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domingo, 23 de diciembre de 2018

Sin documentos, Pancho, en las Varas

Ya estaba Pancho ahí cuando llegué. Vamos a tomarnos un café adentro, lo invité. Ahí estábamos y fueron llegando Eugenio, Víctor, Francisco y la Anne Marie. Seriamos seis.
Tenemos que llegar temprano, pues tenemos un almuerzo, dijo la Anne Maire. Las Varas entonces. No hubo objeción.

Francisco, Anne Marie, Pancho, Eugenio y Víctor
Me enteré, que el domingo pasado subieron el cerro Víctor y la Jeannie y nadie más. Y que fueron a Las Varas. Me alegré de saber que volvía a aparecer por estas pistas, nuestra querida Jeannie.

Nos fuimos los seis en el auto de tres hileras de asientos, de Víctor.
Pagamos, nuestra luca de entrada y seguimos por la ruta de la derecha, de manera de partir en el tranque final de la canaleta, e irnos aguas arriba.

Pancho, Francisco Toyos, Eugenio, Anne Marie y Víctor
Eugenio lee por estos días un libro de la vida de Leonardo da Vinci y nos entretuvo un buen rato cerro arriba contándonos anécdotas de su vida y su época. Fue tan entretenido y tan buen contador Eugenio, que se lo pedí prestado y quedé en la cola para marzo.

perros disfrutando el agua
Los dos perros se nos acoplaron tempranamente y salió su dueño a pararlos. Le tuve que decir que todos los domingos nos acompañaban y los dejó ir sin mayor problema. Son una grata y presente compañía, salvo que cuando nos vamos a sentar en la sombra de la cumbre, son los primeros en tomar posición.

caminando por la orilla de la canaleta aguas arriba
Yendo ya por la canaleta y a la altura de la parte difícil, que yo tiro a ponerle ahora la zona de Dirk, pero me aclaran que no fue ahí su accidente. Bueno, en esa parte, pone la Anne Marie un pie en una roca que cede y cae con el cuerpo por sobre el borde de la canaleta y creo que las manos dentro. Quedó con ambos antebrazos bien rasmillados, sin sangrar, pero la sangre visible. Le echamos agua y poco se quejó la verdad.

Pancho en la delantera
En la cima, donde nos descolgamos de la canaleta, buscamos una sombra un poco más arriba donde cupiéramos todos y los perros. Ahí nos sentamos y comimos naranjas de Pancho, mandarinas de la Anne Marie y frutos secos míos.

comiendo en la sombra de la cumbre
Comentamos en un momento, todas las cosas que se aprender en la conversa de este grupo. Cuantas de ellas recordamos, es otro cuento. Que el queso de Pucará, en su local frente a Las Ursulinas. Los locos y erizos del local en Manuel Montt 1591, a pasos de Bilbao yendo hacia Irarrazabal. Que la serie tal y cual de Netflix, etc. Que el hotel Noi de San Pedro de Atacama, de donde viene llegando Pancho con su familia y Dimitri. Que las lazañas de la Punta y de la Fortunata son estupendas, siendo las de la Fortunata mejores y más caras. Etc, etc, etc.

Francisco, Gabriel, Pancho, Eugenio y Víctor
En el descenso nos fuimos adelante con Eugenio. Llegamos a la orilla del traqnue a esperar a los demás. Se demoraban. Decidimos seguir por si habían tomado otra ruta y nos encontramos con Toyos. Un poco más abajo, vimos que aparecían Víctor y la Anne Maire. Y Pancho ? y no llegaba.
Víctor decide volver sobre sus pasos y oímos que ve que viene Pancho. Es que me distraje recogiendo piedras que traía en su mochila que sujetaba con sus dos manos.
Conclusión: no nos separemos nunca.

