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martes, 18 de agosto de 2015

Medio Pochoco en día soleado y frío

Salí raudo a nuestra cita de los domingos a las 9, cuando pasado Colón recibo un llamado telefónico de alguien que reclamaba si la pasaría a buscar. No entendía nada.
Soy la Maribel me dice, la del piso 6 de tu edificio; te mandé anoche varios Whatsapp. No los había visto.
Media vuelta y a buscarla; suerte que estaba muy cerca.

Maribel, Consuelo y José
Al acercarnos a la Shell de nuestra cita, el taco es total. Los autos en tres pistas están detenidos y prácticamente no avanzan.
Primero me llama José, que está estacionado en la vecindad. Y luego la Consuelo, que viene más atrás en el mismo taco.
Es el rash del ski. El día está soleado y está glorioso para esquiar. Todos han decidido ir. A ese ritmo llegarán muy tarde a las canchas.

en el Mirador, Consuelo, Maribel y José
Decidimos salirnos del camino y buscar una ruta más cerca del río, para llegar bajando desde la plaza San Enrique en Arrayan, a la bomba.
Ahí nos encontramos los cuatro que seriamos ese día: la Consuelo, José, la Maribel y yo, Gabriel.
Digo que tengo un compromiso de almuerzo en mi casa, por lo que propongo ir al Pochoco y que yo ahí haría medio cerro; hasta el Mirador a medio camino de la cumbre.
Y para allá partimos, cada uno en su auto.

Maribel Valdivieso
Avanzamos cerro arriba con detenciones intermitentes. Mi estado físico no está muy bueno para estos ascensos más empinados de lo habitual. Igual llegamos al Mirador en la vecindad de las 11:30
Nos quedamos ahí un buen rato, a contemplar la vista de Santiago y el smog que empezaba su ascenso desde el otro lado de la ciudad. Apreciábamos la transparencia del aire, que nos permitía ver al frente, la ruta del Alto del Naranjo y el Provincia, con total transparencia. Fantástico.

José
Mucha gente subiendo este cerro. De repente viene un grupo con un tipo con una radio prendida a todo dar. No podíamos creerlo.
Cuando pasan a la altura del Mirador, me pongo de pie y confronto al tipo con la radio y le digo a la distancia que se ponga audífonos, con gestos y gritos. Me responde groseramente y nos trenzamos en voceos de ida y vuelta. Eran un grupo de franceses; extranjeros. Le reclamo respeto en un país que no es el de ellos.
Parece que más arriba los de su mismo grupo le llaman la atención y silencia la radio.

estacionamiento Pochoco
Comimos algunas galletas de la Maribel, tomamos agua, disfrutamos de la vista y el descanso. José siguió cerro arriba y la Consuelo, la Maribel y yo, emprendimos el descenso.

Mucha gente subía contra corriente. Llegamos rápidamente abajo, nos despedimos y sería.

Un día esplendoroso y un ejercicio suficiente, al menos para mi. Aparte de la buena compañía.

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