Propongo Pochoco y para allá arrancamos, sin total acogida de la Consuelo. Bueno ya.
Pancho y Consuelo |
Ir al Pochoco es ir a una especie de romería; mucha gente va para allá.
bajando |
En el mirador metimos la cuchara. Si es primera vez y se queja de dolores ya, mejor lleguen hasta aquí nomás. Sino, no vendrá más. Los hombres en silencio.
La cosa es que partieron pronto de nuestra cercanía y no los vimos más hasta bien arriba. Parece que le aplicaron picana fuerte a la pobre, más bien dócil, que ya cerca de la cumbre la vi reirse más bien, cosa que interpreté como la estrategia de si no puedes, te haces la loca mejor.
Pancho y detrás la Consuelo |
Lo divertido es que en la última parte, optamos por seguir derecho y eludir la bajada clásica, ya tan deteriorada. Y venían detrás el grupo ese de las dos mujeres, que parece eran todos medios nuevos en este cerro, pues nos siguieron a cierta distancia.
Gabriel y Consuelo |
Ya en la ruta normal veo como el grupo que nos seguía venía por allá arriba, disgregados en dos grupos, lidiando con el terreno sin caminos y perdidos totalmente. Nos causó alguna risa.
Pancho, menos abrigado ya, en la travesía a la ruta clásica |
Comentamos con Pancho que si no hubiera habido toda esta gente y estas situaciones antes descritas, probablemente habriamos llegado hasta el primer mirador y hubiéramos bajado.
Ah, al ir bajando, el día abrió, salió el sol y la cosa se puso hermosa, pues ya la primavera empieza a dar sus primeras señas. Aire limpio, fresco, sino frío, verde por todos lados, con flores que empiezan a campear.
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