Llegamos al rico y cómodo auto de Víctor y para la casa. Satisfechos de haber puesto a nuestros agradecidos cuerpos en acción otro domingo, esta vez de verano. Los cerros y sus vientos, lo hicieron no tan caluroso.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Manada de caballos en Las Varas

Amanece completamente despejado. Me echo su buena dosis de protector.
Llego al punto de encuentro y hay dos autos; el de Víctor y el de Pancho. No los veo; los voy a buscar a la cafetería y ahí están, Pancho con un café en las manos.
Las Varas ? Por supuesto.
Vamos en tu auto dice Víctor. Bien, así que nos vamos los tres en mi auto.

Ya está la señora de los cobros sentada en su escritorio. Pancho se pone, a luca por nuca, sin darle tiempo a la señora de pensar siquiera en emitir una Boleta.

Pancho y Víctor
Los dos perros blanco y negro, ni que nos hubieran estado esperando. Nos acompañarán toda la vuelta. Eso si que su negocio adyacente era perseguir conejos. Muchos vimos. Al final, sacaban a un conejo de su escondite y ni se molestaban en seguirlo. Patanes, les grité al llegar al tranque grande.

Rápidamente llegamos al tranque de Dirk. Esto pues la vez pasada se accidentó una rodilla y quedó ahí tirado, esperando que lo vinieran a buscar. Así que le pusimos a ese tranque, el tranque de Dirk.
Bueno, él está bien y mejorando, con promesa de dejar pronto la muleta con que anda.

bella flor
Ninguna mujer en nuestro grupo de tres hombres. Hablando de eso y llega una mujer sola, que pide paso y antes de que alguno hiciera un amago de reclutarla, arranca hacia adelante, trotando. No, no es de nuestro nivel, pensamos algo frustrados.

Víctor y más allá Pancho
Ciclistas bajaban soplados, por el otro lado de la canaleta. Una ruta que nunca habíamos visto traficada. Eran varios e iban rápido.
Varios ciclistas nos pasaron en el mismo sentido que íbamos subiendo. Incluso al final ya bajando, tres ciclistas pasan agradeciendo el darles el paso, hechos una zumba para abajo.

Que bella ruta es esta volvimos a decir, con esto de caminar, muchas veces bajo la sombra de arboles regados por las filtraciones de la canaleta, junto a una canaleta de agua cristalina, que además canta con su música de descenso en distintas pendientes y con distintos obstáculos.

caballos muy cerca
Cuando estábamos sentados en nuestra cumbre del día, a la orilla de la canaleta, llegaron varios caballos, que como andaban en patota, se atrevieron a ir a tomar agua muy cerca nuestro, tanto que incluso intenté darle agua con la mano a uno de ellos, que la olfateó, pero de la que no bebió.

nuestros perros saludan a un tercer perro que venía con unos ciclistas que pasaron y optó, agotado, por seguir con nosotros
Yo les conté de mi evento 3xi al que fui el jueves de esta semana y de la muerte de mi tía Alicia Betteley. Ellos hablaban de la inoperancia del sector público. Tremendo.
Pancho va a ser abuelo por segunda vez y su hija viene de Europa, con pololo nuevo, a pasar las fiestas de final de año con ellos.

Cansaditos llegamos al auto y rápidamente arrancamos a casa. Yo a un almuerzo de celebración de los 40 años de mi hija embarazada de su segundo hijo y cuarto nieto nuestro.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Arranca arranca de los ciclistas

En nuestro lugar de encuentro, Pancho B, Francisco Toyos y Anne Marie, titubeamos a donde ir, sin saber que el destino de la mayoría de los autos que subían hacia Farellones, era Las Varas, destino que nosotros también elegimos. Ya en el camino nos percatamos de la gran competencia de ciclistas, los autos poco a poco fueron llenando la explanada cercana al tranque, por lo que nosotros decidimos alejarnos de los altavoces que retumbaban en eco entre los cerros y caminamos hacia el cerro que va al anfiteatro.

Francisco, Soledad y Anne Marie
Se hizo huella al andar de subida, acompañados por los dos perros fieles que nos esperan cada domingo. Ellos nos hacían sentir seguros si nos atacaban otros canes que nos ladraban en el camino, quizás hubieran sido los primeros en arrancar...

