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lunes, 28 de mayo de 2012

Domingo con lluvia, no hubo cerro


Parto al punto de encuentro a pesar de la lluvia. Voy con mi cortavientos nuevo, para ver si es efectivo que es impermeable. Llueve suavemente mientras recorro Vespucio y luego Kennedy.

Llegó al punto de encuentro y me estaciono al frente, donde están los locales comerciales. De punta. para ver desde dentro del auto si alguien aparece. Solo hay un tipo que parado bajo la lluvia hace dedo. Somos solo él y yo.

Adentro del auto pienso en que haré si nadie llega. Podría ir al Pochoco, es una opción que barajo.

Prendo mi celular y me voy al botón de TED.com y me pongo a ver este video:


No puedo creer lo que veo. Me río de buena gana. Lo empiezo a ver por segunda vez. 

Me detengo. Ya son 20 minutos pasada la hora y toca resolver que haré. La sorpresa, la risa, quizás el hecho de haber estado enfermo en cama el martes, me hacen desistir de subir y decido volver a casa.

En mi casa, en el computador recorro imágenes de Tumblr y Pinterest , donde aparto esta foto que me conecta con los cerros.



miércoles, 23 de mayo de 2012

Al Pochocón, mañana otoñal

Llegamos cinco al punto de reunión en una linda pero fría mañana de otoño, la convocatoria se redujo seguro por fin de semana largo. Nos reunimos Pancho B., Luis, Isabel, Francisco V., y Eugenio. Había indecisión acerca de que cerro abordar, el grupo se dejó guiar por la experiencia de Pancho quien propuso subir al Pochocón a través de un camino nuevo para varios de los participantes.

La conversación partió en el punto de encuentro a raíz de una carta publicada ese mismo día en El Mercurio firmada por Francisco Balart, que resultó ser un homónimo del original que estaba con nosotros ese día y que no conocía la carta aludida.

Llegamos al pie del cerro y empezamos a subir por un antiguo camino en desuso que abandonamos en una curva para internarnos directamente al cerro por senderos que nuestro experimentado guía supo distinguir, lo que nos llevó a trepar por laderas bastante empinadas con algunos pasos con rocas y matorrales que hacían pensar a algunos en lo difícil que sería la bajada por esas mismas laderas. La subida fue ardua y el esfuerzo físico hacía difícil la conversación, pero se compensaba con detenciones que nos permitían admirar la altura a la que nos encontrábamos y la vista extraordinaria hacia el cajón del río, los cerros mas lejanos y la ciudad hacia el poniente, envuelta en su permanente capa de bruma-smog. A medida que fuimos subiendo podíamos ver el tranque del cerro del frente al que se llega por Las Varas, la canaleta, la planicie, el cerro Guayacán que subimos la semana pasada y varios otros hitos a los que nos hemos ido acostumbrando en subidas anteriores y que ya nos son familiares.

Seguimos subiendo y ya empezaban a llegarnos algunos rayos de sol los que sumados al esfuerzo hacían que necesitáramos desabrigarnos y tomar agua de nuestras botellas.

Pancho
Finalmente llegamos a una cima intermedia en la que observamos a un par de motoristas que ubicábamos por el ruido y la estela de polvo que dejaban detrás de ellos, habían llegado muy arriba, casi a la cima, luego no volvimos a escucharlos.

Nos detuvimos un rato a disfrutar la vista, compartimos naranjas, galletas, frutas secas y a conversar de temas varios.

A esa altura se apreciaban nítidamente las construcciones ubicadas al oriente del puente de La Dehesa, las casas de Valle Escondido, mas cerca las de el cajón de El Arrayán y por supuesto los cerros que nos rodeaban, en especial los de exposición norte que estaban siendo alumbrados por el sol en forma directa. Notamos la cantidad de senderos, caminos, construcciones, torres de electricidad y toda clase de muestras de la intervención del hombre en estos cerros cercanos a la ciudad, como habrán sido estos parajes hace algunos años, cuando la ciudad estaba mas lejana y los medios de transporte mas lentos y menos masivos, sin duda estarían mas arbolados, probablemente mas húmedos y con mas vegetación.

