vista desde la altura de la curva 32 |
En el camino nos topamos con un piño de ganado que iba tomándose toda la ruta a Farellones, antes de las curvas, con varios huasos en la tarea e incluso una cuca de pacos adelante, guiando la faena. Vimos potrillos y mucho ternero chico. Hermoso y campestre encuentro. Pensé, siempre algo atractivo nos pasa en estos paseos.
Vero y Pancho con el destino de las Torres atrás |
El aire traslúcido, la vegetación lavada, todo brillaba, bellísimo.
Llegamos a la curva 32 después de un plácido y bien conversado trayecto. Nos estacionamos y al bajarnos el frío me dio la bienvenida; y yo con mis pantalones cortos. Por suerte traje polar, pues sino me entumo.
Tomamos la ruta que bordea hacia las torres de celulares, han de ser, hacia el sur-este; en la dirección a Santiago. Pasamos sin dificultad un cerco y seguimos un sendero bien marcado. Poca vegetación; baja.
Caminamos en travesía casi todo el tiempo. Subidas y bajadas suaves. De repente llegamos a un punto en que apareció el risco y la vista hacia el norte. Nubes en movimiento estaban a nuestra altura y hacia abajo. El espectáculo era notable; ahí nos quedamos extasiados contemplando. Filme un corto de lo que veíamos.
hielo en las hojas |
Las vueltas del camino eran hermosas. La ruta fácil, cómoda. Surgieron iniciativas de invitar a nuestras parejas; incluso de hacer por estos lados el ágape de cierre de año. El lugar bello; el aire traslúcido. Surge la primera ave que podía ser cóndor, pero no.
flor de unos cactus a rás de piso |
Nos instalamos en una roca, un hermoso mirador hacia la zona de Yerba Loca y la mina Disputada. Ahí nos comimos las naranjas de Pancho y unos duraznos de la Verónica.
Las nubes parecieron de repente que nos cubrirían, así que rápidamente nos las emplumamos. Nunca llegaron esas nubes a hacernos mella.
vista a Farellones desde las Torres |
En la ruta de vuelta paramos en un punto a hacer un instante de meditación, meditación contemplativa podría decirse. Pues después de un buen rato de silencio del grupo, emerge desde la izquierda el silbido del aire roto por un enorme cóndor que pasó a unos cinco metros de nuestras narices, deslizándose con su lomo blanco, majestuoso. Guau, que maravilla ! Fue el regalo magnífico del día. El cóndor siguió en línea recta a encontrar a su pareja que había pasado antes a más altura y que solo Pancho había divisado, pues él en vez de meditar se había recostado de espaldas a descansar.
Pancho y Verónica en la contemplación del paisaje |
(+ fotos)
¿Y la foto del cóndor?
ResponderBorrarEstábamos meditando cuando pasó.
ResponderBorrarHermoso lugar, fue un bello paseo, los condores que divisamos estuvieron magnificos. Hechamos de menos la presencia de la Rebeca, que cuento aparte espero que haya disfrutado su presentacion de hoy junto a toda su familia.
ResponderBorrarVero