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domingo, 21 de agosto de 2022

Primavera bollante en los cerros

Salgo antes de la casa para pasar a echar bencina. $ 63.000 llenar el estanque, cuando no hace mucho tiempo gastaba unos $ 42.000. La cagó.
Llego un poco antes de la hora donde Pancho y después de un rato sale él.
Luego llega la Soledad Tagle y al poco rato Víctor Bunster.
Nos vamos altiro, en dos autos.


Nuevamente está en la puerta de entrada el mismo joven, con ganas de ficharnos y con el que tengo una breve conversación. Me dice que es su trabajo y debe pedir esa información. Pero que nos entiende, especialmente si llevamos años subiendo cerros, sin controles ni nadie que "nos cuide".
Confirma que pondrán una caseta con una puerta y cobrarán entrada.

El día precioso. El suelo verde intenso, de abundante pasto nuevo. Los arbustos y vegetación, con abundantes hojas nuevas. Muchos árboles vemos que sacrificaron en la sequía parte de sus ramas, porque los brotes no salen de todas las ramas.
Cielo despejado, calorcito, que hace que al poco andar nos saquemos los polerones.
En la cumbre, incluso sentiremos calor.


Ascendimos a la cumbre de los últimos fines de semana, por la misma ruta por la que bajamos el domingo pasado. Bella ruta; nueva para muchos de nosotros. 

Larga permanencia en la cumbre. Comiendo y conversando.
Santiago, relativamente claro, en cuanto a smog.
Aire traslúcido a la altura en que estábamos. Se veía hermosa la cordillera nevada.


Bajamos por la ruta habitual, cruzándonos con gente que venía en sentido contrario. Intercambiamos palabras con algunos de ellos. Le pregunté la edad a unos niños, pues había pensado traer a mis nietos que alojaron anoche en mi casa, que tienen 5 y 3 años. Casi no pude venir por ese hecho, pero al hacerla corta, que es esta cumbre, pasé sin problemas.

Llegamos a los autos, nos despedimos y todos los demás se fueron en el auto de Víctor, camino a la casa de Pancho, donde la Soledad había dejado el auto.

domingo, 14 de agosto de 2022

Cinco subimos, seis bajamos

Llego a la casa de Pancho y ya estaba ahí Víctor Bunster. No se sacó la mascarilla hasta bien andada la caminata. Dijo que le abrigaba. Era el único con esa protección a esta altura del partido.
Salió Pancho y al poco rato aparecen Francisco Toyos y la Anne Marie.
Partimos en los tres autos.

A la entrada había dos tipos, sí, eran los mismos de la vez pasada. Nos podrían dar sus nombres ? NO, les dije, rotundo. Y pasé por su lado mirándolos. No es obligación, nos dicen. 
Seguro que es porque nos quiere proteger. Recordé de inmediato el libro que leo Estupidocracia de Marcos Eguiguren, en que dice que tengamos mucho cuidado con las personas que vienen a protegernos, porque de seguro después te pedirán plata. 


El piso barroso de la semana pasada, se había endurecido. Fantástico. 
Deberías haberle dicho Rechazo en vez de un simple NO, me dice alguien.
El día está con nubes altas, frio, con pronósticos de lluvia, más tarde, cosa que nunca ocurrirá.
El verdor del piso ha aumentado. Las hojitas de arboles y arbustos, también han crecido. Los pájaros no cantan, gritan. Debe ser porque están felices.

Llegamos a nuestra mini cumbre y ahí estaba sentado alguien. Oye, le digo, este es nuestro lugar. Yo llegué primero, me dice. Bueno, hagámonos amigos entonces y me senté cerca suyo.
Después llegó Francisco Toyos y los saludó como a un viejo amigo.
De nombre Cesar Roa. Amistoso, locuaz, mucho mas subecerros que nosotros; sube dos veces a la semana. Bueno, aquí hay un par que están en ese ritmo.