Una incansable sinfonía de ladridos de perros que se oían quizá amplificados por el cajón del río nos acompañó en forma casi permanente lo que nos hizo compadecernos de los pobres vecinos de esos ruidosos animales.

Empezamos a bajar fácilmente y con entretenidas conversaciones. Sin darnos mucha cuenta bajamos sin avanzar suficientemente hacia el oriente, de manera que nuestro guía nos hizo ver que tendríamos que corregir el rumbo, cosa que hicimos no sin algunos tropiezos dado lo escarpado del cerro y los acarreos de piedras con que nos encontramos, en uno de ellos Pancho lamentablemente se torció un tobillo que empezó a molestarle, esperamos que no tenga consecuencias. Ante esto Francisco fascinado con descender mas rápido se adelantó a buscar el auto para acercarlo mas al punto por donde estábamos bajando, donde llegamos algunos algo magullados por los arbustos y bien entierrados por las muchas veces que tuvimos que deslizarnos sentados ladera abajo.

Finalmente todos contentos con un paseo diferente, aventurero, con mucha tierra y bastante adrenalina. Pancho con su tobillo bien adolorido recibió variados consejos para superar la situación.

(Texto de Eugenio Lagos)

lunes, 14 de mayo de 2012

Arañando cuesta arriba, en el día de la Madre!

Un grupo bien numeroso con caras nuevas partimos este domingo una vez más a La Varas. Esta vez nuestro guía Gabriel quizo hacer variaciones en el camino y sin darnos ni cuenta, a poco andar figurábamos todos sin excepción arañando el cerro cuesta arriba entre espinos y cactus. Pinchuda mañana de domingo, buena para quitar dolores de cabeza y hachazos después de regados carretes con que llegamos algunos.


Sin muchas posibilidades de hacer comentarios sobre estas subidas off road, y tratando de mantener una buena conversación, el grupo llegó jadeando a una media altura donde pudimos apoyar los pies sobre una superficie derecha, es decir plana y amplia, cosa que después de tanto trepar por el risco, fue un descanso natural. ¿Nos quedamos, seguimos??


Había sido tan intensa y agotadora la subida, que ya no queríamos más. Pero al ver que eran las 10 de la mañana recién, decidimos hacer un breve arito y seguir al menos hasta la canaleta. Tuvimos desde el principio a nuestro fiel acompañante, el negro Cachupín, que llegó junto con nosotros hasta el final. Todos llegamos directo a sentarnos en el borde de la canaleta, cada uno fue buscando su rinconcito y comenzaron a aparecer exquisitos ingredientes para una excelente pausa en el camino. Naranjas, chocolate, frutos secos, galletas de champagne, cereales, etc. 


Una bellísima mañana de domingo, día de la Madre, entretes conversas y la siempre agradecida alegría de compartir con un grupo variado e interesante tan sana actividad. Me pregunto si no habrá cerros cercanos que no tengan tanto espino ni tanto cactus, a ver si en el futuro nos aventuramos un poquito más lejos y a nuevos destinos. ¡Parece que echo de menos el verde!!

Otro tema digno de mencionar fue la masiva asistencia del grupo a la comida mexicana organizada la semana pasada por la Andrea en la casa de los Balart.
Fue una velada inolvidable,  conversaciones sin parar, donde se van gestando amistades y nuevos contactos. Gozamos esa noche además de regias fotos de la última estadía de la Jeanni en la India, con anécdotas personales que siempre hacen la vida mucho más interesante.

Es mi segunda subida al cerro después de volver de la Patagonia y no pienso dejar de venir. 

domingo, 6 de mayo de 2012

Once al Guayacán en día cerrado de neblina

El día amanece con neblina cerrada. Ninguna duda en partir. Las dudas son si encontraré a alguien en el punto de encuentro.

