El tranque en su mínimo nivel histórico, desde mi experiencia.
No tan lejos de aquí, las crecidas de los ríos de las cataratas de Iguazú, me hacen pensar que nuestras aguas están allá. Se han desplazado.
No esta buena la cosa con la falta de aguas.

Pancho, Soledad, Víctor, Anne Marie y Francisco que saca la foto, son los que llegaron a la cumbre
Hubo un pequeño debate de hacía donde no dirigiríamos. Ganó Las Varas, no se si muy limpiamente. Al parecer a nadie le importa tanto el destino. Vamos, es quizás el verbo que esperan.

Ya no hay cajera en las Varas. Sigue ahí el cartel de "Clausurado" en la puerta de la oficina de la cobradora.
Seguimos en auto hacia arriba a la misma parte de siempre, bajo un techo de tela de plantaciones de kiwi.
El grupo se bajó del auto, se preparó, pero no partía. Ahí les saqué esta foto.

Pancho, Víctor, Anamaría, Anne Marie, Francisco, Soledad
Llegamos a la canaleta y nos fuimos aguas arriba bordeándola. Pancho adelante. La verdad Pacho lideró todo el ascenso.
Vi que la Anamaría venía rezagada, así que me detuve a esperarla. Seguí con ella hasta la serie de cumbres que se coronan con el Morro Guayacán. Ella quiso quedarse hasta ahí y esperarnos. Yo decidí acompañarle. Buenas conversaciones tuve con esta profesional apasionada con lo que hace, autónoma, llena de energía.

Gabriel
Se demoraron en volver. El día estaba casi tibio, muy rico, Quizás por eso, en la cumbre, comieron, descansaron y estuvieron tan a gusto, que no se hacían la idea de volver. Siendo que había ahí personas que tenían compromisos de almuerzo, a los que en consecuencia llegaron atrasados.

un descanso en la misma canaleta a la bajada
Fue divertido, pues los atrasados a citas de almuerzo se fueron muy rápido adelante, tomando mucha distancia de los de más atrás. El problema fue que en el último grupo venía el dueño del auto. Así que abajo esperamos un buen rato.

Soledad y Francisco
Yo recomendé la película Dolor y Gloria de Almodovar y la Soledad recomendó la película de cine arte 1945.

Francisco y Gabriel
Terminé almorzando con mi mujer en el restaurante Costa Nazca de Príncipe de Gales. Y después la buena siesta.

domingo, 16 de junio de 2019

Por la ruta del Alto del Naranjo

Llego el primero y me quedo adentro del auto cuando llega la Alejandra, a la que invito a entrar, por el frío. Luego llega Víctor que se sienta atrás, al nosotros no bajarnos.

Dejamos dos autos en la callecita y partimos en el auto de Víctor, sin hablar de adonde íbamos, asumiendo que sería Las Varas.
Sin embargo, en el camino cambiamos de idea y seguimos a la ruta del Alto del Naranjo, por el lado norte del puente Ñilque.

Alejandra
A $ 3.000 estaba la tarifa de entrada y $ 2.000 para la tercera edad, a la que todos pertenecíamos. Manga de viejos.

Partí adelante; los esperé después de la subida empinada con cadenas.
Hacía años que no andaba por esta ruta, tan familiar en una época.

Alejandra y Víctor por las cadenas
La primera parte, a la sombra, helada. En la primera vuelta a la izquierda ya estábamos bajo el sol. Qué maravilla ese sol en día frío. Día despejado, salvo pocas nubes que merodeaban en torno a la alta cumbre del Plomo.

Todo estaba igual, con la ruta más honda quizás. Paramos un rato en la siguiente cumbre después del desvío a Vallecito.
Les pregunté si habían leído Altazor de Vicente Huidobro y la Alejandra recita esta línea de la obra, en la que yo me quedé chantado cuando llegué a ella: "los cuatro puntos cardinales son tres, norte y sur". Qué notable !
Yo me quedé pegado pensando, pero si esto esta mal !
Nos reímos de buena gana y la Alejandra trajo a colación otra frase del autor: "Silencio, que la Tierra va a parir un árbol". Esta linea la había leído esa misma mañana.
Alabamos a Huidobro y en particular, esta obra, Altazor.

Alejandra y Víctor
Llegamos a la cumbre de la canaleta, donde ambos, ellos, querían seguir de largo al Alto del Naranjo. Caminemos por la canaleta aguas arriba propuse yo. Nos queda una media hora para empezar el descenso para que llegues a tu almuerzo Alejandra. Bueno, y eso hicimos.

vista a la cordillera
Nos sentamos en una vuelta de la canaleta, donde alguna vez nos topamos con un enorme toro. Y comimos mandarinas, frutos secos y sándwich de alcachofa, de la Alejandra. Muy rico todo.

descanso de cumbre a la orilla de la canaleta
E iniciamos la vuelta. Yo iba adelante, la Alejandra es de tranco lento. Les tomé mucha distancia.
Nos cruzamos con bastantes personas. Es una ruta de cierto tráfico, incluso en un precioso día de invierno, bien helado, como este. La brisa, fue siempre helada.

