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domingo, 28 de diciembre de 2014

Descubriendo la Quebrada seca

Paso a buscar a Fernando Saavedra a las 8 en punto. Llegamos a la Shell como 20 minutos antes, así que pasamos a comernos algo al local de la estación de servicio.
Ahí estábamos sentados y vimos llegar a José, luego la Jeanie y a Dirk.

el Charol, Fernando Saavedra, Dirk
Al ir a su encuentro, la Jeanie nos dijo que ya estaba el destino decidido. Fernando le hizo una propuesta que la Jeanie no pudo rechazar: quería llevarnos a una ruta nueva, en el km 8,5 del camino a Farellones, que llamó "Quebrada seca".

ascenso en fila india; Fernando liderando
Para allá partimos en el auto de José, un Jeep Cherokee rojo. Cuando habíamos llegado, recibo llamado de mi hija Andrea y su pareja Pablo, que venían detrás de nosotros. Los esperamos y con ellos completamos el grupo de 7 que seriamos.

hay un punto desde donde se ve el manchó verde del
Vallecito y justo arriba, el Alto del Naranjo
Para tomar esta ruta hay que pasar por la casa del Charol o Charola, no lo se bien. Fernando tiene una larga relación con él y fuimos presentados formalmente, para poder acceder en el futuro por ahí.
El Charol, que vive ahí con su familia, nieto incluido, nos acogió amablemente. Conversamos con él un rato y luego iniciamos la caminata cerro arriba, por esta estrecha quebrada.

manchón amarillo
En la primera parte, muros de rocas de gran altura nos rodeaban. En algún punto, nos elevamos por una subida empinada y pasamos a algo mas suave, tanto en el ascenso, como en la geografía alrededor nuestro.

jardín multicolor
Fernando iba en la delantera; él nos había traído aquí y por lo tanto íbamos a su ritmo. A sus 83 años, no podía ser muy rápido; para mi estaba bien, pues disfrutaba mirando alrededor.

la Jeanie en la delantera, Dirk detrás
Efectivamente era un ascenso más bien sombreado, cosa que Fernando había augurado, especialmente por la vegetación en que andaríamos. Si hasta por el bosque de Blanca Nieves anduvimos; una bella y breve formación boscosa.

lo primero que atrapó mi atención en la casa del ermitaño
Pablo, es este lechoncito alimentándose de su mamá
El sendero era firme y claro, nos enteramos que la razón era que más arriba vivía un ermitaño, Pablo, rodeado de chanchos, cabras, corderos y gallinas.
Efectivamente a su casa llegamos, pero él no estaba. Ni para mediaagua daba, en un estado bastante deplorable y lleno de animales tirados por todos lados; chanchos más que nada.

corral con caballo, en la casa de Pablo, el ermitaño
En un momento, la Jeanie, Dirk, José y yo, pasamos adelante y arremetimos a un ritmo de verdadero ejercicio para nosotros. Pasamos la casa de Pablo y seguimos un tanto más adelante, donde bajo una sombra hicimos nuestro habitual pic-nic y comimos frutos secos de Jose y Dirk.
Echamos de menos las naranjas de Pancho, por supuesto.

la casa del ermitaño Pablo, con bandera chilena
Al volver, pasamos por la casa de Pablo y ahí estaban todos los faltantes. Pablo, el pololo de la Andrea, mi hija, muy dedicado a la fotografía.

chancho macho, la hembra al lado y el hijo al otro lado
El paseo muy bello, con mucho verde, brisa que sube por la quebrada, que nos refrescó en este día totalmente despejado, con una temperatura presupuestada de 32 grados; aparte de lo boscosa de la ruta. Muy recomendable para esta época del año.