Me encuentro con un llamado perdido de la Paula a la que procedo a llamar de inmediato. Claramente la he despertado. Dos palabras y acordamos que en 10 minutos la recojo en la esquina de Vespucio con presidente Riesco.

Llegamos más de 10 minutos atrasados y oh sorpresa, nueve personas nos esperan ya en el punto de encuentro. Seremos once.

De izq a der: Lucho, Alfonso, Manena, Chepa, Jeannie, Francisco
Gabriel, Eugenio, Isabel y Pancho
(fotógrafa: Paula Christensen)
Guayacan gana democráticamente. Nos movemos a dejar algunos autos por ahí y reducir el movimiento vehicular al punto de partida.

Es un grupo rico en individualidades que conversan y conversan. Hay muchos temas al parecer. Será de ida y de vuelta un grupo que conversa, en pares, tríos o grupos mayores.

Pancho y la Isabel puntuando
atrás Alfonso, Eugenio y Lucho (se aprecia la niebla del fondo)
Hay un tema que se me queda y es el de personas de nuestra edad, mayoritariamente pasados los 50, que se quedan sin pega y concluyen que hace falta un esfuerzo no menor de re-inventarse laboralmente. Un tema que es causa de angustias en algunas casos y una buena razón para que ese proceso sea apoyado por amigos en grupos como este o incluso de otro tipo, más enfocado a ello.

Miro la foto que acabo de poner, la primera y no puedo dejar de reírme al saber que Pancho y yo hacemos claros esfuerzos por entrar la guata para la foto.

con la nube abajo nuestro
Otro tema será la Paula Christensen, que inaugura su temporada Santiaguina con esta subida de cerros, con este grupo que tanto aprecia, contando sus peripecias con los líos de Aysen, que afectaron gravemente el fluir de su negocio turístico de Mallín Colorado.
Bueno, igual se le ve positiva y con ánimos de seguir y seguir su propia vida.

Francisco, Eugenio, Manena, Lucho y ..
Las historias de Lucho Latorre, dan para cuento o blog aparte. Veremos si a este escritor y ocurrente nato, aparte de tener buena pluma, lo podemos sacar del closet. Nadie piense mal de este rambo venido a menos, pero rambo al fin.

Nuestro tema de re-diseñar la pareja, tema iniciado en subidas anteriores, no dio para re tomarlo, a pesar de haberse insinuado, yo creo, por lo difícil de la materia. Y sin solución quizás.

Manena y Lucho Latorre
Claro, efectivamente, tuvimos a media subida, el apetecido aparecer del cielo azul tan anhelado en esta fría mañana. Santiago figuraba cubierto bajo un manto blanco matinal de espesa neblina, que veíamos de ahí en adelante, allá abajo.
La vista hacia el Plomo se veía especialmente bella esta mañana, lo que me hizo, a mi y a otros pocos, situarnos en nuestro asiento de cumbre, mirando hacia el interior de la cordillera y no hacia Santiago, como se pusieron la mayoría.

foto de cumbre
El grupo luego de ponerse de pie para partir, se percató que no quería bajar aun y ahí nos quedamos de pie, mirándonos las caras un buen rato, conversando y bromeando, y lo que salió fue el acuerdo de un encuentro grupal para ver fotos de viajes y paisajes sureños. La organización quedó semi asignada, con casa asignada, mailing asignado y la Manena distribuirá el que lleva cada quien.

Finalmente emprendimos el regreso, en lento y distanciados, grupos, pares, de animada conversación.

Alfonso
Este grupo es un deleite, en todo sentido. Un saludo especial a la Chepa, nuestra increíble nueva amiga que aparte de haberse tirado en paracaídas, volado en parapente, es piloto de avión vigente, que opera en su tierra Chillán.

Ojo, que en esta ocasión tuvimos fotógrafa profesional, que fue Paula Christensen.

foto artística (equipo de Gabriel)