Páginas

domingo, 31 de julio de 2016

Una apertura en el clima nos llevó al Potrerito

Me asomo temprano a la terraza del piso 14 donde vivo y veo que el clima está regular. Salgo y hay ventiscas y llovizna en el aire.
Decide ir al baño y vestirme y según como esté el clima después, voy o no.
Al final decido partir, con alguna resistencia ambiental, por la ventolera de afuera.

Eugenio, Pancho y Alejandra
Si no llega nadie, voy pensando, me voy al Pochoco, e incluso bajo la lluvia me subo medio Pochoco.
Llego justo detrás de la Alejandra, que se pasa a mi auto.
Después llega Eugenio y finalmente, el mismo Pancho.
Después de conversar y esperar un rato, decidimos irnos al Potrerito, en el auto de Pancho.

las piedras del piso
Manejará la Alejandra. Llegamos y el día está espectacular; incluso apunta a abrirse por algunos flancos. Al poco de subir, en un aire de paladearlo, sale el sol y nos ilumina y calienta; glorioso.

Pancho
Oh sorpresa; al poco subir vemos que están haciendo un camino de ascenso, por la misma ladera por donde va el sendero que siempre tomamos. Avanzamos por ese camino, viendo que rocas se han desprendido, lo que impediría subir en auto. Incluso, el desmenuzamiento de las rocas produce un piso de colores muy lindos, que nos detenemos a apreciar.

Alejandra
Poco mas adelante, las obras se acaban y el sendero sigue, como lo conocemos. Eso si que la lluvia, el salpiqueteo de las gotas, nos esconden de a ratos la ruta.
El día está bellísimo, las vistas, los cerros del frente, con nieve hasta muy abajo. Nos detenemos y volvemos a detenernos, solo para contemplar las vistas.

Eugenio y Pancho
Hay partes donde el barro abunda. Pero no es problema; seguimos. Llegamos al potrerito y hacemos un alto en esa roca donde siempre paramos. Hay temas que redondear. Algo comemos. Tomamos líquidos.

Eugenio, Alejandra y Pancho
Conversábamos del sistema económico, el capitalismo, sus injusticias e inequidades. El poder otorgado al mercado amerita una modificación; pero a nadie se le ocurre cual. De momento campea. La crisis se desborda. Falta creatividad.

potrerito atrás y nieve en el piso
La Alejandra tiene ideas de Apps para el ciudadano de a pie y su transporte solidario. Le sugerimos se dirija a Innova UC. Veníamos conversando de lo malo del Transantiago y de lo bueno de Uber, con sus riesgos, por la persecución de los arcaicos a esta altura, los taxistas.

Alejandra
Decidimos seguir adelante por el borde izquierdo; se ve más seco que el otro, que se ve bastante cubierto de nieve.
Subimos, subimos y llegamos hasta un punto, poco antes de nuestra habitual parada con vista hacia atrás, donde nos instalamos mirando hacia el potrerito y los cerros del frente, por esa vista gloriosa, de paisajes y cielo, con aperturas frecuentes de cielo.

Alejandra
Comimos naranjas, frutos secos y el chocolate que la Alejandra le había traído a José Salinas, que le ayudó a cambiar un neumático, algunas semanas atrás.

Alejandra y Gabriel
A las 11:40 mas menos, partimos. La bajada fue rápida. El suelo óptimo para agarrarse los pies.
Al final seguimos el camino nuevo, hasta la calle y de ahí bajamos al auto.
Arriba, la Alejandra manejando y a casa.

qué estará diciendo Gabriel ?
Que bueno haber salido hoy de la casa, con ventiscas y llovizna. El cielo se abrió para nosotros.

panorámica

lunes, 25 de julio de 2016

Caracol caracol saca tus cachitos al sol

Hace por lo menos 4 años que no subía con el Grupo de los Subecerros. Un “cambio de giro” hacia otros deportes de fin de semana - que no terminaron de entusiasmarme – seguido de una pertinaz tendinitis a la altura de mi cadera – mejor dicho, de mi cachete izquierdo - me tuvieron harto tiempo alejada de las sendas cordilleranas.