el gallo que nos recibió donde el ermitaño Pablo
De los temas, uno fue la recomendación de una experta en golfing, un tratamiento moderno para dolores extraños de por aquí y por allá. El dato es Paulina Cordova, su fono es el 7-9687186 y su mail es paulina7000@gmail.com, atiende para Rolfing y Pilates en Colon 7000, un local en el primer piso.(Dirk's) ...
partiendo del punto de cumbre, Dirk, Jeanie y José
Y con la Jeanie, buenas conversas más elevadas, de los vedantas, escuela de la que sabe bastante, y de cuyas fuentes me respondió a la inquietud histórica mía, de porqué es malo mentir.
La mentira es una acción del Ego, que busca engañar. Los vedantas solo atienden al desarrollo y mirada interior. De ahí la meditación y tener el órgano de observación del propio interior lo más limpia posible, y tanto la mentira como la duda, nos señaló la Jeanie, pervierten la mirada verdadera y desinteresada, necesaria para el desarrollo interior.

La Jeanie dicta unos talleres de estos temas, que bien vale la pena darse una vuelta.

jueves, 25 de diciembre de 2014

P.V.E. al Pochoco con llovizna

Cuando llegué (Eugenio) estaba solo Pancho, en el camino pensé que por la neblina y llovizna quizá no llegaría nadie y tendría que volver a mi casa a inventar algo que hacer a esa hora, sin embargo estaba el siempre fiel Pancho y al poco rato apareció Víctor (P.V.E.).

Pancho y Eugenio
Un poco dudosos de si llegaría la lluvia, partimos en el auto de Pancho hacia el Manquehuito, sin embargo con solo acercarnos constatamos que estaba mucho mas cerrado y llovía francamente, entonces decidimos volver a los autos un poco decepcionados. Apreciamos que estaba levemente mejor hacia el cajón del Arrayán así que decidimos irnos al Pochoco, esta sería mi primera subida a este cerro resistido por muchos subecerros por lo resbaloso.

Pancho y Víctor
Aprovechamos el largo trayecto en auto para que Víctor nos contara de su reciente paseo a la patagonia donde recorrió lugares tan lindos como deshabitados y se nota que volvió con las pilas muy cargadas. Al escuchar su relato uno se pregunta por que no viajar mas si hay tanto por conocer y maravillarse de la naturaleza, en el caso de Víctor, como nos contó, el viaje fue organizado por un primo, que lo denominó "mistery tour" ya que todo fué sorpresa para los participantes.

vista de la niebla
En el Pochoco la visibilidad era muy poca y la neblina mojadora, así emprendimos la subida,  con la humedad se había apretado un poco el suelo. Pienso que las plantas deben agradecer mucho esa humedad en esta época del año.

pájaro
El primer tramo fue bastante silencioso porque la subida es pesada, mucha gente con perros que dejan sus regalos por todo el camino y que hay que cuidarse de no pisar..., mucho sendero que se divide, es un cerro muy transitado, aún con el tiempo malo habrían fácilmente unos veinte autos en la entrada.
Llegamos hasta un peñón rocoso que, de acuerdo a lo informado por Pancho en como la mitad de la subida, ahí nos paramos. No se veía nada hacia abajo, la visibilidad era de unos 10 metros.

Pancho y Eugenio
En ese punto nos encontramos con un abuelo y sus nietos, el abuelo portaba uno de esos bastones de Ugo Ravera, similar al que usa Gabriel, así que estuvimos conversando de este personaje que se ha transformado en el alma del Pochoco.

Después del breve picnic y conversa, empezamos a bajar, a ratos nos mojaron los chubascos y no faltaron los resbalones. En cerro está realmente muy erosionado.

Al llegar cerca de los autos notamos como la neblina había ido cediendo y la visibilidad aumentado.
Volvimos a los autos temprano para los respectivos almuerzos familiares.

Rico paseo, algo mojado pero muy agradable la conversa y la compañía.

(texto y fotos de Eugenio Lagos)

lunes, 15 de diciembre de 2014

Tres al Huinganal

El día amaneció con una luz muy especial, con algunas nubes altas hacia la costa que hacían pensar que podría nublarse durante nuestra excursión.

