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lunes, 16 de octubre de 2017

Familia Bunster y Salinas se encuentran en el Pochoco

Me llama mi hijo Diego el día anterior y me dice que van al Pochoco con la Elisa y otras personas; pero que partirán más temprano, para estar a las 8 en la Shell.
La Emilia mi hija, me avisa que irá conmigo; y la Alejandra me whatsappea que quiere irse conmigo; vive a pocas cuadras de mi .. depar.

la Soledad en el Mirador
Vamos en camino en el auto y sumamos a la Alejandra a promover el Pochoco como destino de este día.
Llegan la Soledad, Victor, Pancho y los tres que íbamos en el auto, más el Negro, pololo de la Emilia que llegó al final.
Y doblegamos a Pancho .. y a Víctor. Y partimos al Pochoco.

Alejandra y detrás la Soledad
En el primer tramo, en un punto, nos encontramos con una tenca, que a un par de metros nuestro, emitía los más variados trinos. Nos quedamos congelados, mirándolo y escuchando, como pasaba de una melodía a algo completamente distinto. Maravilloso y duró su resto. Fue un regalo de ese día, en un cerro plagado de flores.

flor amarilla
La Soledad, era primera vez que subía el Pochoco. Tomamos algunos resguardos en la parte empinada de rocas, ya cerca de la cumbre.
A la vuelta decidimos evitar esa parte y al parecer fue peor. Estoy viendo a Pancho de espaldas en el suelo, arrastrándose por una zona de tierra lisa, de pendiente, saliendo de ello todo entierrado. Me reí, pero para él no era tan gracioso.
Bueno, igual llegamos sanos y salvo a la ruta habitual.

Nacho, Guille, la Elisa, todos Salinas y Diego Bunster
Bueno, pasamos ese obstáculo y poco más arriba nos encontramos con el grupo de Diego que venía ya de vuelta de la cumbre. Aparte de Diego y la Elisa, venían el Guille y Nacho, hermanos de la Elisa, todos hijos de José Salinas, el de Osorno. Y también venían la Emilia y el Negro, que se habían desprendido de nuestro grupo e ido al encuentro de este grupo.

de derecha a izquierda, la Soledad, Negro, la Emilia, yo, Gabriel y el resto, los mismos de la foto anterior
Hicimos un alto, saludándonos, conversando y sacándonos fotos de las que ven aquí.

Logramos llegar a la cumbre, varios de nosotros, bastante cansados; es que tanto de Las Varas nos tienen no en el mejor estado físico. Ahí estaban Pancho y Víctor, que se habían alejado de nosotros hacia adelante.
Y celebración, era la primera vez de la Soledad Tagle.

primera cumbre del Pochoco por la Soledad
En la bajada, nos fuimos con cuidado. Unos más lentos que otros. Al final con la Emilia, la Alejandra y yo, nos alejamos bastante del resto del grupo.

flor azul
Y nos encontramos, bajando él también, con Jorge Quinteros, este viejo de 86 años, que nos contó andaba con sus alumnos que habían seguido más para arriba. Él anda con una molestia en un hueso de la cadera, así que no está en su mejor forma, nos dijo.
Él fue casado con una hermana de mi suegra, por eso lo ubico.
Y le sacamos una foto.

Emilia, Alejandra y Jorge Quinteros
Terminé, cansaado. Y la verdad anduve poco con Pancho y con Víctor, de subida como de bajada, por lo que no salieron en casi ninguna de las fotos.

Ahí vienen Pancho y Víctor entre la Soledad y la Alejandra

lunes, 9 de octubre de 2017

Las Varas, nuestro destino preferido?

Fin de semana largo, tras una noche de tupida garúa (aunque por años creímos que la palabra era garuga), fuimos solo 3 los que nos encontramos, Pancho, Victor y yo, Soledad.

Siguen subiendo esquiadores en Octubre! y ciclistas por doquier, aparecen entre los cerros de improviso, hasta bordeando la canaleta, nuestro destino estrella. Esta vez la recorrimos desde su fin, cerca del anfiteatro hasta llegar al tradicional lugar de descanso, bajando por la ruta de los ciclistas.

vista
Caminamos un buen trecho entre almendros que parecen silvestres, dejados a "la buena de Dios", nos preguntamos si no reciben riego en verano porque no se ven goteros ni mangueras, quizás están en la ladera correcta que les permite sobrevivir "a duras penas", sin embargo, varios lucían gran cantidad de frutas. Este paisaje tranquiliza, irradia naturaleza, cierto desorden ausente en las plantaciones tradicionales en que se le mide todo, la distancia entre árboles, la talla final, el número de brotes, se guía como crecer, lleno de tutores, "no vaya a ser cosa que den poco".

sendero
Un tranquilo y lindo paseo, conversando de la Patagonia real, esa de Tierra del fuego, donde los conejos hacen estragos por su rápida reproducción y su insaciable apetito que compite con el ovino, fue tentadora la descripción de Victor, oriundo de Magallanes

(texto y fotos de Soledad Tagle)