Esperamos unos minutos por si llegaba alguien y decidimos partir al cerro Manquehue. Dejamos los autos estacionados al final de la Av. El Golf de Manquehue e iniciamos la subida.
Consuelo |
La vegetación de primavera se ha secado casi completamente adquiriendo un tono rojizo como de óxido, solo quedaban los últimos vestigios a cargo de unas flores moradas muy atractivas y unas enredaderas de flores blancas que se orientaban hacia abajo, con tallos llenos de pelitos de aspecto muy urticante y curiosamente casi sin hojas. Nos fuimos conversando de la vida, saltando del trabajo a la familia, hasta que llegamos al sendero que avanza casi por la misma cota adentrándose hacia el norte para llegar a los cerros que están a la espalda del Manquehue.
La temperatura iba en aumento y se repitieron las paradas para tomar agua y reponer el protector solar. Llegar a la cima se veía medio difícil y el calor lo hacía más complicado aún.
Mientras subíamos comentamos lo extraño de no habernos topado con nadie más en el camino, solo al acercarnos a la cima divisamos un par de grupos de chiquillos que se nos habían adelantado y ya estaban arriba. Observamos como bajó un grupo, quizá compañeros de colegio pues se trataban por el apellido acompañados de un adulto que aparentemente los guiaba y que traía en brazos, con gran esfuerzo, a un perro labrador grandote que tenía miedo a bajar por las rocas.
Casi sin pensarlo llegamos arriba y buscamos rápidamente refugio a la sombra para hacer un aro.
Nos pusimos mirando hacia el sur, se veía muy claro toda la zona oriente de la ciudad y más borroso quizá por efecto del aire caliente, las zonas mas lejanas. Entonces, echando de menos las naranjas de Pancho, compartimos lo que llevábamos, algunas almendras y fruta seca, ahora la conversa giró en torno a respectivas experiencias familiares.
Después de un rato decidimos emprender el regreso que en algunos tramos tenía que hacerse con mucho cuidado para no resbalar, ahora si que nos cruzamos con varias personas, algunas solas, otras en pareja y un par de ellas acompañadas de perros que iban subiendo a esa hora.
Llegamos a los autos con las botellas de agua casi vacías y con mucho calor pero con la tremenda satisfacción de haber llegado arriba a pesar de la baja expectativa inicial.
Parece ser que eso es una buena práctica en muchos aspectos....bajar la expectativa y así los logros son mejor valorados, es preferible que tener la expectativa muy alta y decepcionarse al no poder cumplirla....
(Texto y foto de Eugenio Lagos)
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