Cuando llegué (Eugenio) ya estaba Dirk y al poco rato llegó la Jeanie, seríamos solo tres esta vez.
La Jeanie propuso ir a la ruta de la ermita y llegar hasta el fondo esta vez, sin embargo ninguno de los autos era adecuado para meterlo por ese camino, Dirk propuso el potrerito pero finalmente fuimos al Huinganal (Caballerizas).

Jeannie y Dirk
Nos encaminamos a dejar los autos en el Lider, pero estaba cerrado por huelga, así que seguimos al estacionamiento del Portal de La Dehesa y seguimos en mi auto a nuestro destino.

Había poca gente, dejamos el auto a la sombra y partimos por la huella por la que usualmente bajamos, haciendo el recorrido al revés.

Jeannie y Dirk
La conversación que había partido animada empezó a disminuir por el esfuerzo de la subida. Yo desconocí el sendero, pensaba que habíamos tomado uno diferente, sin embargo Dirk que estaba muy ubicado, me hizo notar algunos tramos que son inconfundibles, y tuve que reconocer que era yo el perdido....

La conversación se reanudó al disminuir la pendiente, Jeanie nos comentó de una charla de Rodrigo Jordán a la que asistió en la semana donde mostró con preciosas fotos los treckings mas lindos del mundo, en África, Europa, América y Asia.

flor
Después la conversa siguió con muchos temas relacionados con la psicología y en especial acerca de tomar conciencia de lo fundamental que resulta el autoconocimiento y como las culturas orientales son las que naturalmente cultivan esas disciplinas que para nosotros, educados e imbuidos en nuestra cultura occidental resultan un trabajo, muy necesario pero no libre de tropiezos e inconstancias.

Mientras subíamos nos topamos con un buen grupo de personas con números en sus poleras que bajaban el cerro corriendo mientras nosotros les dejábamos libre el paso, serían unas 30 o mas personas.

vista hacia Santiago
También conversamos harto de las experiencias de cada uno respecto al conocimiento de uno mismo, la Jeanie nos contó de la búsqueda que había animado su viaje y larga estadía en la India y de como conoció esa cultura y se empapó de una de las vertientes del Yoga (que viene de la misma raíz que la palabra yugo: unión, que en este caso se refiere a la unión de la persona, cuerpo y espíritu) Nos explicó Jeanie que el Yoga tiene en lo grueso tres grandes ramas, la primera que se enfoca en la acción (que es la que mas se conoce en occidente por las posturas y la búsqueda por alcanzar una comunicación con el espíritu a través de ellas), la segunda rama es la devocional y la tercera es la del conocimiento.

Dirk
Mientras hablábamos de todo esto - yo metí poco mi cuchara porque mas bien escuchaba lo que comentaban Dirk y la Jeanie - estaba seguro que habíamos tomado mal el sendero y que daríamos un rodeo desconocido para volver al auto, aunque Dirk insistía en que estábamos bien, en eso estábamos, los tres un poco dubitativos con la orientación y decidimos parar a descansar y repartir los respectivos menús. Dirk llevaba naranjas que reemplazaron a las que siempre lleva Pancho.

Cuando reanudamos la bajada, convencidos de que estábamos en otro sendero apareció delante de nosotros la mesa y la gruta donde tradicionalmente hacemos el pic nic, estaba siendo usada por dos ciclistas que estaban ahi por primera vez y que nos preguntaron medio angustiados cuanto faltaba para llegar abajo.

sendero
En el resto de la bajada, ya seguros de la ruta, el tema siguió por donde mismo.
La Jeanie nos habló de un libro que había leído de un autor de nombre Peter Tompkins (no el que conocemos acá) que desarrolló un método para comprobar que las plantas tienen emociones y reaccionan a tal grado en relación a ellas que son capaces de percibir un mal pensamiento.