Alejandra, Eugenio, Soledad, Pancho, Dirk
Seguía, en todo caso, recibiendo de Gabriel las entradas al blog del grupo, describiendo los lindos paseos que hacían. Decidí entonces contactarlo por WhatsApp, con la esperanza de que aún se acordara de mí. La respuesta fue inmediata dándome una cálida bienvenida digital e invitándome a volver nuevamente al redil.

Dirk y Carmen Gloria
Desempolvé mis botas y mi pantalón de trekking y me agencié un bastón y una mochilita. Y el domingo pasado - puntualmente a las 8:30 horas - me apersoné en la Shell (que en mis tiempos se llamaba Terpel). Gabriel me había dicho que no iría, pues se iba a la costa, pero no me costó mucho identificar a los demás del grupo por sus tenidas ad-hoc y sus caras entusiasmadas. Al que sí reconocí de mis tiempos pasados es al Pancho, tan amoroso como siempre.

Fernando Saavedra
Fueron llegando entonces los demás del grupo, el que quedó conformado por Soledad, Alejandra, Dirk, Eugenio, Pancho y el increíble Fernando Saavedra. Decidieron tomar una ruta nueva que sugirió este último: el Cerro Caracol, al cual se llega pasando por los Altos de Carlos en el fundo Piedras Blancas.

Carmen Gloria y las quiltritas
Llegados al lugar, se nos unen dos lindas quiltritas flacuchas pertenecientes al cuidador del lugar, las que, además, eran viejas amigas de Fernando. Y así, en tan buena compañía iniciamos el ascenso.

Carmen Gloria, Alejandra, Dirk, Fernando y Soledad
Respiré aliviada. La pendiente se veía suave y el camino era ancho y parejo. Me inquietaba que mi período de inactividad física hubiera causado estragos en mi capacidad aeróbica y que mis piernas no respondieran a la exigencia de llegar dignamente a la cumbre.

cumbre y comistrajos
El día estaba ideal para la caminata. Nublado y algo frío, impecable para no traspirar como caballo ni quedar como apancora. La tierra estaba húmeda pero sin barro, lo que hacía muy fácil y agradable la marcha. A medida que subíamos, el paisaje de iba tornando cada vez más magnífico; todo verde, rezumando olor a tierra, olor a aire limpio. Los macizos y colinas aledaños y, más lejos, las montañas nevadas eran el marco perfecto, coronados por un cielo gris y algo amenazante. Una preciosura. Se me había olvidado lo tan re lindos que eran los cerros.


Pasamos por un plano donde al parecer hacen motocross y que está bastante bien implementado para esos efectos. A partir de ahí, la senda se volvió un poco más empinada y requirió un poco más de esfuerzo. En un recodo del camino, apareció uno de esos regalos soberbios que a veces nos ofrecen los cerros; una inmensa pared de roca rodeada de vegetación y bañada por un pequeño salto de agua.

vista y algunos a lo lejos
Finalmente, llegamos a nuestro objetivo, la cumbre del Caracol. Este cerro es un pequeño cono que asoma tímido entre otros cerros más altos y que tiene en su cima un mástil, con una bandera chilena arrugada, desteñida y deshilachada en su base. Vaya uno a saber quién la puso ahí y por qué motivo.


A esas alturas, el apetito era monumental, así es que dimos rápida cuenta de las frutas, chocolate y frutos secos que habíamos traído para compartir.

Pancho, Eugenio y Alejandra
Durante todo el camino de ida y vuelta, picoteamos por diferentes temas de conversación; la alimentación natural, Jodorowsky, películas, los desafíos laborales de cada uno, etc. No llegamos a altos niveles de profundidad, pero eso no es ningún pecado, creo yo. Hay veces en que la mente y los sentidos solo necesitan alimentarse de naturaleza pura y dura, refrescarse de viento y aire y reencontrarse en tierra, barro, árboles y pasto.

vista
El regreso fue amenizado por las canciones de otra época de Fernando, a quien recogimos a la vuelta, ya que decidió quedarse en la mitad. Increíble hombre éste, que destila por los poros la sabiduría de los años y el amor por la naturaleza. Merecería un capítulo aparte.

(texto de Carmen Gloria Fuentealba)

domingo, 17 de julio de 2016

Al Alto del Naranjo desde Las Varas

Llego directo a echar bencina, con mi auto seco después de su uso por mi hija. Ahí diviso a mi grupo que conversa en círculo. Le chiflo y nada; hasta que la Soledad Tagle, me ve. Saludos de todos.