Anne Marie, Soledad, Pancho y los perros
En el anfiteatro, con vista hacia la ciudad silenciosa desde lejos, nos encontramos con una señora regando las flores a orillas del memorial de Peter Von Kiesling, nos contó que lo hacía, para que su alma interviniera a su favor y continuaran arrendándoles unas casas que  estaban más abajo en el km 1 y que habían sido compradas a la familia Von Kiesling por un empresario inmobiliario. Nos enteramos que este año no habrá teatro Auf dem Berg,¡¿será porque se vendió? nos preguntamos, lamentando si la respuesta fuera afirmativa.

época de flores
En el anfiteatro compartimos y a Francisco que  durmió una pre-siesta, hubo que despertarlo, luego bajamos por el camino corto y llegamos adelantados a los almuerzos familiares. Fueron solo 7 km, quedamos al debe para los próximos domingos.

Pancho, Soledad y Anne Marie
(texto de Soledad Tagle y fotos de Francisco Toyos)

domingo, 2 de diciembre de 2018

Lo fugaz de la belleza - domingo 25 de noviembre

Sigue la primavera para los ciclistas que llenan la subida a Farellones. En nuestro sitio de encuentro, una chica se nos acercó a pedirnos que la lleváramos a su casa en la Dehesa porque llevaba una hora esperando un alma que la trasladara, celular descargado y sin efectivo, a esa hora y a esa edad, sentía desamparo, a excepción de "un flaite" como lo llamó ella, que la seguía a corta distancia, con igual alcoholemia que ella, se intercambiaban una parka y revoloteaban alrededor del servicentro. Nosotros, cual adultos mayores idealistas, le ofrecimos llamar a su casa para que la vinieran a buscar, pero esa oferta no halló aceptación.

Dirk y Soledad
Nos fuimos a las Varas, Pancho, Dirk y yo, Soledad, con un día de escasa nubosidad alta, hicimos la vuelta al revés, es decir subimos por donde generalmente bajamos, pasando a la ida entonces por el tranque grande.

Ya en la subida notamos la floración de los cactus y en cambio las espectaculares flores de los chaguales, ya se habían marchitado, parece demasiada belleza para ser duradera o demasiada energía para perdurar.

Pancho y Soledad
Vimos varios cóndores planear mucho rato ascendiendo, ¿podríamos nosotros dejarnos llevar por esas corrientes ascendentes y evitar gastar energía?

En la subida varios ciclistas que bajaban raudos, nos obligaban a "hacernos a un lado" para evitar ser arrollados. La conversación con Pancho, hizo que Dirk que nos precedía, nos llamara la atención, de que esto es subir cerros, además de conversar.

cactus en flor
Volvimos por la canaleta, escuchando su sonido a nuestra izquierda, hasta que Dirk se quedó un poco atrás y pisó en falso, doblándose la rodilla y aumentando el dolor al caminar, por lo que decidió quedarse a la sombra en el tranque chico. Bajamos con Pancho para ir a buscar el auto y subir a buscarlo, lo cual tardó una media hora, cuando recién habíamos comenzado cerro arriba, apareció Dirk en el auto de unas personas que viven arriba y lo trasladaron. Una vez en los autos, la condición de "automático" permitió que manejara sin problemas.

Esperamos y confiamos en el restablecimiento de Dirk y encontrarnos el próximo domingo.

(texto de Soledad Tagle)

martes, 20 de noviembre de 2018

A las caballerizas, arrancándole a los ciclistas

Costó llegar a la bomba porque unas cuadras más abajo estaba la partida de una carrera de ciclistas que tomaban por la ruta a Farellones. Eran miles, un primer pelotón interminable con números azules en las bicicletas, una vez que terminaron de pasar les dieron la largada a otro bloque gigante, esta vez con  números verdes.

Víctor, Pancho y Dirk !
Estaban Dirk y Pancho cuando pudimos llegar a la bomba, al poco rato llegó Víctor.
Claramente quedó descartada cualquier alternativa por el camino a Farellones  así que partimos al Líder a dejar los autos para ir a las caballerizas.