Por su parte, Dirk nos compartió de su experiencia con la bio-danza que busca conectarse profundamente con las sensaciones y dejar de lado la cabeza.

flores
Ya  hacia el final tocamos el tema de lo esquematizada y poco auténtica que es en general la conversación, muchas veces incluso entre amigos o personas que tienen un grado de cercanía que ameritaría una comunicación mas desde el alma, se suele dar una conversación mas bien formal en que no se muestran los sentimientos.

Llegamos al auto y bajamos felices de haber tenido una caminata tan agradable, la temperatura impecable y la conversación profunda y aportadora.

(texto de Eugenio Lagos)

martes, 9 de diciembre de 2014

Más paseos sugeridos por Fernando Saavedra

  1. Don Melchor. Camino La Ermita. Puente del Mapocho.  1+km hacia Antawaya a la derecha hay una casa de inquilino y corrales de “don Melcho” situada en una quebrada, paseo lindo, escarpado y desconocido.  Arriba, ntes de que el sendero cruce la quebrada a la sombra de un par de árboles grandes, es necesario cruzar una par de acarreos de tierra (de 30 y 10 mts) muy pendientes y peligrosos. Luego se asciende con rumbo norte por la cara del valle que mira hacia el oriente. El sendero luego gira hacia el surponiente hasta coronar en una alambrada que hay que seguir hacia el sur trepando por su lado más fácil (yo prefiero por el lado oriente). Antes de coronar en un mirador de roca muy evidente. De la alambrada,, parte hacia el poniente un sendero que, a poco andar, lleva a un lindo vallecito casi virgen con grupos de árboles y sombra  donde sentarse a descansar. No hay agua. Con don Melcho quedamos en que en los próximos días alguien aplane el sendero en los acarreos. Una vez confirmado dicho trabajo se podrá hacer el paseo sin peligro.

    Sector Farellones

  2. Blancanieves. Atravesar buena parte del pueblo de Farellones hasta el refugio (3 pisos) de la U.de Chile al lado izquierdo (norte) del camino. Antes del refugio, se baja por un desvío de tierra para dejar el auto junto a unas casitas-refugio. Una gran explanada se extiende ahí hacia el norte hasta la Quebrada de La Parva. Atravesarla en dirección nororiente. El sendero atraviesa un par de bofedales menores y baja hasta cruzar dicha quebrada y subir por el lado derecho con dirección poniente. Al coronar la nariz, en un punto que yo denomino “cruce de senderos”, tuerce hacia el norte bordeando un precipicio encima de un gran farallón donde se explotaba piedra laja. A poco andar aparece la casita de piedra que ocupaba la Blancanieves. Lo sé porque cuando la descubrí tenia 4 camarotes de 2 camas; una, de la Blancanieves y las demás, ya saben para quién. Huella de corralitos y vertiente propia. Siguiendo el sendero por la ladera hacia el nor-nororiente eventualmente se divisa y luego se alcanza el “Refugio Alemán”. Se regresa desandando el camino. Linda vista, muchas flores pequeñas. Harto ganado.

  3. Los Pinos. Algo después de “el Manzanito”, sobre el lado derecho del camino, hay un kiosko de bebidas junto a un bosque de pinos. Donde este comienza se estaciona el vehículo. Se atraviesa el bosque hasta su extremo sur, donde se pasa una alambrada y una quebradilla, para dirigirse al poniente por un sendero paralelo al de la curva 32, si bien como 100 metros más abajo, pero mucho más ameno y bonito. Topando en unos árboles el sendero se carga un poco hacia la loma a izquierda, sigue, y finalmente remata en un bosquecillo a cuya derecha hay una gran roca mirador con linda vista Desde ese punto se puede trepar la ladera hacia la izquierda (sur) para llegar a las torres grandes. También se puede seguir hacia el poniente a través del bosquecillo y, finalmente, llegar a las torres chicas.

