Llegamos dos hombres, Pancho y yo, y tres atractivas mujeres: Marisol, Antonia y Clara López Solar (nueva).
Pochoco? por lo nublado. No, muy pesado para la Clara; vamos mejor al Guayacán, que es más liviano. Y nos vamos a la derecha, para cambiar lo típico, dirá Pancho. Y eso hicimos.
Marisol, Antonia, Clara y Pancho |
Ah, era día del padre; así que hagámosla corta, por los compromisos en tierra firme de la ciudad.
Resultó justo el contrario.
Tomamos siempre a la derecha, siguiendo un hermoso camino, que cuando empezamos a bordear las casas, rabiosos perros ladraban y nos amenazaban insistentemente. Avanzamos un poco más rápido.
el cielo y la neblina abajo |
Ahí salió a colación, los talleres de teatro de Ian Contreras, de los que hablé de mi experiencia en ellos (link a mi posteo al respecto) y algunas mostraron interés en asistir.
Seguimos hasta el punto donde termina la canaleta y donde esta se desvía a un gran estanque. Poco más allá arremetimos cerro arriba, siguiendo las huellas más bien de ciclistas.
Un grupo de tres pasaron cerro abajo, en sentido contrario al que íbamos nosotros, a velocidades que nos dejaron perplejos por los riesgos inminentes que corrían.
en la cumbre del día |
Varios ciclistas que venían de San Carlos de Apoquindo, pararon ahí mismo y algo conversamos con ellos.
Después de un rato, en conversación dividida, tomamos la ruta que supuestamente daría la vuelta por detrás del cerro alto que teníamos al frente y llegaríamos a la canaleta y a la ruta de bajada tradicional nuestra.
Todos - foto tomada por un ciclista |
La vuelta fue bastante larga. Nos elevamos muchísimo en relación a las alturas habituales por las que andábamos por ese circuito y finalmente, al llegar a una cumbre, vimos el camino de vuelta y la mansa vuelta que habíamos dado.
la llegada a la cumbre |
Mas dañada quedó la Marisol, que iba más silenciosa que lo habitual. Sus rodillas se resintieron.
Yo llegué bastante cansado a casa, así que sospecho que todos quedaron mas bien molidos. Ya sabremos.
El día desde cierta altura se abrió y Santiago se veía sobre un mar de nubes, con la punta del Manquehue a la vista. El resto eran nubes altas hacia la cordillera, las que nos cubrían. Y despejado hacia la costa.
Un día templado para frío, pero que el movimiento nos mantuvo bien temperados.
retorno |
Un bello, largo y aventurado paseo. Espero se repita.
Nos cobraron a la vuelta, con alguna trifulca y la aclaración que la hora de entrada es a las 9:00 aquí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario