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domingo, 30 de agosto de 2009

Tiempo y espacio

Desde la segunda teoría de la relatividad de Eisntein, el tiempo y el espacio no pueden considerarse entidades absolutas. Es decir, existen diferentes tiempos en lugar de un único tiempo universal y existen diferentes tipos de espacio y no un único espacio para todo.


Un dato adicional importante, es que “tiempo y espacio” son las coordenadas subjetivas por las que los seres humanos organizamos nuestra conciencia. Cuando alguien atraviesa una situación de “fuera de sí” o “enajenación”, es porque pierde sus propias coordenadas de tiempo y espacio.


Pero esos sesudos temas estaban muy lejos de mí cuando el amigo Gabriel Bunster me invitó a “caminar” según yo, y “a los cerros” según él.


Para un nativo de Buenos Aires como yo, que vive en Chile hace algunos años, el verbo “caminar” lleva a una imagen de bípedos desplazándose en espacios planos. Aún la frase “a los cerros”, suponiendo que hubiera existido, lleva a una imagen de caminata por caminos algo menos horizontales, pero siempre anchos y acondicionados como los del Parque Mahuida de La Reina.

Aceptando la invitación de Gabriel, compré mi bastón, lustré mis bototos cuyo único destino parecía ser ocupar espacio en el zapatero de mi dormitorio, preparé mi mochila con los adminículos recomendados y partí un domingo que parecía calmo al encuentro de mis nuevos compañeros de salida.

Me encontré con un grupo de personas agradables y educadas, “gente como uno” diría mi tía la dueña de fundo que dividía a toda la humanidad en sólo dos categorías: Los “como uno” y “los otros”, siendo fácil deducir cuál era la categoría valorada por mi tía.


Compartimos un café y subimos a los autos para llegar cerca de un puesto de “su amigo en el camino” donde desembarcamos, preparamos los bastones e iniciamos la marcha.

A poco de recorrer y mientras yo ejercía el natural ejercicio argentino de hablar hasta por los codos, el grupo se detuvo para unas fotos y luego alguien pronunció la frase que transformaría mi percepción del mundo.
Vamos. Escuché. Yo pensé, ¿vamos a dónde? si ya estamos yendo. Pero como novato obediente sólo atiné a seguir hablando, como si las palabras formaran una cadena que me sujetara a la gravedad del globo terrestre.

¿A dónde? Pregunté para ligar idea y acción. Ahí. Contestaron varios naturalmente, como si indicaran la esquina de Moneda con Estado. “Ahí” era una formación montañosa que me recordó las Rocallosas o las laderas verticales del Yosemite Park.
Tuve que inclinar mi cabeza más de 45º para tratar de ver dónde era “ahí” pero ni aún así podía descubrir dónde terminaba la empinada cuesta llena de matorrales sin senderos que la diosa naturaleza (dama potente y caprichosa), había instalado en ese lugar del planeta, seguramente para una observación a la distancia pero jamás para un alegre recorrido dominguero.

Serrat dice de los intelectuales que son “los que siempre llegan tarde donde nunca pasa nada”. Ese soy yo. Hombre de reflexión ex ante o ex post, nunca ex during, diseñador de eventos colectivos que otros operan, estratega que piensa las batallas desde lejos. Soy de esas personas que cambian un foco de luz y le sobran tres tornillos. Vale poco aclarar que los focos no tienen tornillos. A mí siempre me sobran.


Pero todos arremetieron la cuesta alegremente como si pasearan por el parque Padre Hurtado y desaparecieron en menos tiempo que se tarda en gritar ¡Socorro!


Rodolfo, un paternal testigo de mi desesperación, se quedó conmigo aunque no aliviaba mi desconsuelo. Para bajarme en camilla se necesitan dos. Pensé mientras intentaba subir impulsado por el miedo a quedarme solo más que por las ganas de hacerme el Jordán.

¿Cómo se sube una cuesta de 45º sin sendero, en tierra resbalosa, con ramas quebradizas y algunas piedras fijas pero otras que se desprenden?

La respuesta es: No sé. Ahí entra Eisntein. En realidad no vino, no hubo sesión espiritista. Pero “mi” tiempo tratando de no deslizarme hacia abajo entró en una dimensión desconocida, lo que a 45º es, les prometo, todo un desafío.

Por suerte podía conversar con Rodolfo aunque no siempre lo veía. Finalmente, llegamos a lo que parecía la cima de ese Aconcagua sin nieve y pudimos sentarnos a conversar de las cosas realmente importantes de la vida.


Sentados, descubrimos que ni Rodolfo (foto) ni yo teníamos celulares ni ninguna manera de conectarnos con el grupo, que yo estaba plenamente convencido que había sido devorado por el chupacabras del cerro. Pero todo lo que sube en algún momento debe bajar. El grupo apareció para volver a desaparecer, ahora hacia abajo.


Y ahí llegó mi dimensión de la enajenación, bajando mirando la pendiente, preguntándome cómo cresta me metí en eso, mientras Rodolfo desaparecía por sus propios problemas con la atracción de la gravedad terrestre.


Si subir a 45º es complicado para un bípedo que siempre ha caminado en lugares planos, bajar es una cuestión fuera de toda razonabilidad. Teóricamente, el problema consistía en pasar de la situación A a la situación B, creando un ángulo de freno con la ayuda del bastón.

Pero mi problema no era teórico, era más bien práctico. No soy andinista. Lo que la mente comprende en un tablero de dibujo, no necesariamente opera de la misma manera cuando hay que actuar sobre la marcha, en este caso, marcha hacia abajo.


El terreno era resbaladizo y para quien nunca en su vida hizo ese tipo de malabares, frenar la bajada sin puntos de sostén seguros era algo totalmente imprevisible, que amenazaba con caída libre en mi fértil fantasía de soñador empedernido. Y cobarde, como buen intelectual.

No hay nada amenazante en los lugares oscuros. La amenaza la construye uno en su mente. Tampoco hay nada amenazante en un descenso que el resto del grupo resolvió a la velocidad del rayo. La amenaza estaba en mi propia fantasía sobre las diversas maneras de desnucarme.

Aterricé después de todo en espacio plano. Me reencontré con mis propias nociones de espacio (y tiempo). Luego de varios incestuosos revolcones sobre la madre tierra, sin otro daño que mi dignidad empequeñecida ante una experiencia iniciática absolutamente asombrosa.

Al final llegué a la base y me reencontré con el grupo, que escuchaba mis quejas como si yo fuera un marciano preguntando porqué estos humanos viven en una ciudad con aire contaminado.

Volví feliz pensando que si vivir es tomar riesgos, yo había vivido intensamente esa mañana.

Gracias Gabriel. Gracias grupo.

Sergio

Prohibido prohibir





Prohibido prohibir es "la máxima" de esta subida a los cerros de La Hermita...Si la vida nos ha dado tanto, ¿¿Con qué derecho nosotros podemos prohibir a otros??


Nos reunimos siete subecerros hoy frente a los pacos en el sector de la Hermita(Pancho, la Consuelo, Gonzalo, Rodolfo y Rebeca). Gabriel viene acompañado de su locuaz amigo argentino Sergio quién hizo su estreno de subecerros muy bien acompañado gran parte del camino por Rodolfo, porque... aunque no los vimos mucho, se escuchaban sus voces y risas gracias a la acústica natural de este hermoso paraje.


Quisimos repetir el cerrito del domingo anterior porque nos dejó con ganas de llegar a la cima, además pensamos que reune ciertas condiciones muy ventajosas para nosotros:
1) buen ejercicio porque la subida es dura y no tregua.
2) llegas arriba con la lengua afuera y te asombras porque te ofrece una panorámica espectacular.
3) a pesar de la gran altura que alcanzas en la cumbre...se hace en poco tiempo.

En resumen: buen cerro para domingo en la mañana.

Al comenzar entramos en terreno prohibido como muchas otras veces., lo hacemos así sin intención de invadir territorios privados, sino que con el tiempo adquieres cierta familiaridad con estos cerritos por años visitándolos semanalmente, que de alguna manera piensas que son parte nuestra QUE NOS PERTENECE A TODOS.


A pesar de lo encumbrado del camino, las conversaciones brotan sin pausa alguna, sombras de ellas quedan en mi memoria dando vueltas ...la brutalidad cometida por nuestros vecinos militares en la guerra de Las Malvinas (nos relata Sergio) me deja un sabor amargo en el estómago por un rato, luego les cuento de mi experiencia de asistir a un concierto masivo ayer realizado en el Teatro Arena donde tuve la oportunidad de escuchar música clásica por una de las mejores orquestas del mundo dirigida por el famoso director Zubin Mehta.

Cuando llegamos a la cumbre a disfrutar de la panóramica fabulosa, entre naranjas y manies, escuchamos el relato de Gabriel que había sido invitado por un académico a dar una charla sobre conectividad y redes sociales a laUniversidad Adolfo Ibañez. Estando allá se dá cuenta que dicha institución tiene bloquedas a la comunidad la conexión a google y otras redes sociales importantes de internet. !Plop!. Lean su post del diario que ya ha provocado 107 comentarios.




La bajada se hace difícil por lo encumbrado y resbaloso del sendero que no existe, sin embargo inesperadamente Gonzalo recibe un telefonázo de la Quena De Amesti para saludarnos desde la distancia. Hecho que nos remonta al domingo pasado cuando ella nos acompañó y esperamos no tenga alguna prohibición para tenerla con nosotros nuevamente.

Más abajo nos reencontramos con Sergio y Rodolfo y volvemos a sentir sus risas hasta abajo. Después supimos que ché argentino no lo había pasado tan bien y había pagado su noviciado absolutamente abandonado por el grupo de expertos subecerros. Como buen "caballero", no dijo ni pidió nada hasta llegar abajo, se tomó la libertad de derramar algunas lágrimas.

Llegando abajo, nos esperaban un par de jóvenes dueños de la propiedad por la que habíamos pasado para increparnos agresivamente por no respetar el letrero que prohibe la entrada. Sin ánimo de discutir ni dar curso a la violencia, pedimos disculpas y nos retiramos pacificamente del lugar.


El balance de este paseo empinado y peludo me deja la sensación agradable de haber hecho lo que tenía que hacer, con las personas exactas en el momento oportuno. Fluir en la vida y con la vida es lo que vinimos a hacer, estos momentos plenos de amistad y disfrute son de desbordante libertad...y deseando profundamente eliminar del vocabulario el verbo PROHIBIR.

lunes, 24 de agosto de 2009

Por la Ermita con Quena Damesti

La exploración de una nueva ruta por el km 8 no resultó y terminamos en el estacionamiento de la Ermita, este grupo que aparece en la foto, más el fotógrafo que soy yo.

Cruzamos al otro lado de la calle y buscamos un ascenso por el flanco izquierdo.
En la primera parte, descubrimos instalaciones nuevas propias de entrenamiento de coaches, que reconozco luego de haber pasado por Cholqui, del grupo Newfield Network de Julio Olalla.
Aparte una nueva instalación de benji; no, no es benji, es ... donde se deslizan largos tramos por un cable.

Llegamos a ese punto donde hay una torre y hasta donde llegamos cuando vino Sebastian Demanyel. Miramos hacia el frente y decidimos nuestra ruta de ascenso. Empinada y algo emboscada en la primera parte, se mantuvo bastante empinada, pero hacible sin problemas.

La conversación fluyó como siempre. Este grupo es un grupo netamente social, no tengo dudas. Nuestras cumbres no tienen la ambición de los Malayos, creo que porque somos mucho más sociales que escaladores. Bien por ello.

Conocemos a los nuevos que nos acompañan y establecemos vínculos, la mayoría de las veces, que tanto nosotros como los visitantes valoran. Nuestro grupo produce encuentro humano entre los que nos visitan y para que decir entre los permanentes.

Llegamos hasta una hermosa sub-cumbre, donde nos detuvimos a tomar agua y unas naranjas. Unos siguieron y otros se devolvieron, yo en particular porque tenía un compromiso deportivo esa misma tarde y no quería gastar todo mi combustible energético.

Quedé de mandarle a la Rebeca este video musical para su blog Ventana Musical de música de niños, que conecta con movimiento y colores al ritmo de la melodía.

Bueno, fue un exigente ejercicio en el ascenso; breve eso si, para mi; y con el adicional gusto de conocer a nuevos posibles miembros del equipo.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Los Subecerros salen de paseo con los Malayos

La María Elena con la Consuelo se van con los Malayos a un hermoso paseo por el día, del que nos envían algunas fotos.













domingo, 16 de agosto de 2009

Cara pálida de arriba a abajo


El olor del café de la Terpel atrajó a varios esta mañana, viejos y nuevos subecerros atrapados por el placer de hacer trecking y disfrutar de nuestros blancos y luminosos cerros cordilleranos que hoy lucian su cara pálida de arriba a abajo.


La reunión de partida hacia los cerros del camino a la Diputada atrajo a nuestra nueva amiga Carmen Gloria, a Gonzalo y Rodolfo...sorpresa grande fué recibir a Mabel y a Pancho que venía felízmente acompañado por su hija Andrea ( la Kuki), y para terminar de pasar lista: Gabriel y yo (Rebeca). total sumados: ocho.

Adentrándonos en el camino, los cerros te envuelven el paisaje y la maravilla comienza a sentirse desde allí mismo: aire puro, nieve, agua, mmm...belleza sinfín...!!que afortunados somos de sentir el llamado de la naturaleza!! regalarnos estos momentos gloriosos de salud, amistad y placer que nos renueva domingo a domingo, algo así como un cambio de página para enfrentar la semana con la hoja en blanco lúcida y transparente...cero kilómetro.


Parada en el letrero que está cubierto de nieve, se inicia el ascenso sobre lo blanco un poco resbaloso, pasos de gigante para alcanzar tierra firme invisible a los ojos, nos mantienen con la vista al suelo blanco. Las huellas dejadas por Gabriel van formando un hondo sendero de más de 50 centímetros de nieve, su papel de guía es fundamental y confiable.



La Mabel nos cuenta sus novedades, el próximo matrimonio de su hija Constanza la tiene a ella y su familia bien preparada para recibir este alegre acontecimiento...la dedicación de ella a sus seres más queridos trae sus frutos que quedan registrados en sus cariñosas palabras cuando se refiere a ellos.


Llegamos al potrero y nos instalamos un rato a comer una variedad poco usual en los cerros. La mañana trae degustación de pasas, galletas, barras de cereal, duraznos al jugo de Mabel, naranjas de Pancho y mucha agua. Carmen Gloria ofrece mucha variedad y los más encantados con ella son dos cachorros muy cariñosos pero por sobretodo: hambrientos que ...no preguntan, sólo comen.

La conversa nos distrae y me entretengo botando nieve a bastonazos, mientras nuestro líder, un poco cansado, comienza a impacientarse y a apurar la bajada. Las mujeres tomamos la batuta y nos dirijimos abajo en animada charla para ponernos a tono y al día con las novedades que cada una traía. La Kuki no se despegó de Pancho y bajaron acompañados de la imparable y entusiasta conversación de Gabriel, Gonzalo y Rodolfo.
!Música! le pido a la copiloto del auto (Andrea), para complementar la imagen y gozar de un encuentro de belleza total: paisaje visual- sonoro. Después de abrazos y despedidas, llego a casa con esa sensación agradable de haber estado en ese espacio de aire puro, nieve, agua y tierra, mmm...belleza sinfin. Más fotos de la Andrea

martes, 4 de agosto de 2009

Grupo de once al Pochoco

Este domingo fui un bello día para subir cerros. Despejado, salimos con polars y al poco andar, detención, sacar polars y meter ese bulto no menor en nuestras mochilas que quedaron llenas.

Fuimos un buen lote; once en total conté yo. Habían tres, que no eran habituales o simplemente eran nuevos en estas lides de subir cerros. Carmen Gloria, muy buena moza, que tuvo a los varones de nuestro grupo, sacándole fotos en abundancia, acompañándola, conociéndola.
No me excluyo, aunque le pasé la máquina a Cesar y al ver el recuento de fotos, ella sale en abundancia.
Bien por la animación que una bella mujer produce en la sección varores de un grupo.
De las mujeres, lo que a ella les pasa con nueva competencia por la atención de los varones, que lo digan ellas en los comentarios.

A ver, listando un poco los que estábamos: Pancho, la Rebeca, la Consuelo, la María Elena, Andrés Reutter, Gabriel, la Jeannie, Cesar Masihy (el fotógrafo), Carmen Gloria, Gonzalo Droguet y Rodolfo Bambach.

Nos fuimos al Pochoco. Que cerros más socavado por el tráfico de los subecerros. Si la huella de ascenso en un verdadero surco.
Propongo marcar nuevas rutas y establecer un código estándar de manera de saber que estamos cambiando de sendero para cuidar los cerros.
El Pochoco está para no volver y la culpa es nuestra, de los que subimos día a día, por la misma huella; huella que después el agua de lluvia remata generando los socavones.

Un tema fue lo del idioma inglés, que a raíz de la pronunciación del texto en un gorro, salió a colación el nuevo sitio Chilehablaingles.com (Mingoville, software danés dice Cesar), con el que el gobiernos y varias otras instituciones pretenden que Chile se transforme en un país bilingue. Espero que el comentario que me hizo después la María Elena, de que era "un sitio para niños" no sea cierto.

Aun queda nieve en los costados mas sombríos de la última parte. En la punta nos sentamos y disfrutamos del descanso, la vista y los alimentos que se compartieron. Destacaron las nueces de Reutter y el sandwich de jamón palta de Cesar. Sandwich que dicho sea de paso, estaban destinados al destino del Lomo de la Vaca que no fue.

La bajada fue lidiando con lo roto y transitado del cerro. Supe de algunos porrazos, feos algunos, amortiguado por la mochila de la espalda me contó Cesar, de un espaldarazo completo que se pegó. La Rebeca iba incluso enojada con la porquería de cerro; asustada diría yo mas bien del porrazo con el que luchaba que no le ocurriera.

Bueno, creo que no volveremos por un tiempo a este cerro, pero para la próxima, debemos abrir nuevas rutas de todas maneras.
Bonito paseo, buen grupo, buena compañía.