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domingo, 27 de abril de 2008

Jugamos a la pelota en la punta del cerro

Nos fuimos a esa ruta que queda cerca de la mina Disputada de Las Condes y subimos hasta ese plano a media altura. Ahí saqué de sorpresa una pelota de fútbol que había comprado por $ 1.500 en la ex YPF, abajo, al echar bencina.

Primera fueron chuteos de uno al otro que normalmente pasaban de largo y salíamos a la siga de la pelota, tensionados por que la pelota no se fuera cerro abajo.
Parecíamos cabros chicos en la alegría del juego y el intento de hacer una buena maniobra, que normalmente salía en cualquier dirección.

Después, un poco cansados optamos por tirarnos la pelota con la mano, con el único objeto de atraparla sin que se nos cayera.

Finalmente jugamos al alto. Uno tiraba la pelota y nombraba a uno de los presentes, el que si la agarraba podía volver a tirarla nombrando a otro y salir corriendo.

Nos divertimos de lo lindo y quedamos bastante traspirados.

Decidimos seguir subiendo, por una ruta diferente, hasta una roca que apuntamos. La Mabel fue la guía; nosotros la seguimos.

Arriba buscamos una roca que nos sirviera de mesa o asiento y ahí nos comimos el cocaví, consistente en la fruta en conserva de Sergio, traída por la Mabel y las naranjas de Pancho.

La conversa fue abundante como siempre. Uno de los temas fue cómo educarnos a los adultos y casados, para hacer o construir buenos matrimonios, donde por ejemplo las mujeres no cometieran el error de abandonar a sus maridos alucinadas por sus guaguas que van llegando.

Otro tema fue la innovación y pensándolo bien, esta pichanga en la punta del cerro, sin duda fue un acto innovativo.

domingo, 20 de abril de 2008

Paseo a Rancagua


Me ha tocado ser parte de grupos y grupos, pero este está generando tanta entrega, que hace que me sienta regalado de pertenecer a él.

Aparece la Mabel y conecta con el grupo. Y, junto a su pareja Sergio, nos invitan a un día de cerro y asado en su casa en Rancagua. Todos se suman. De los invitados, seleccionados por ser conocidos de la Mabel, algo, no faltó nadie. Ah, bueno, la Marcela se bajó la noche anterior por fuerza mayor.

Viaje a Rancagua, temprano. Entre 7 y 7:30. Parada en la Pronto Copec pasado el peaje de Angostura. Reunión en rotonda y caravana al campo. Deliberación y arrancamos al mirador, establecido como punto de partida. Nos esperan caballos, 8, y un desayuno bajo una ramada. Un regalo de los dueños de casa. Gente colaborando; empleados, buena onda.

La excitación no pueden ser mayor. Tres tomamos caballos y arrancamos por una quebrada, habiendo acordado todos cual sería el objetivo y la ruta lógica. Este grupo de avanzada pretende seguir los senderos existentes por el costado y descolgarnos en algún punto y trepar hasta la cima por donde todos irían.

Mas no, que pasa? todo el grupo nos sigue, siguiendo nuestras huellas con la ayuda de los lugareños. Efectivamente, llegamos a un punto pasado un álamo que ya amarilleaba solitario en la quebrada; amarramos los caballos que quedan al cuidado del joven Ulises, que nos había alcanzado. Y arremetimos Andrés, la Consuelo y Yo, ladera arriba.

Nuestra energía era alta y las ganas de hacer cumbre nuestro motor. La ruta se fue poniendo más y más difícil. Tan difícil, que le gritamos a Ulises que si podía volver él con los caballos, pues no queríamos volver a pasar por esa misma ruta.

Desde cierta altura vemos que llega abajo todo el grupo y arremeten detrás de nosotros. Uf, la subida fue dura, por decir lo menos. Llena de obstáculos pero eso no era todo; lleno de arbustos espinosos. Logramos llegar arriba tras un real gran esfuerzo y llegamos rasguñados dolorosamente. Fue de a ratos un tormento. Rebeca nos diría mas tarde que esto había superado sus límites; llegó a pensar que este grupo la estaba superando. Estuvo incluso enojada.

Pancho en uno de los arañazos de los espinas, pierde el agua y no pide ayuda. Llega arriba colapsado, al borde la fatiga.

El grupo llega a la cima en grupos y en lanchadas. Después nos enteraríamos que el trío de Andrés, la Consuelo, Francisco Toyos y Carlos Valdivielso, arremeterían hacía la cumbre, nuestro objetivo original. Según Andrés no llegaron a ella, pero llegaron a un punto de una buena vista en 180 grados.

En la ruta de bajada nos esperaban los caballos, así que algunos privilegiados, hicimos el último tramo hasta los autos, montados.