Bajamos por una nueva ruta, que nos sugirió Cesar, por detrás. Ruta clara, mas suave, incluso bella por la cantidad de vegetación.
Llegamos temprano a los autos y llego poco pasados las 12 a mi casa.
Si, estamos flojetes. Será la pandemia, que nos dejó más arrastrados. Algo habremos de hacer.

domingo, 7 de agosto de 2022

Día maravilloso en los cerros

Necesitaba salir a los cerros. Anoche había llovido y los pronósticos para hoy eran de lluvia.
Pero amaneció despejado. Avisé que partía por el chat.
Llego a la casa de Pancho y está él esperándome al lado fuera de su casa. 
Antes de partir llamamos a Eugenio y a Víctor, los cuales confirmaron su no asistencia.
Y partimos, los dos solos.


Han amenazado con caseta y cobro de entrada. Solo había un cartel, que era un mapa.
Y había un piño de terneros y vacas por todos los lados, justo ahí en la puerta de entrada. Había una vaca joven y dos terneros, al lado fuera del cerco. Con Pancho logramos arrear a la vaca y al ternero más pequeño del lado del cerro. Pero tiranos la esponja con el ternero mayor; muy idiota, nunca entendió la idea.


Es época de nacimiento de terneros, pues había mucho ternero chico. Y en el suelo, poco pasto.
A la vuelta conversamos con dos huasos bien vestidos, con poncho, gorro y espuelas, que nos dijeron que los animales eran de ellos y que les daban fardos porque aun el pasto era insuficiente, pero promete.


Sí Víctor, el barro en algunas partes era excesivo. Nuestros zapatos se llenaban de barro en la base y era como caminar con pies de plomo. Difícil, pero la adhesión al piso mejoraba. No se si tanto el equilibrio, pues Pancho a la bajada, por este problema de exceso de barro en los zapatos, cayó sentado .. en el barro.


No nos topamos con nadie, en la subida. Nos fuimos a esa pequeña cumbre donde tenemos a los arboles apadrinados, que con las lluvias hemos abandonado.
La vista de Santiago, sin smog, cielo entre despejado y con hermosas nubes, maravillosa.
Se estaban formando nubes gordas y bajas, que confirmaban posibles lluvias no mucho mas tarde.
Bajemos mejor dice Pancho, no mucho después de comernos sus naranjas y mis manís con miel y castañas de cajú. La verdad creo que el único que comió fui yo.


Íbamos bajando y viene subiendo un tipo. Lo abordamos y le dijimos que era la primera persona que veíamos ese día, que hasta teníamos gana de abrazarlo (cosa que no hicimos). Fue divertido.
Poco más adelante, otro. Misma cosa, le dijimos que era el segundo con el que nos topábamos ese día. Recuerdo que le pregunté qué opinaba de un tema que llevábamos con Pancho: piensas como nosotros que lo que más atrae a las mujeres es la ternura ? Si, dijo. Y seguimos nuestro camino, con una sonrisa en la cara.


Barro, harto barro, en la bajada. El cielo se fue nublando de bella forma. La mezcla de despejado con nubes es fantástica. El suelo húmedo, verde y pasto saliendo por todos lados. Se fue la sensación de sequía permanente, dijimos.
Hojas nuevas en todos los arboles y arbustos. Ruido de pájaros. Que bella es la naturaleza.


Y nos fuimos encontrando con más gente y el piño de animales con que nos habíamos topado al partir, ahora estaba en otro lado, desplegado. Pasamos lento por entre ellos, apreciando a los terneros tan chicos algunos.


Llegamos al auto y a sacarnos el barro de los zapatos y a sacarnos los zapatos, los dos. Y nos fuimos comentando lo bueno que había sido, aparte de la tarea hecha.
Ah, le dije en un momento a Pancho, porque no hacíamos una junta de los subecerros históricos en su casa, un asado, más cargado para septiembre, octubre. Feliz, me dijo. Ya, yo seré el articulador, para que eso pase. Buena onda.