  4. Loma del viento. Donde el sendero de la curva 32 llega al pié de las torres grandes, uno se dirige al sur por una gran explanada que termina en una barrera de piedras entre las que hay un portillo que permite seguir bajando hacia el sur. Pasado un nudo de rocas (en el sendero hay unas afloraciones de cuarzo blanco) la huella termina en una pequeña loma y unos arbolitos de sombra También se puede explorar algo hacia el poniente en dirección a un punto sobre el fundo el Toyo. antes de despeñarse sobre el rio Molina +/- a la altura del Paso de Caballos que ustedes conocen.

  5. Villa Paulina Mirador. El camino interior  de Villa Paulina culebrea hasta un patio sombreado con construcciones y un gran galpón. Ahí se deja el vehículo. Por la derecha (sur) se sube por un bosque de pinos hasta el camino que a pocos pasos cruza el estero de La Leonera. Antes del esterito se toma el sendero ascendente (señalizado) hacia el sur hasta cruzar la quebradilla y subir por el otro lado (nororiente) hasta un Mirador artificial, desde donde se puede seguir hacia el suroriente, y luego hacia el oriente por la quebrada de La Leonera (según el tiempo disponible) hasta unas paredes de roca donde me han sorprendido unos confianzudos picaflores (¿estarán todavía?). No hay sendero transitado y a veces la vegetación es un obstáculo, pero es paseo corto, hay tranquilidad, buen aire y belleza.

  6. Villa Paulina Refugio Alemán. Desde donde quedó el vehículo, dirigirse hacia el surponiente por el camino de autos hasta una curva que apunta hacia el oriente. Seguir al surponiente por el camino de vehículos abandonado que sube el cerro zigzagueando, pasa por un bosquecillo y llega a una planada que se puede ascender cruzándola a pié o adivinando la antigua huella caminera que la rodea hasta llegar a su esquina suroriente. Desde ahí se sigue la huella hacia el sur hasta el Refugio Alemán. Unos 300 mts hacia el sur está la colección más colorida que he podido conocer de lavanda andina (azul, beige, rosada y blanca). Antes de la actual alteración climática florecía en noviembre. El paseo es más largo y exigente.

  7. Loma del mirador. Unos 500 mts luego de la curva 15 (Santuario) hay sobre el lado derecho un mirador donde aterrizan los brasileiros. Dejando el auto ahí, se cruza la carretera y se sube hacia el oriente por la cresta de esa loma. La huella está muy lastimada por los biketrekers, pero sólo al comienzo. Hay que trepar hasta unos bosquecitos de grata sombre y seguir hacia arriba largamente hasta el “cruce de senderos”, para luego tomar hacia el norte hacia La Blancanieves. Paseo de unas 2 horas de trepada y una de bajada. Despejado. Linda vista.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Al Pochoco en familia

Llegué al punto de encuentro, con mi hija Emilia y su pololo, el Negro (Roberto Náquira) ... y no llegó nadie más. Sorpresa.

Emilia y Negro
Propuse el Pochoco, cerro vedado para nuestro grupo, así que para allá partimos. El Negro no lo conocía y siendo un clásico, quiso conocerlo.

Emilia
No mucha gente, ni autos, la verdad. Me quedó claro que en fin de semana largo en esta época del año, la probabilidad de arrancarse fuera de Santiago es total.

Sentí pesada la primera parte, por lo escarpada, lo roto de la ruta y quizás mi estado físico con sobrepeso y un grupo que no ha estado haciendo subidas muy exigente el último tiempo.

Negro y yo
Arriba me encontré con un viejo japones, que vengo viendo de años, en el Pochoco. Algo conversamos, me dijo su nombre, que por supuesto no recuerdo y su edad, 77 años. Llegaría ese día solo hasta ahí, que es donde está el letrero de don Ugo Ravera.

Seguimos subiendo hasta un descanso más largo, en el Mirador. Ahí disfrutamos de la vista y tomamos un poco de agua.