Isabel y Víctor
La mañana estaba calurosa así que por petición de la Isabel nos fuimos subiendo por los caracoles para que la bajada fuera mas fácil.
Había sombra a ratos y una brisa bien agradable así que no fue tan terrible el calor.


Pudimos observar largo rato a una pareja de cóndores que, sin mover sus alas, se dejaban llevar por las corrientes de aire dando círculos sobre nosotros.

Nos llamó la atención que se ha mantenido verde el pasto, pensamos debe haber ayudado la lluvia torrencial del lunes.

Isabel, Dirk, Víctor y Pancho
Subimos conversando y poniéndonos al día de las novedades familiares de cada uno, después de varios domingos sin ir a los cerros, así subimos parando varias veces en las sombras a recuperar el aliento y tomar agua.

La arremetida final, esa subida empinada desde donde se ve el valle fue dura. Desde ahí a la mesita al lado de la gruta de la Virgen se nos hizo eterno, cuando estábamos llegando nos alcanzaron la Consuelo y la María Elena que habían apurado el paso al reconocer a Pancho desde lejos.

como nadie me saca una foto, me la saco yo, dice Eugenio
Así que Pancho compartió sus tradicionales naranjas, Víctor mandarinas y la Isabel llevaba manzana, yo aporté frutos secos.

La conversa se animó más aún con las recién  llegadas.

flor de cactus
Nos llamaron la atención unas bicicletas con un chasis mas grueso, pensamos que tenían algún motor eléctrico, lo comprobamos bajando al encontrarnos con dos ciclistas con este tipo de bicicletas que estaban arreglando un pinchazo. Efectivamente tienen un sistema de dínamo, el que se activa con el pedaleo y aporta fuerza con un sistema eléctrico que hace mas liviana la bicicleta. Todo un descubrimiento.


Empezamos a bajar como a las 12.15 y la conversa no mermó.
Llegamos a los autos y de ahí al Líder.
Una rica caminata y agradable conversación como siempre!!

(texto y fotos de Eugenio Lagos)

martes, 13 de noviembre de 2018

Apogeo floral

Día nublado de noviembre, especial para los cerros porque el sol se esconde entre unas nubes de diferentes formas y tonos de grises, así la temperatura es muy agradable para caminar y subir cerros.

Soledad y Lavena
Esta descripción del día solo entusiasmó a Pancho Balart, a Layena y a mí, Soledad.
Les cuento que Layena es española, vive en Berlin y está por unas semanas en Santiago dando clases de curación por símbolos y agua, por lo que nos encantó y amplió nuestra mente contándonos de su estrategia de sanación. No solo eso, sino que a mí, personalmente, en la pausa de descanso, antes de bajar, me ayudó con mis dolores, gracias Layena!!

Pancho
Fuimos a Las Varas, los únicos caminantes y solo algunos ciclistas, yo creo que los pronósticos de lluvia, que por supuesto no llegó en domingo, solo ahuyentan a los caminantes.

Lavena
Estaba muy florido, fue una mañana de muchos cactus con sus flores blancas y chaguales por doquier, que al parecer es endémico y tan pocos chilenos conocen su maravillosa flor.


El sonido del agua de la canaleta que nos acompaña cerro arriba es un placer, junto a las aves que sobrevolaban silenciosas (cóndor y águila) y otras que parecían cortejar a sus parejas con cantos melodiosos (tenca, turca, codorniz, queltehue, chincol).

qué será eso ?
Esta vez los perros nos acompañaron hasta llegar a la canaleta y luego se devolvieron, deben haber recordado que estos caminantes no llevan nada parecido a alimento de perro.


Ya poh! si están leyendo, son subecerro y los cerros los extrañan, no dejemos de ir a la montaña, porque la montaña no irá a nosotros.

un juego ?
Layena mirando el Plomo, confirmaba que Santiago está en un lugar espectacular por su cercanía a cerros y montañas altas. Gracias Pedro de Valdivia!!