Decidimos hacer el recorrido que habíamos hecho hace un par de semanas con Pancho y seguir otro poco. Ese otro poco significaría llegar, si, hasta el Alto del Naranjo, desde Las Varas. Por eso llegué a mi casa como a las tres de la tarde, con mi familia ya a medio camino en el almuerzo.

Soledad, Consuelo, Pancho, Alejandra, Víctor y José
No estaba la señora que cobra, así que pasamos directo hacia el tranque, tomando el atajo que ya se nos está haciendo familiar.

Van tres mujeres, la Alejandra Cambiaso, la Consuelo y la Soledad. Hombres, son Pancho Balart, Francisco Toyos, que no llegaría con nosotros hasta la cumbre; José Sainas (el de Blumos), Victor Bunster y yo, Gabriel

mirando al peuco
peuco
Cuando Francisco decidió virarse, sacó un saco de barras alimenticias dietéticos y nos convidó. Después de eso se fue; quería llegar temprano a su casa.

Soledad, Francisco, Consuelo, Pancho, Alejandro, Víctor y José
mismo orden
Nosotros seguimos, después de llegar a ese alto donde se veía la ruta tradicional al Alto del Naranjo.
Pancho partió adelante, empujando cerro arriba, en manga corta, eso que hacía un frío para pelarse.
Con la Soledad, casi nos viramos y abandonamos al grupo. Pero no lo hicimos; seguimos. Los otros ya iban más adelante.

nieve el el Alto del Naranjo
Cuando empalmamos con la ruta al Alto del Naranjo, iban unos tipos en una animada conversa, sobre temas extraños, como de evolución. Nos acercamos para escucharlos y después simplemente les preguntamos de que conversaban y nos amistosamos rápidamente, siguiendo con ellos hasta el mismo Alto.

José, Rodrigo De La Noi y Víctor Bunster
la Alejandra hablando con el hermano de Rodrigo de la Noi
Rodrigo de la Noi, se llamaba uno de ellos. El otro, su hermano y dos niños, uno de ellos hijo de uno de ellos. La conversación que seguimos fue extraordinaria. Hablamos de evolución, de cambio de nivel de conciencia de la humanidad, algo que según De La Noi, es un hecho, que el animal profundo que somos, ya lo cachó. Hicimos buenas migas y me llevé su mail

bajando, la Consuelo en la delantera
Nos cruzamos con un solitario Jorge Correa Sutil, casado con la Sol Serrano, con el que intercambiamos unas pocas palabras.

en fila india
Al llegar a la cumbre, nuestro equipo ya comía, mandarinas, frutos secos y la Alejandra un rico sándwich. Hicimos algunos intercambios sociales con el grupo que habíamos enganchado, y conscientes de la hora, tarde, nos despedimos de ellos y nos las emplumamos.

Soledad y Alejandra le sacan fotos al chahual
foto enviada por la Alejandra
close up de la Alejandra
La bajada fue larga. Hacia frío, así que en la primera parte agregué la capa del corta vientos.

foto de Francisco Toyos
close up por Francisco Toyos

lunes, 11 de julio de 2016

En día cerrado a Las Vizcachas - El choclo desgranado

Hoy se juntó un lote bastante grande. Llegó, creo que después de cinco años, la Rebeca Domínguez. Fue muy cálidamente acogida y pidió una ruta lo más plana posible, por falta de entrenamiento y un problema en su rodilla izquierda.
Llegaron además, la nueva pareja de mi hijo Diego, con la Elisa, hija de José Salinas, el que no es de Blumos; que está casado con la Lily, Y vinieron José y la Lily.

Solo faltamos la Anne Marie y yo, Gabriel
Además vinieron Pancho Balart, Francisco Toyos, la Alejandra Cambiaso, Víctor Bunster, José Salinas (el otro), la Annemarie y Pablo Mac-Carte, el marido de mi hija Andrea (que no llegó por problemas personales de última hora).

Trece en total. Y eso que el día estaba cerrado nublado, con pronósticos de lluvia para alguna hora del día.

Víctor, Pablo, Anne Marie y Francisco
Bueno, decidimos irnos a la zona del Estadio de la Católica y tomar la ruta hacia la cumbre de las Vizcachas.
Partimos todos los autos en esa dirección y se nos perdió la Annemarie, a la que tuvimos que esperar un rato, a que se encontrara.

Diego Bunster, Elisa Salinas y Pablo Mac-Carte
Partimos todos juntos, luego de pagar las entradas, muchos sin registrarnos, debido a que había demasiada gente en la recepción y queríamos irnos pronto.

Elisa, Pancho, Diego, José Salinas y Pablo
El grupo, en algún punto se fue disgregando, al punto que la disgregación fue amplia.
Partieron a la cumbre de las Viscachas, mi hijo Diego con su polola, la Elisa, su papa José Salinas y el tío (es broma), José Salinas,
Y llegaron a la cumbre, pues hablé con Diego cuando estaba en la cumbre.

foto de Pablo Mac-Carte
La Rebeca, que se fue quedando atrás, fue acompañada por la Alejandra y Pancho, que también se fue a acompañarla. Fue la Alejandra que nos alcanzó para decirnos esto y Pancho partió con ella.

En la cumbre, Víctor, Francisco y la Anne Marie, decidieron seguir más allá, a un mirador de los saltos de Apoquindo y no los vimos más.

Gabriel y Lily
Yo me quedé con Pablo y la Lily, con los que hicimos juntos todos el descenso.

La verdad, al menos para mi, no hubo la tradicional cumbre con comistrajos. Fue algo que me faltó, por la conversa y chacoteo que ahí se produce.

Diego, la Elisa y su padre, José Salinas, en la cumbre de Las Vizcachas
Buenas conversas, como siempre y buen ejercicio, bien social, como a nosotros nos gusta.

La Lily se quedó esperando en la recepción a José mientras Pablo y yo seguimos hasta los autos.

faltan Víctor (sacando la foto) y la Anne Marie que andaba perdida
la familia
Nota: después de haber escrito lo de más arriba recibo de Francisco Toyos, este texto:

El choclo desgranado.

Hoy fue un día raro para Los Subecerros.

Fuimos 13 en la partida, los cuales veniamos quizas en 10 autos.
Reaparecio la Rebeca Domínguez después de muchos años de ausencia.

Buscando un destino más fácil, para que se vaya adaptando nuevamente al grupo, alguien sugirió ir a San Carlos de Apoquindo, idea que fue apoyada por la mayoría.
Como el destino es lejano, no se opto por el tradicional viaje en furgón escolar (Dirk no esta... para incentivar esa modalidad).
Por lo que todos los autos partieron a San Carlos de Apoquindo, cosa que provocó la perdida de alguno de los conductores.... comenzó desgranado el choclo.

salto de Apoquindo
Logramos re-encontrarnos en San Carlos y luego de pagar la entrada partió la caminata.
El consenso fue ir la Morro de la Papa, nombre nuevo para un antiguo morro.
La decision de Pancho fue ir desde alli, por el "traverse" hasta el protezuelo que permite admirar a la distancia el Gran Salto Apoquindo.
Esa decision no pudo ser comunicada al grupo que a esa altura tenia nuevamente un importante componente de desgranado.


El el trayecto se quedaron atrás la Alejandra y la Rebeca.
En algún minuto la Alejandra se adelanto y nos comunicó que la Rebeca no seguía.
No se si por solidaridad con la Rebeca o como una forma de escapar a seguir subiendo, la Alejandra y Pancho optaron por acompañar a la Rebeca.
Tres granos del choclo que nunca más vimos.


El resto del grupo siguió y como iban separados, la "orden" de Pancho no llegó a los líderes que siguieron rumbo al Alto de las Vizcachas.
Solo llegamos al destino dictaminado por Pancho tres de los trece integrantes de la partida. Víctor Bunster, Annemarie Jacob y Francisco Toyos, los que disfrutamos de deliciosas mandarinas y frutos secos mirando a la distancia el Gran Salto Apoquindo.


A la vuelta, cada cual se fue con su cada cual y llegamos en tiempos diversos a los autos y abandonamos el lugar, sin la tradicional cohesión de Los Subecerros.
Un día diferente, de "Choclo Desgranado", que espero haya sido del gusto de los tórtolos que nos acompañaron por primera vez.

Saludos,

Francisco