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domingo, 17 de marzo de 2019

Una corta a Las Varas

Llego el primero. Me bajo y me pido un café en la cafetería. Me siento a esperar y llega Pancho; le hago señas. Entra Pancho y se compra un café con muffin, que parte con cuchillo en dos. Luego llega Víctor, que se sienta y no quiere nada, pues viene comido de un matrimonio pantagruélico, donde se encontró con la Soledad.

Tengo un importante almuerzo en mi casa, pues van los padres del novio de mi hija Emilia. Propongo Las Varas, subir y bajar a la canaleta, por la ruta directa, frente al tranque, ese que está con tan poca agua.
Víctor andaba ronco de resfriado, por lo que le venía bien hacerla corta.
Y Pancho aterrizó el día anterior de una semana en Framkfurt, por feria de su tema. Fue con cinco personas de la empresa, entre ellos sus dos hijos. Se vino antes, pues quería estar con nosotros en esta subida. Qué tal ?

Pancho y Gabriel; atrás tranque
Nos fuimos en el auto de Víctor, hasta ese estacionamiento nuevo, con techo de malla kiwi, cerca del tranque.
Bastó que nos bajáramos para que yo dijera, notan ustedes, cómo el cuerpo agradece y se alegra que lo pongamos en movimiento en estos parajes ?
Sii, respondieron los demás.

Hablamos de la fastuosidad de los matrimonios, en tono crítico, pero nos fuimos por las delicatessen que Víctor probó la noche anterior y no quedamos en nada.

Víctor y Pancho
Hablamos del cambio climático y del rol que ha tomado esta muchacha sueca de 16 años, Greta Thunberg, que ha optado por no ir a clases e instalarse frente al Parlamento sueco, a protestar; sola al principio. La marcha del otro día en Santiago, es parte de la onda de choque de lo que ella comenzó.
Está claro que somos parte de la generación que nada hace, salvo informarse parcialmente y opinar, incluso cuestionando voces muy radicales.

Yo llevé la delantera. Detrás venía Víctor y más atrás, Pancho. Le dimos duro, haciendo bien ejercicio en el breve tramo que habíamos elegido. Hicimos un alto en una loma pelada de vegetación, donde tomamos, o yo tomé de mi agua azul, que no todos aprueban.
El aire de la ciudad, limpio. Rara cosa. Las temperaturas han bajado, siendo este un día completamente despejado.

Víctor y Pancho
Siguiente tiro y estamos en la canaleta. Dos pasos más arriba está la sombra donde nos desplegamos.
Comimos naranjas de Pancho, mandarinas de Víctor, chocolates Bozzo sin azúcar míos (unas porquerías que me habían regalado, que no eran la verdad tan malos) y nueces de Víctor.

Y hablamos del consumo del azúcar, tan vetado en estos tiempos. De las dietas y de mi cerrada negativa a dejar de comer pan con mantequilla.
A falta de religión, la religión ahora parece ser la alimentación. Hay gente verdaderamente fanática. Como el espíritu se degradó con tanto cura pervertido, solo nos va quedando el cuerpo para adorar. Será ?

perro juguetón que nos acompañó buena parte del camino
De repente nos pusimos de pie e iniciamos la vuelta. No conversamos tanto ahí.
En qué estarán todos los subecerros que ya no vienen ? Es posible que muchos estén en ejercicios más fuertes, quizás con miras a participar en algún K o triatlón. Si, los echamos de menos.

Pasamos mirando el tranque de escasa agua y al auto. Rico sentarse en el mullido asiento y dejarse transportar.
En los autos nos despedimos, contentos de haber cumplido nuestro paseo dominguero, de ejercicio y naturaleza, aparte de la buena conversa.

Ah, Víctor y yo andábamos con gorro azul, comprado en la tienda Decathlon de Padre Hurtado con Bilbao; en ese Mall. Excelente tienda, barata.

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