(texto de Soledad Tagle)

domingo, 4 de noviembre de 2018

Dos apariciones sorpresivas: Paula Christensen y Jorge Milla

Andaba en Santo Domingo, veníamos de caminar por el borde costero y entrando por la puerta del edificio, voces desde un auto nos saludan. Era la Paula Christensen y Francisco Balart II. Entraron, se estacionaron y subimos a conversar unos saldos de aperitivo que teníamos. Y de ahí salió, la posibilidad de que al día siguiente, ya en Santiago, la pasara a buscar para ir al cerro.

Víctor, Pancho y la Paula
Llegamos al punto de encuentro con la Paula, después de pasarla a buscar y vemos que solo está el auto de Pancho, sin él adentro. Nos bajamos y entramos a la cafetería, donde habría de estar. Estábamos en eso, esperándolo del baño, cuando aparece Víctor.
Saliendo ya del recinto, le doy la pasada a un marciano, vestido de profesional de las bicicletas y algo en mi reconoce, al mismo tiempo que él también reconoce, a Jorge Milla !! Abrazos, saludos, miradas. Hacía tiempo que no nos veíamos.
Sale con nosotros, en vez de entrar, para presentarnos a su Silvana. Y sus estupendas bicicletas. Se encaminaban los dos a Farellones. Los invitamos a Las varas, pero noo.

ese soy yo metiendo mis narices en una bella flor del cactus
Días de encuentros, de sorpresas.

Nos vamos los cuatro en el auto de Víctor, que es el más grande. Nos cruzamos con la cobradora ya lanzados por el camino de la derecha, ruta arriba.

ves ese increíble chagual ?!
La Paula, expresiva, reaccionaba al verdor del prado, a las hojas nuevas, al esplendor de una primavera en pleno. Y al día despejado, templado, por el que dejamos, esta vez, los polars en el auto.

Nuevas instalaciones en las caballerizas de las casas al pasar, nos llaman la atención. Mucho caballo, obras, donde está el negocio, que no lo vemos ?

este es el close-up que le sacó la Paula al chagual
Conversamos de corrido. La Paula está en el centro de los temas. Después tomará la delantera del grupo que camina en fila india por el borde de la canaleta, que nos acompaña con su música rutilante. Los sentidos son atrapados por el entorno, por la bella ruta y esto de estar ahí, presentes, calma el alma y alegra el espíritu. Aparte, el cuerpo, que con el ejercicio se regocija.

la Paula
En la cumbre, que no es cumbre, preferimos la sombra de los arbustos más arriba. Ricas naranjas, de Pancho; mandarinas de Víctor y las almendras tostadas mías, que se las terminaron.
Líquidos, descanso, brisa del viento.

vaca dando leche plácidamente
De repente, voces. Y si, aparece un grupo de seis, con los que de inmediato entablamos intercambio, mientras ellos avanzaban aguas abajo. Tres mujeres en la delantera y luego tres hombres. Yo los hemos visto a ustedes, nos dicen. Dicen también, vemos que no estamos solos por estos cerros. Y siguen camino.

flor de cactus
Iniciamos el descenso. Vemos ciclistas que vienen más arriba; al poco rato nos alcanzan y pasan.
Otro grupo vendrá más atrás.

Pancho y Víctor en la primera parte
Pasamos el tranque, llegamos a la caseta de pago, pagamos (Pancho), y al auto. El placer de sentarnos en el auto es notable. Y a casa, cansaditos y contentos.

martes, 30 de octubre de 2018

Dos Bunster por las Varas

Llego al punto de encuentro y pasa un buen rato antes de que llegue alguien y ese alguien es Víctor Bunster, mi pariente.

Para donde vamos, le pregunto. A Las Varas, me dice; listo. Y para allá partimos en mi auto, pues él quería conocerlo.

Me propuso llegar a la cumbre del Guayacán, cosa que acepté sin muchas ganas. Pero le sugerí la ruta de los ciclistas, cosa que emprendimos.

Víctor
Conversamos sin parar, eso puedo asegurar. Muy pocos momentos de silencio. Tema tenemos los Bunstet, siempre, parece.

En el punto de salida de la canaleta, tomando el ascenso de los ciclistas, me detengo y le digo: bueno, aquí es donde se desata la decisión de ir al Guayacán; decidamos.
La verdad, me dice, es que estoy bastante resfriado y no se si será conveniente.
De eso me aprovecho y apoyo la moción de seguir por la canaleta y esa fue la decisión compartida.