En la casa de Sergio, nos esperaba un asado superior. Un lugar inmejorable, en un recinto en torno a una cancha de golf. La casa, de revista. El grupo, total.

Conversamos, comimos, tomamos; lo máximo. Los hijos de Sergio a cargo del asado; nos deleitaron. La carne, una exquisitez, wagyu; se pasó.

Y después, una sorpresita. La Rebeca había invitado a un par de amigos de la zona de Rancagua, uno, Rafael Mardones, connotado fabricante de guitarras, que al final será recordado por sus chistes que despertaron explosiones de risas, en muchos casos.

Pero la estrella de la noche fue en guitarrista, concertista de guitarra clásica, Marcelo Vidal. Eso fue una tremenda sorpresa, pues en una amena conversación nos fue tocando melodías antiguas, muy antiguas, europeas, latinas e incluso chilenas.
Mira las expresiones de las fotografías y tendrás una ideas de lo que fue eso.

Quiero agradecer especialmente a la Rebeca que sin mayor alarde, nos trajo este regalo que hizo del día un encuentro redondo y memorable.

Llegó la noche y tuvimos también la posibilidad de escuchar las melodías de Sergio, el dueño de casa, que canta y toca, con una emoción que no deja a nadie sin que al menos le rasguñe el corazón.

Bravo a todos por este regalo que somos como grupo. Nos pasamos.
Links motivados por esta provocación:
Narciso Yepes - Recuerdos de la Alhambra
Paco de Lucia - Entre dos aguas (1976) full video
Liona Boyd
John Williams & Julian Bream:Albeniz-Castilla(Seguidillas)
John Williams n' Julian Bream - spanish dance no.1
BWV - 1006 - Prelude from lute suite 4 - John Williams

domingo, 13 de abril de 2008

Caminata por los bordes del Molina en La Hermita

Estacionamos los autos en La Hermita y bajamos hasta llegar al puente donde nace el Mapocho. Si, Francisco Toyos nos informa que esos dos rios que ahí se unen, el San Francisco y el Molina, cuyo cauce seguiremos aguas arriba, constituyen el nacimiento del río Mapocho. Guau.

Rápidamente llegamos a la entrada de una edificación llamada ahora Preventorio Marcial Rivera, que en alguna época fue casa de reposo de enfermos de tuberculosis y hoy parece ser un lugar, bastante bien conservado e incluso modernizado, de iglesia, pues Manuel, el cuidador, nos nombra al cura Joannon como uno de los mandamás del espacio.
El cuidador, del que no retuve su nombre, nos invitó gentilmente a una visita turística. Fuimos hasta la estupenda piscina y luego pasamos por el barbique. Como para hablar con Jannon y organizarnos un asado de los Subecerros.

Poco mas allá nos encontramos con un baqueano que dijo reconocernos, que venía bastante activado, puesto, diría después alguno, que hasta pidió que la foto que empezaba a sacarle, fuera con las señoritas que iban con nosotros. Marco parece que se llamaba. Bien achorado el huaso.

Seguimos por el camino y pasado el puente, del rio Covarrubias, decidimos devolvernos por el cauce de este. Poco mas allá hicimos nuestra habitual detención de cumbre, donde nos comimos los comistrajos que llevábamos, compartiéndolos como siempre. Esto lo hicimos frente a un pozoncito, que fue nombrado "el jacuzzi" y marcado por baños mas veraniegos o cuando alguno de nosotros requiriera un electro shock.

Fuimos bordeando el río que se juntó con el Molina, saltando de una vereda a la otra según como se iba viendo la cosa. En un punto, ya en el Molina, la cruzada se hizo mas difícil y las fotos que ven son de los avatares de esta operación. La Rebeca requirió tratamiento especial, pues no quería pasar; Andrés nos sorprendió a todos metiéndose al agua y cargando a la Rebeca a lapa como se dice. Se ganó un aplauso del grupo, por su ocurrencia y decisión.

Mas adelante entramos a caminar por los potreros de un hermoso campo, donde vimos ganado de diverso tipo. Conversamos un rato con un regadista, que nos contó de los dueños de estas tierras, los Maira y mas allá los Campos que tuvieron que vender sus derechos de agua y se quedaron con las tierras resecas y peladas, como las vimos.

Vimos gente pescando en el río, por lo que nos enteramos que esta actividad es posible, El sendero que trajimos de vuelta, siempre por la vereda oriente, es una verdadera carretera, donde se note que debe haber buena concurrencia en época de verano, pues las orillas y los posones así lo señalan.

Llegué medio rengueando por un dolor en la ingle, que a estas alturas de la tarde, ya desapareció completamente.

Fue un bello paseo, con un grupo estupendo.