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jueves, 1 de agosto de 2019

Seis hombres a El Huinganal

Llego (Eugenio) a la Shell y nuestro lugar habitual de estacionamientos estaba ocupado con camionetas de esquiadores, diviso en la cafetería a Francisco Toyos, al poco rato llega Pancho, luego Gabriel, Víctor y finalmente Dirk. Ninguna mujer!! ¿que pasa? el grupo está perdiendo poder de convocatoria femenina, nos preocupamos.

Pancho, Francisco, Dirk, Gabriel y Victor
Pancho que venía de poco dormir a causa de un matrimonio la noche anterior, convidó unos cafés que agradecimos y tomamos con calma, haciendo tiempo a ver si aparecía alguien mas.
Como a las 9:10 nos resignamos y partimos a Las Caballerizas. Pancho pidió que hiciéramos la ruta suave ida y vuelta y así fué.

Dejamos los autos en el Líder y fuimos en el mío y en el de Francisco, quien dijo que probablemente tendría que volver antes.

caballos en la ruta
Pocos autos en el estacionamiento del Club Ecuestre, empezamos la ruta con algo de frío ya que que sol aún no entibiaba, la caminata nos acaloró pronto.

Luego nos topamos con varios caballos, el primero que vimos muy pelucón, se notaba de raza mas rústica con pelo de invierno. Después divisamos otros ejemplares mas estilizados y de pelaje mas fino, hasta que, llegando ya a la zona de los quillayes grandes, nos pasó un jinete que llevaba amarrados dos caballos preciosos, con un paso que parecía que no tocaban el suelo. De vuelta paró un rato a conversar con nosotros, uno era un caballo blanco, árabe fino, comprado en el extranjero, el otro café oscuro, un anglo-árabe, el jinete nos explicó que esos caballos son para competencias de enduro, donde se hacen recorridos de entre 40 y 120 kilómetros en un día y es necesario mantener a los pingos en acción, entonces hay que sacarlos al cerro a que corran, que son muy mansos y obedientes nos dijo, que algunos son medio porfiados y que cuando se largan a correr no hay quien los pare. Gozamos con su sabiduría de hombre de campo.

Víctor, Pancho, Gabriel, Eugenio y Dirk
Reanudamos la caminata con el tema de las pensiones, hay algunos ya en esa situación y cada uno compartió sus experiencias, además Víctor es muy entendido en el tema dado que trabajó muchos años en Habitat.  Salieron al baile las comisiones, los gastos, las tasas de mortalidad, la expectativa de vida, hasta la eutanasia se asomó al debate.

Seguimos subiendo, nos encontramos con algunos planchones de nieve en las laderas sombrías, pero ya en retirada.

dándole en ascenso
Es muy linda la subida, los cerros ya se ven verdes y la tierra arcillosa mojada se nos quedaba pegada en los bototos. Las laderas que reciben sol estaban secas eso sí, eso muestra que el agua que ha caído no ha empapado sino que solo ha mojado superficialmente. Hace falta mucha agua, hay un gran déficit.

Por fin llegamos al cerco y de ahí a la mesa hay un paso, la vista hacia la cordillera estaba maravillosa, la capa de nieve, aunque delgada cubría casi completamente los cerros al oriente de Santa Martina.

deleitándonos con los caballos
Llegamos a la mesa y compartimos almendras, frutos secos y las infaltables naranjas de Pancho mas algunas mandarinas que fueron devoradas rápidamente.
La conversa, dado que éramos solo hombres, derivó a las experiencias que algunos habían tenido con los exámenes de la próstata y derivados....fue así como salieron a flote planes de salud, seguros médicos, operaciones robóticas, datos varios y curiosas anécdotas con la bendita glándula esa, que a la larga o a la corta se manifiesta con mas o menos problemas.

amarradito 
Pasadas las 12 emprendimos la vuelta, ahora se había nublado un poco pero igual la mayor temperatura hizo que se derritiera algo la nieve y el sendero estuviera mucho mas barroso que a la subida, así que tuvimos que extremar las precauciones para evitar costalazos. Yo iba sufriendo un poco por el barro que iba a quedar en el auto recién lavado.

Al pasar por la zona de los quillayes,  grandes saludos de Pancho, Gabriel, Dirk y Francisco con José Luis Ibáñez, antiguos amigos de cerros y otras hierbas, se pusieron al día de conocidos comunes, algunos de los cuales ya habían partido de este mundo y otros aún siguen circulando por este lado.

Gabriel, Dirk, Francisco, José Luis Ibañez, Pancho y Eugenio
Bajamos en animada conversa, las curvas de la "autopista" se hacen medio largas, pero de repente, casi de sorpresa, se enfrenta la última y aparecen las casas - en una estaban sacando el pan amasado - los caballos y el estacionamiento.

Llegamos.
Sacudirse un poco y arriba para volver al Líder.
Entretenido y saludable paseo, gracias a los subecerros más fieles!!

(texto de Eugenio Lagos)

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