Mucha flor en el camino, que atrapaba nuestra atención. Manchones de dedales de oro, flores moradas, chaguales en cantidades, una florcitas azules, preciosas, etc. Primavera en plenitud.

El cielo se fue tapando, pero sin tapar la resolana, que mantenía nuestros cuerpos con sombras en el suelo. Y un viento profundizó su presencia, haciéndonos sentir que mal tiempo podría venir.
De todas formas ese clima, con ese viento era ideal para caminar por los cerros.

dos chaguales, tienen absorto a Gabriel
Nos sentamos en lo que solemos llamar, cumbre, de esa ruta y nos comimos las viandas que llevábamos: frutos secos y mandarinas de Víctor; muy ricas. Aparte de líquidos, que en mi caso era esa agua azul que Dirk rechaza.

Mucho ciclistas pasaron hecho unos bólidos, mientras estábamos sentados y en otros momentos.

El primer tranque, nos llamó la atención, la poca agua que tenía. En cambio el segundo, tenía el nivel más alto que habíamos visto en hacía mucho tiempo.

Llegamos conversando al auto, pagamos, Víctor pagó y nos fuimos. Lo dejé en su auto y nos despedimos. Una buena mañana de ejercicio, contacto con la naturaleza y buenas conversaciones.
Esa tarde iría a ver la película "La esposa" e iría a almorzar al restaurante La tasca de Altamar, ambas recomendaciones de Víctor. A mi entera satisfacción.

domingo, 21 de octubre de 2018

Plena primavera por las Varas

Llego a la hora al punto de encuentro y ya estaba ahí la Soledad. Nos instalamos a conversar y al poco rato llega Mario Castillo. No llega nadie más. Para donde vamos ? A las Varas dice la Soledad y para allá partimos felices.

Vamos en mi auto esta vez. La señora de la portería aun no llegaba.

Soledad en la delantera
Tomamos la ruta habitual, aguas arriba de la canaleta. No creo que haya más bella ruta que esta, orillando la canaleta, entre luces y sombras de los arboles y vegetación que rodea este surco de agua.

Chagual
Lideró la Soledad, deteniéndose aquí y allá, apreciando chaguales en formación y algunos por aquí y allá, ya florecidos.
Nos mostró incluso chaguales ya florecidos y otros en completa combustión, negros. Nos dijo que el chagual después de florecer muere.

Mario y Gabriel
Los cerros están verdes en todo su esplendor, llenos de flores propias de estar en plena primavera. Día soleado, brisa fresca, calor a medida que avanzaba el día.

Algunos ciclistas nos pasaron en la primera etapa.

Gabriel y Soledad
Llegamos a lo que llamamos la cumbre del día y en una sombra nos instalamos. Sacamos sendos frutos secos (yo llevé almendras tostadas) y algunas mandarinas de la Soledad. Mario ofreció además manzanas.

bellas flores (dedales de oro)
Al poco rato alguien pidió una meditación y yo propuse hacerlo, sentados, con los ojos abiertos, atentos, centrados en la respiración, con los ojos abiertos, muy conscientes de lo que veíamos, oíamos y sentíamos en el completo presente. Produjo buenos resultados.

Partimos cerro abajo, después que unos ciclistas pasaron soplados cerro abajo.

ven a uno de los perros ?
Ah, nos acompañaron un par de perros, que parecen hermanos por el colorido, a pesar de ser de razas muy distintas.

meditando con los ojos abiertos
El tranque estaba con más agua que otras veces, para lo que sacamos esta foto como registro de ello.

tranque
Ojo, están apareciendo nuevos cercos y puertas. Algo se viene para este territorio, parece que quieren arrendar espacio para casas rodantes, picnic, asados y para ello trabajos en la ruta.

nuevo cerco con puerta
Llegamos a la caseta, pagamos, al auto y a casa, felices de otro día de caminatas por los cerros.

nido de canastero (Soledad)