Llegamos a la bomba de bencina que empieza a abrirse, al menos a la vista, los siguientes: Pancho Balart, la Jeannie, la Consuelo, Dirk Holz (nuevo; amigo mio) y yo, Gabriel.
la Consuelo en la arremetida inicial |
Dejamos todos los autos ahí y los cinco nos arrimamos en el auto de Pancho.
la Jeannie |
Intentamos hacer el mismo camino o ruta de la vez pasada, pero al revés. Partimos subiendo por el sendero de las bicicletas, hasta su cumbre, o por lo menos lo que nos parecía era su tope máximo. Nos topamos con algunas bicicletas que iban de ascenso y quizás una o dos de bajada.
Dirk, Consuelo, Jeannie y Pancho |
Fue ahí cuando nos detuvimos, nos sentamos y nos comimos las naranjas de Pancho. Era nuestro summit del día.
Desde ese lugar lo que más, al menos a mi, me daba ganas de hacer, era guardar silencio y contemplar el bello paisaje de ese día. Aparte del abundante ruido de pájaros de este cajón fecundo. Un bello paisaje.
Dirk |
Yo seguí adelante por intrincados vericuetos, hasta que di con la ruta que de sendero poco transitado, se tranformaba en uno más transitado, hasta una calle hecha y derecha por donde hasta autos pasaron por mi lado.
Dirk descansando a la sombra |
Dirk, Consuelo, Jeannie y Pancho |
Tres cuartos de kilos de azúcar por cada kilo de frutas. Jamás echarle agua. Hervir hasta que el jugo puesto en un platito, prácticamente no escurra; pensaban en el escurrimiento de la mermelada cuando se le echa al pan. Que unas de las buenas mermeladas es la de guindas ácidas, pero la operación de sacarle los cuescos es una lata. Recomendable la de frutillas con arándanos, la de moras. Y, ningún preservante, salvo hervirlas un poco más después de estar a punto el jugo y luego darlas vueltas y dejarlas patas para arriba y así guardarlas ...
se anuncia la primavera |
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