Emilia y Negro
Seguimos subiendo y al llegar hasta el plano, justo frente a la cumbre, decidí llegar a una pequeña cumbre, pasado el escalón de rocas y dedicarme a la contemplación, descanso y meditación. Invité a la Emilia que llevara al Negro a la cumbre y me pasaran a buscar a la vuelta. Y eso hicieron.

en el Mirador
Me instalé. medité un rato y después me interné a la sombra de un arbusto donde prácticamente me tendí y dediqué a escuchar insectos y pájaros; a estar ahí.

Negro alias Roberto Náquira
Esperé hasta que volvieron Emilia y Negro de la cumbre y bajamos lentamente, en buena parte debido a que Negro subió con zapatillas planas por debajo y los resbalones eran uno tras otro.
Hubo partes en que simplemente bajó sentado, en cuatro patas.

es lo que hay nomás
Ya en el auto, nos fuimos adonde la Rosalia y nos comimos sendas empanadas. Exquisitas, a $ 1.500 cada una.
Ahí conocí a una encantadora bisnieta de la Rosalía, de unos 10 años, que jugaba en la caja con los billetes.

Roberto
Una grata subida de cerro, en familia, con total ausencia de otros subecerros.

 

Paseos sugeridos por Fernando Saavedra

Fernando Saavedra, ha quien encontramos y conocimos en el último paseo al Potrerito, que él llama El Rulo, me ha hecho llegar ideas de paseos o caminatas, que dejo aquí:

  1. Paso Marchant. Si sigues unos 5 Km por el camino de la Disputada, más allá de la “Posada Inglesa” (donde se dejan los vehículos para subir al Rulo (Potrerito).llegarás a Paso Marchant, donde la minera tiene cerrado el camino. Ah+i dejas los autos; bajas a pié unos 150 metros, y subes la pared norte por un sendero algo empinado que se dirige al poniente. En cosa de 1 hora llegas a una quebrada con un hilo de agua. Luego se sube la ladera hacia el norte hasta un llano abierto. Luego se toma hacia el oriente subiendo y bajando unas lomas hasta una quebrada que a veces tiene algo de agua. Fin del recorrido. Se desanda el camino, pero cargándose a la derecha (norte) para bajar entre unas bonitas rocas muy grandes que forman cuevas y abrigos.  Ahí no parece ir gente. Sólo caballos que marcan senderos que hay que identificar.
  2. Quebrada Seca. En el kilómetro 9-1/2 la carretera hace una pronunciada entrada a la izquierda (norte) hacia una casa donde vive el “Charol” (Eugenio Silva), cuidador de ese fundo. A menudo hay camiones que guarda su hijo Alfredo, que vive ahí. La mujer del Charol se llama Rosa.. Se le pide la pasada para subir por la “Quebrada Seca” hasta la cabrería que tiene Pablo, un ermitaño inteligente, viajado e informado, que ahora  cría cerdos. A su perro Barrabás le encanta que le hagan cariño- Todo el sendero es a través de bosque nativo y virgen, a lado y lado. Son como 2 horas de subida con sombra.
  3. Piedra Blanca. Subiendo por el camino de la Disputada, como 1 o 2 kilómetros más arriba de La Palomera, roca agujereada donde practican los escaladores, se ensancha el camino frente a unas casas que son la entrada del fundo Piedra Blanca de unos señores DuBelloy aficionados a las motos. Hay una barrera interior que hay que levantar. Hay abundante estacionamiento. El cuidador se llama Ricardo y su mujer la señora Norma vende unas muy buenas empanadas. De ahí se sube a pié por una camino de autos durante 1 hora hasta llegar a una gran huecada llamada el Llano de Carlos, donde anidan los motoqueros. Se lo atraviesa hacia el poniente y luego se sigue la vieja huella de autos (ahora destruida por las motos) que termina en un llano al pié de un cono llamado El Caracol. En dicho llano hay árboles de sombra y se puede descansar y almorzar. El camino de vuelta es por donde mismo. Se ven conejos, perdices y otras aves, A menudo hay que darle el paso a 2 o 3 motos que suben haciendo su deporte. Paseo también de una 4+ horas.
Fernando Saavedra y Gabriel, de pie