De a ratos tosía y sonaba mis mocos. Qué mal estás, algo así me dijo la Alejandra. No, estoy muy bien le respondía yo. La verdad un rezago de un resfrió que ya pasó.

Llegamos abajo, nos registramos y al auto. Sin apuro hasta nuestros autos donde nos despedimos.
Hasta la próxima.
Me fui solo a comprarme una empanada, en la ruta al Pochoco y pregunté por la dueña, ya de 80 años. Por ahí andaba y cuando apareció le pedí me acompañara a comérmela en la terraza. Y eso hicimos, un exquisito encuentro con esta notable mujer de tan solo 80 años, que ya tiene tataranietos. Que tal ?

Nota: ese día mi hijo Diego, con su mujer Elisa Salinas, circularon por la misma ruta nuestra, pero ellos sí llegaron al Alto del Naranjo.

Diego en el Naranjo
Diego y la Elisa, hija de José Salinas

martes, 11 de junio de 2019

Domingo 9 de junio

Incluso temprano no hacía frío invernal, pasó a saludar solamente la María Elena, que siguió con Mario hacia Altos del Naranjo, mientras nosotros fiel a Las Varas partimos: José, la Lily, Ana María, Victor, Alejandra y damos la bienvenida a Milena Grunwald, que se une a subecerros por primera vez.

Ya nos acostumbramos a dejar el auto más arriba y miramos sospechosamente si, ¿no será posible llegar más arriba aún en auto?

Soledad. Manuel José, Alejandra, Milena
Ya en el tranque, que de tranque le queda poco, solo la base plástica y el fondo fangoso, se quedó la Lily porque se sintió mal, después nos contaría que se recuperó y conversó con todo el que pasó, enterándose que están preparando un lugar para camping de casa rodante, por lo que han instalado baños, agua y plantado algunos árboles.

Más arriba al llegar a la canaleta, también con escasísima  agua como nunca, se cansó Ana María y se quedó a la sombra de un litre, al regreso nos contaría que 25 personas trabajaron todo el fin de semana intentando limpiar la canaleta, con el fin de lograr que corriera un poco más el agua.

Soledad. Manuel José, Alejandra, Milena
Realmente al regreso cuando los vimos con las palas, daban ganas de ayudar, pues con la sequía se ha acentuado la erosión y la tierra y piedras caen a la canaleta y embancan el curso.

Uno de los temas conversados, el consumismo energético, mantuvo álgida discusión entre las políticas a desarrollar y los mínimos aportes individuales que cada uno puede hacer. Hablamos también de la obsesión de algunos montañistas por lograr la cumbre, aunque sea la última cumbre de la vida. También Victor relató de Tierra del fuego, tentándonos a conocer parajes tan lejanos y solitarios.  Disfrutamos el camino y el aire estaba diáfano, al menos en esa mañana no se notó smog y llegamos hasta el morro Guayacan.

Alejandra, Milena, Víctor, Soledad y Manuel José
Conversamos también de la película 1945, pues yo, Soledad, la iba a ver ese mismo domingo a las 3 PM por lo que partí la primera desde Morro Guayacan para lograr llegar, lo hice directo del cerro, atrasada, el acomodador me dijo "abríguese" el Normadie es helado,  pero 1945 es una película que vale la pena ver, húngara, en blanco y negro, trata de las "atribuciones" ( razones que cada uno le da a un hecho) a la llegada de dos personas al pueblo, en que a cada uno le afloran sus terribles remordimientos y ... no cuento el final para que la vean.

Buena semana para todos después del alimento del alma.

(texto de Soledad Tagle)

domingo, 2 de junio de 2019

Una deliciosa caminata bien conversada por Las Varas

Llegué a pensar que no llegaría nadie, pero no alcancé a pensar que haría en ese caso.
Y llegan, Manuel José Salinas, mi consuegro y la Lily, su mujer.
Les conté que su hija Elisa, que anda por Chile y mi hijo Diego, su marido en UAC, irían a almorzar ese día a mi casa.

Manuel José y Lily
Necesito la hagamos corta, así que acordamos hacer algún recorrido por Las Varas.
Dejamos el auto en la zona donde lo hemos dejado últimamente, cerca del tranque.
Y partimos cerro arriba, por detrás del tranque.

Gabriel y Manuel José
No me gusta esta ruta, dijo Manuel José. Por que no seguimos por el camino que sigue en la dirección de Farellones. De hecho retrocedimos camino andado, hasta dar con el camino, que seguimos hasta su término, en la variante que asciende.

bajando a tomar el camino que seguiríamos
La verdad no paramos de conversar, con intensidad; los tres, de ida y de vuelta.
De repente recabé que no estaba conectado con el lugar, con el cerro. Que estaba en mi cabeza. Siendo que el día era óptimo. Estaba en buena medida despejado y el aire limpio como hacía mucho tiempo. Muy limpio. Y la temperatura, templada, muy agradable.

aquí se aprecia mejor el cielo
Se terminó el camino, nos sentamos y sacamos nuestros frutos secos que compartimos. Y tomamos agua, mi agua azul, que la Lily me recomendó no seguir tomando.

Y de vuelta. A tiempo para mis compromisos.