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domingo, 3 de marzo de 2019

Empezó marzo en el Morro Guayacán

Qué pasó con febrero que no hay ningún posteo en este blog ?
Víctor me contaba que vino todo febrero y en dos ocasiones no llegó nadie más y subió solo.
Bueno, hoy domingo 3 de marzo, eramos tres: Pancho, Víctor y yo, Gabriel. Contentos de volver a vernos después de un buen rato, la mayoría.

Gabriel y Pancho, apoyándose uno en el otro, en la cumbre
Víctor sugiere el Morro Guayacán, por la entrada de las Varas y para allá partimos en el auto del mismo Víctor.
Al llegar, Pancho sugiere seguir subiendo y terminamos estacionando el auto, en la explanada poco antes del tranque, en un lugar cementado y cubierto con malla kiwi; genial.

Víctor y Pancho
Partimos tomando la ruta de las bicicletas y rápidamente llegamos a nuestra habitual cumbre de la canaleta.
Ahí hicimos un alto, descasamos y tomamos líquidos.
Seguimos subiendo ya guiados por Víctor. A medio camino hacia la cumbre, Víctor se desvía hacia la izquierda y sigue por un sendero que no llevará, dando ciertas vueltas, en forma suave, hasta la cumbre.

Santiago detrás
Igual fue una subida pesada, pues la mayoría estábamos fuera de training. En la cumbre debemos haber estado una media hora, descansando, sentados en el suelo, tirados, en una semi sombra.
Comimos frutillas que llevó Pancho y mandarinas y nueces que llevó Víctor. Exquisitas las frutillas.

El día estuvo ideal para subir, pues nos cubrían, la mayor parte del tiempo, elevadas nubes, que hacía que pegara menos el sol y bajara la temperatura veraniega.
Cuando caminábamos por bordes de cumbre, disfrutábamos de una fresca brisa.

Echamos de menos a las mujeres de este grupo, que no saben como nos sacan trote, pues cuando están nuestro ritmo curiosamente, es mucho más ágil. Y esto no se nos ha ido pasando con los años.
Hay esperanzas de ver por aquí a la Alejandra y a la Jeanny; y que decir de la Soledad que la consideramos un miembro estable del grupo.

Víctor y allá atrás, Pancho
El descenso fue rápido, con una escala en la canaleta, donde metimos las manos al agua fría y nos echamos agua en la cabeza, algunos.
Nos topamos con un grupo grande de caminantes ya cerca de la cumbre a la que fuimos y un par de grupos de ciclistas que pasaron en rápido descenso.

El tranque con muy poca agua.
Llegamos al auto que disfrutamos sentarnos y reposar, ya camino a casa, habiendo cumplido nuestra tarea de subir cerros los domingos, santo remedio para muchos males.

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