lunes, 1 de diciembre de 2014

Sol y niebla por la ruta al revés de las Caballerizas

El día aparecía cubierto, pero al llegar al punto de encuentro se veían algunos orificios de cielo, lo que daba alguna esperanza de que despejara. El día anterior había llovido copiosamente, para sorpresa de muchos en esta época del año.

Pancho, Arturo, Gabriel, Isabel, Consuelo, Anne Marie, José
Llegan al punto de encuentro (8), Pancho, la Consuelo, la Isabel, Arturo y su hija Alejandra Kutscher, José, la Anne Marie y yo, Gabriel.

Anne Marie, Consuelo, Arturo, Alejandra y José
La Alejandra quiere ir al Pochoco; la Isabel, secundada por la Consuelo, se oponen. Pancho, sugiere las Caballerizas o el Huinganal y para allá partimos.

Dejamos los autos en el Líder de la esquina con Las Condes y seguimos en el auto de Pancho y el de José.

las mujeres
Haremos la ruta al revés, subiendo por la parte más escarpada y bajando por donde solemos subir. El piso está húmedo, por las lluvias del día anterior, lo que hace fácil el que los zapatos se agarren al piso.

Isabel y Pancho
Más adelante, esta humedad del suelo, hará que en la planta de nuestros zapatos se vaya acumulando un barro pegajoso, al punto que llegué a decir que sentía como que andaba con tacos altos. Había que parar y sacarse algo del barro de los pies, pues el peso hacía más cansador el andar.

la Isabel y Pancho
Subíamos con la Anne Marie punteando y de repente se detuvo a mirar como en un claro soleado, de los prados más adelante, avanzaban cantidades de vapor que al instante se evaporaban. Ahí estuvimos el grupo completo disfrutando el bello espectáculo que ese vapor en movimiento, las luces y sombras que en un día cerrado una apertura de cielo y sol producían.

quintral, parásito del cactus
En la cumbre, ya en la ruta a la banqueta del descanso, el día se había cerrado y caminábamos literalmente dentro de la nube. Todos los que se habían sacado polars y parkas, se los volvieron a poner.

soool (yo)
Al sentarnos en la banqueta, nos cruzamos con un grupo de ciclistas que van en sentido contrario.
Compartimos los alimentos, con sustanciosos aportes de la Anne Marie y ricos maníes de la Alejandra. Mandarinas en vez de naranjas ese día.

Alejandra y José
José contó que se tomó una semana de vacaciones y se las emprenderá solo, a un cerro en la zona de San Felipe, donde estará entre dos a tres días. Quedó comprometido a hacer un reporte de ello, para publicar en este espacio.

José, Alejandra y Arturo
Un tema que se me quedó prendido y con ganas de investigar, es uno acerca de las biodescodificaciones de que me habló Arturo, padre de la estudiante de medicina y que tiene que ver con el origen emocional inconsciente de las enfermedades. Para darle una vuelta por Google: (1), (2)

sacándose los peñascos de los zapatos
El descenso fue suave, con un breve descanso en ese quillay donde solemos parar en las subidas, exclusivamente para que algunos se sacaran los zapatos y los pedazos de barro que les habían entrado.

la Alejandra en vez de Arturo
De ahí a los autos, al Líder, despedidas y a casa.

domingo, 23 de noviembre de 2014

A la quebrada de los Parques con Fernando Saavedra

Esta vez incorporamos en el grupo a Fernando Saavedra, del que ya hemos hablado. Lo pasé a buscar a su casa en el barrio Bellavista y después propusimos al grupo su idea de paseo a la quebrada de Los Parques, en el Santuario de la Naturaleza, del Arrayán.

