Día despejado, fresco para tibio. Eso que estamos en pleno invierno.
Empieza a pasar el tiempo, los primeros minutos después de las nueve y nada. Empecé a pensar en un solitario en el Pochoco.
Pasados seis minutos, llega Pancho. Pasados 15 de las 9, decidimos partir al Manquehue, cada uno en su auto.
Pancho subiendo |
Partimos caminando y conversando con Pancho. Este cerro es un cerro de mucha gente. Pero el volumen de tráfico crecía a medida que bajábamos de vuelta. Como si más gente salía al cerro, cerca de la hora de almuerzo.
Yo le decía a Pancho: piensa tu que todos estos cabros llegan después del carrete como a las 5 o 6 de la mañana. Duermen hasta como las doce y ahí deciden salir a hacer estos ejercicios. Es otro mundo, lo se, pero así parece ser. Pancho hacía gestos de los absurdo de ello.
gente y la vista del smog de La Dehesa |
Luego parten y nosotros también, somo a su siga, como agarrando el vacío que dejaban detrás. Eso nos ayudó a arremeter para lograr llegar a la cumbre.
Pancho, en el último tramo |
Vimos la hora y eran las 12;30 Tarde; le echamos la culpa al ministro Pacheco, de los necesarios cambios de horarios y del atraso nuestro a nuestras casas.
A la bajada nos encontramos con Gonzalo Reutter, el hijo de Andrés. Lo felicitamos por su reciente paternidad, de una mujercita, de nombre Isabel. Conversamos y casi hubo una transacción comercial en torno al Meche de Pancho.
yo, con el Plomo atrás |
Llegamos con Pancho a los autos, algo cansados, pasadas las 2 de la tarde.
No hubo de mi lado problemas al llegar a mi casa, donde me esperaba una pequeña multitud familiar.
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