Páginas

domingo, 1 de mayo de 2022

Paseo por los cerros después de una lluvia

 A las 8 de la mañana parto a dejar a la Andrea a Pudahuel, pues iba a pasar unos días en Puerto Varas, con su hijo y tres nietos. Y a colaborar en esa casa, en que la señora de Cristóbal anda de viaje con amigas.

A las 9:30 me bajé del auto, me puse los zapatos e inicié la marcha por los cerros, en la ruta habitual de los domingos, con mis amigos de los subecerros. Debiera decir y amigas ?
Calculé que iba media hora detrás de ellos, si es que habían optado por nuestra ruta habitual.


Me fui a buen tranco. Tuve que parar un par de veces, exhausto, para recuperar el aire. Lo hacía por poco rato, pues quería alcanzarlos. Y cada vez que tenía el espacio para mirar a lo lejos, los buscaba con la mirada.

Nunca los vi. Vi a otra gente. Iba llegando a la cumbre, convencido de que seria una ida solitaria al cerro.
Y ahí estaban, sentados en la cumbre, los tres que esperaba fuera el número de congregados, que había detectado por el chat. 
Si, eran tres, pero no los tres que yo pensaba. En vez de Víctor Bunster, estaba el Quique Molina. Y Pancho y la Soledad Tagle.


Fue una alegría encontrarlos. Que bueno verte en los cerros, Soledad, después de tu pasada por los hospitales ! Estaba muy bien, sonriente.
Rápidamente Pancho me estiró un par de sus jugosas naranjas, que de inmediato me senté a pelar y disfrutar.

El Quique traía un tiesto con frutos secos, en medio de los cuales, había unos trozos de manjar blanco duro. Me entero que los hace su polola. Me entero que está pololeando desde el verano. Que bueno.
Casi al final, distraído por la animada conversa, me acuerdo de mi arbolito apadrinado. Me pongo de pie, saco las dos botellas de agua extra que traía y me voy a vaciarlas a los pies de mi arbolito.
Ahora que escribo pienso que debiera saber el nombre de esa especie. Lo preguntaré.


Pancho cuenta que está viudo de otoño, pues su Andrea se fue a ver a su hija a Francia. Somos dos le digo, pues mi Andrea estará hasta el viernes en el sur. Y me invita a almorzar, altiro, hoy, a su casa.
Después recibirá un convite ineludible y dejamos lo nuestro para dentro de la semana.

Bajamos y Pancho y la Soledad, se fueron adelante y yo más rezagado, con el Quique. Buena y sostenida conversación. Significativa.

Los cerros, son siempre un momento de muchas satisfacciones. En el plano social; el cuerpo que agradece que lo saque a hacer ejercicios; la naturaleza, que figuraba mojada y compacta, después de la lluvia de la semana pasada.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario