

Enredados hasta decir ya basta íbamos a contra arbusto, rama, árbol, Jorge, MElena, Mabel, Pancho y Yo. En cuatro patas en algunas partes, gateando en un piso de tierra y hojas que aseguraban excelente tierra de hojas, pero igual levantábamos el polvo que penetró nuestros pulmones y recordó a uno del equipo el riesgo de hanta que esto pudiera ser. Espero que nada le pase a nadie, pues como experiencia fue genial.
La vista hacia el cajón de La Ermita es hermosa. Antes de llegar a la cumbre la disfrutamos acompañados de un viento que refrescaba cualquier calor que el día soleado nos pudiera esta dando.

La vuelta no fue menos escaramuza, pero con la guía del coach (Jorge), todo fue un éxito.
Nos dimos el gusto en un momento de la bajada de experimentar la rabia a chuchá limpia y a todo pulmón, cada uno conectando con lo que fuera les activara esa emoción.

Algunas eran novatas en estas lides vociferantes, así que la conmoción fue de fiesta.
Que completo paseo fue este y un grupo perfecto. Gracias a todos digo yo, el más beneficiado en particular por haberme puesto de coachee en manos del experto Jorge Milla.



