Una mañana fresca hace cuando Gabriel pasa a buscarme, sin el calor que acostumbramos tener otros años en estas fechas de fines de noviembre. Tal como el clima temperado y cambiante de estos días, hoy nos encontramos ante una inusual ausencia de algunos y un significativo re-encuentro con la María Elena. Los ausentes se pronuncian: Pancho ha partido a la playa, la Consuelo nos avisa que está "lisiada" por un esguince en el tobillo que la mantendrá quieta más de lo que ella desearía y la Vero tiene un compromiso familiar.
Somos 3 los que partimos esta mañana al Pochoco: cerro al que no vamos desde hace mucho tiempo por lo erosionado que están sus suelos. Con ganas de exigirnos al máximo comenzamos el ascenso con acelerado ritmo que nos mantuvo mucho más silenciosos para avanzar rápido, Gabriel especialmente atlético esta vez, lideró hasta el mirador donde hicimos una pausa para conversar y ponernos al día con la María Elena que el amor la alejado de los subecerros pero no de los cerros como aclara ella altiro. Desde allí tomamos fotos y nos despedimos de Gabriel que tenía apuro por llegar temprano para ir a un almuerzo en Curacaví.
Seguimos adelante las dos sin perder el ritmo acelerado que traemos y hablando de meditación y cómo aprender a hacerlo, le cuento de mi última lectura del tema escrito por Echart Tolle "El poder del ahora"
libro que además de explicar con lenguaje simple el fenómeno de la mente y la no-mente, va respondiéndo una a una las preguntas que usualmente nos hacemos las personas sin conocimientos ni experiencia en estas materias. Pincha este enlace al vídeos de Tolle en youtube.com
En poco tiempo nos encontramos en la cumbre, esperaba ver más caminantes arriba pero al parecer, a esta hora no está subiendo mucha gente a este cerro. Bajo la sombra de un árbol nos sentamos y seguimos conversando y recordando viejos tiempos comiendo unas ricas nueces y almendras que la elenin trae. Tratamos por unos minutos de meditar, pero al parecer vamos a tener que leer y aprender practicando, ya que la quietud no es fácil de lograr, mientras sigo entretenida partiendo nueces con las piedras.
Después de un buen descanso, aunque temprano aún, volvemos tras nuestro pasos. Piedras sueltas abundan durante la bajada lo que nos pone en riesgo a algún resbalón o caída. Otra cosa impresionante es ver lo distinto que han quedado los senderos después del terremoto...comentamos ambas lo irreconocible de las rutas especialmente la última parte de la subida.
Fin de camino comiéndo empanadas donde la .Rosalía con amigos de ruta que persuadidos por nuestra querida amiga María Elena terminan probando y llevando algunas para el almuerzo familiar. Seguimos la entretenida cháchara con mi amiga en el bus, la amistad nuestra comenzó un día así como este, rumbo al encuentro de amanecida con el grupo de subecerros que en esos tiempos eran generalmente al Pochoco.
Buena mañana llena de gratos momentos compartidos por dos queridos amig@s, desafiante cerro por lo exigente y hermosas vistas, aunque bastante cansadas quedamos con ganas de repetir la subida, bajando por el Pochocón en una próxima ocasión...todos invitados ¿Ya?.
Veo que la presencia mayoritaria de las "viejas huestes" los hace volver a los origenes. El Pochoco, el tradicional cerro inicial de los subecerros, que en estos tiempos sigue siendo, ya que habitualmente se sube el Pochocon desde Ñilhue.
ResponderBorrarMismo cerro, otra cara.
Que bueno verlos alli.
Saludos,
Francisco
Puchas.....yo llegue a las 8:30 y no habia nadie, a que hora partieron?
ResponderBorrarVeo que la caminata estuvo muy buena, que rico para los que subieron.
Vero
Siento la pérdida de la Vero en esta subida; faltó un telefonazo quizás.
ResponderBorrarMi régimen con su consecuente baja de peso me dio una liviandad que hacía tiempo no tenía y que disfruté arremetiendo cerro arriba. Bueno fue ver a la María Elena, que se nos ha alejado un poco. Disfruté la subida.