Anne Marie, Fernando, Dirk, Gabriel, Isabel, Victor, José y Pancho
Llegamos antes, unos 15 minutos, así que me acompañó a tomarme un café a la cafetería. Desde ahí veía como llegaban el resto de los comensales, en un día plagado de bicicletas, pues era día de carrera por la ruta a Farellones. La opción de Fernando, por una ruta distinta, no podía ser mejor.

en vez de la Anne Marie, Eugenio
Llegaron 9: Eugenio, Anne Marie, Dirk, José, Víctor, Pancho, la Isabel, más Fernando y yo, Gabriel.

Fernando adelante; lo sigue Eugenio, la Isabel,
Victor y la Anne Marie
Tres lucas por persona a la entrada del Santuario de La Naturaleza. Nos internamos un poco en los tres autos que íbamos, siguiendo las indicaciones de Fernando.
Esto es un poco adentro, pasado la zona de picnics, como hacia la derecha.
A la vuelta este lugar, a esa hora de la mañana vacío, estaría lleno de autos, gente y asados por aquí y por allá.

Dirk, Anne Marie, Isabel, José, Víctor y Pancho
La ruta parte en una subida relativamente empinada, hasta una cima donde está la base de unas torres donde antes por ahí bajaban el mineral en sacos, de la Disputada.
De ahí en adelante, vamos en una muy suave subida, que más parece una caminata plana, de un lado al otro de esta quebrada seca.

después de una puerta por la que pasamos
El sendero está bien marcado. Hay arboles por lado y lado, por lo que el sol no será lo implacable que podría ser en una subida tradicional.
Mucha flor, mucho ruido de pájaros cantando. Fernando nos hacía detenernos de vez en cuando a escuchar.

flor
Subimos en fila india, siguiendo a Fernando, que a sus 83 años, subía a su ritmo mas bien lento. Eso hacía que fuera un ascenso de mucha observación y escucha, aparte de las habituales conversas con el de atrás o el de adelante.

José
De repente pasamos a Fernando unos cinco y arremetimos más rápido. Yo me quedé esperando al grupo de Fernando, pero Dirk y Pancho siguieron adelante, pues Dirk quería volverse antes, cosa en lo que Pancho lo acompañó. Pasaron de vuelta y nos dijeron que más arriba había un agua y donde bañarnos.

descanso y comida de cumbre
Llegamos a lo que yo llamé la cascada y el posón, que mas bien era una manguera que soltaba un chorro que caía en una tina, que más operaba como bebedero para los animales que por ahí merodeaban.

Pancho en primer plano
Ahí hicimos nuestro alto de cumbre y comimos las frutas y comestibles que llevábamos. En un día de más calor, alguien se habría sumido en la tina. Yo al menos.
Más tarde llegó Fernando, que se había detenido antes, diciendo, sigan ustedes que yo hasta aquí llego.
Bueno, llegó y compartió algunos de los alimentos.

bajando
Bajamos, él por delante, esta vez él cantando. Una práctica que parece solo hace en el descenso, por temas de aire, disponibilidad de aire en los pulmones, que van más tranquilos que en el ascenso.
Mucha canción romántica; mucha intensidad emocional. Un deleite.

Víctor en primer plano
Nos instó a cantar nosotros y fuimos un grupo mas bien mudo, El único que sacó la cara fue Eugenio, que al parecer, es un eximio cantor. Tendremos que verlo.

El descenso fue lento, bastante contemplativo y en el disfrute de las canciones de Fernando.
Llegamos a los autos, dos de ellos, pues Dirk ya había partido con Pancho en su furgón escolar.
A los autos y ahí la despedida oficial,

De ahí fui a dejar a Fernando, con el que quedamos de seguir conversando de nuestros antepasados comunes.