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lunes, 26 de septiembre de 2016

Por la ruta de Fernando Saavedra en la Ermita

Amanece, en mi casa, con una niebla cerrada. Sospecho que sobre ella, está completamente despejado y así seria.
Llego al punto de encuentro y ya hay varios conversando. Saludo y me apuntan a Dirk que echa bencina a su transporte escolar y José me dice que la Alejandra está en la cafetería. Hay dos nuevas, madre e hija del mismo nombre, Bárbara. Se irían en auto aparte, pues tienen que volverse más temprano. Estarán poco con nosotros.

Pancho, Soledad, Bárbara (hija), Carmen Gloria, Paulina, Consuelo, Alejandra, Bárbara (mamá), José y Dirk
Al final fuimos 11. Cuando se nos despegaron por delante las Bárbaras con José, pasamos a ser 8.

subiendo por los potreros
Partimos todos, o casi todos, en el transporte de Dirk; el tío Dirk. Destino, abajo en la media luna, por la entrada de La Ermita. Haríamos el bello trayecto que tiempo atrás nos mostró Fernando Saavedra, pasando por la casa de Bernabé.

vista hacia el valle
La razón de fondo es que algunos privilegiados estuvimos el día anterior en el cumpleaños de Pancho, donde el exceso y el placer fue la tónica. Y a pesar de haber sido un almuerzo, los últimos comensales me contó Pancho, se fueron a las 12 de la noche. Necesitábamos un paseo repositorio, recuperante. Y así fue, aunque la caminata fue igual larga.

en el cumpleaños de Pancho, distinguen ahí a cuatro subecerros ?
Rebeca y Alejandra
Gabriel y Dirk
Pasamos por la casa de Bernabé, quien a la vuelta, en que lo pillamos con las manos en la masa (haciendo pan), nos pidió no pasáramos por su casa, sino que por una puerta más allá, no fuera, que nos viera el patrón ...
Seguimos cerro arriba por los verdes potreros, abriendo trancas y volviéndolas a cerrar, cuidando el paso de animales de los potreros.

Carmen Gloria, Soledad
Cruzamos un canal que riega a todos estos potreros por lo alto y seguimos una huella en una zona boscosa, con aperturas a estupendas vistas hacia el valle. Por ahí caminamos, subiendo y bajando, cruzándonos con vacas y vacunos, a los que sin falta les ladraba el Niki de la Paulina, que entre los arboles comían del verde pasto nuevo.

cruzando el segundo puente colgante
Paulina y Carmen Gloria
Llegamos a la zona del Centro de Eventos al otro lado del río y cruzamos por un puente colgante. Decidimos volver, para explorar aguas arriba por el otro lado del río; Molina ?
Pero esa ruta no nos llevó a buen puerto, teniendo que pasar zonas empapadas de agua con barro, dejando su huella en algunos o algunas, hasta los calcetines.

en la playa
Volvimos y nos instalamos cruzando nuevamente el mismo puente colgante, a la izquierda, en una especie de balneario. Ahí abrimos nuestros manjares y bebestibles y nos instalamos, a la sombra, cuando era posible.
Al rato estábamos en animada conversa, hasta que nos dimos cuenta que la hora había corrido y varios ya llegaríamos tarde a nuestros almuerzos, cosa que al final no fue ni tan grave.

Alejandra, Pancho y Consuelo, en la playa
Ya arriba del transporte de Dirk, al pasar por la barrera llegó raudo un tipo en silla de ruedas y logró cobrarnos luca por nuca. Pagamos y seguimos a casa. Otro bello día de paseo, ejercicio, socialidad y deleite con la naturaleza.

inicio de la marcha de vuelta
Ah, al principio, justo después de cruzar el primer puente colgante, tuvimos dos encuentros notables: uno con una pareja de animales, que yo nunca había visto, de .. no sabemos que: chungungos, nutrias, hasta coipos decía otra (imagen). Y un piño de perros, con un cuidador que no permitió que la Carmen Gloria les diera comida, porque él era el amo y nadie más les podía dar alimento, sino se irían con ella.

tomando el transporte escolar de Dirk, que está en Venta

lunes, 12 de septiembre de 2016

Haciéndole fintas a la neblina por Las Varas

El día amanece cerrado, con neblina, abajo en Santiago. Nos encontramos en el punto de encuentro: Pancho, Dirk, la Alejandra, la Rebeca, José y yo, Gabriel.
Habían compromisos de algunos al almuerzo y otros, dos de ellos, querían una ruta desde la cual pudieran seguir cerro arriba.
A Las Varas fue la decisión, por la ruta que nos lleva al Alto del Naranjo.

Dirk, Alejandra y José
Ya en la Shell estaba despejado. Todo para arriba despejado, pero con la nube, neblina, encaramándose por los cerros detrás nuestro. En la cumbre el espectáculo era bello, pues estábamos justo sobre las nubes, que se desplazaban en ágiles torbellinos, en un espectáculo tanto o más bello que el concierto de la Sylvia Soublette, al que varios habíamos ido en la semana, con la Rebeca entre las protagonistas.

ganado en corral
macho lame orina de la hembra
Cuando saco mi botella de agua azul, Dirk empieza a hacer muecas, que después remata diciéndome que no tome más de ese veneno y se compromete a mandarme este link de un tal Mercola, que parece tiene acceso a información privilegiada de qué es bueno y qué no, para la salud.

la neblina por allá abajo
Como siempre, este grupo, donde el ejercicio es un asunto al que venimos, la conversación, ocupa un espacio privilegiado y apreciado. Las personas se agrupan de a dos o tres y métale conversa. Y sin darnos cuenta llegamos a la cumbre.

Pancho. José. Rebeca, Dirk y la Alejandra
Mucho conversamos del evento de la Sylvia Soublette, donde colaboró con un importante rol, la Rebeca. Pero a mi lo que más me llamó la atención de la Rebeca, es que como ha retornado, después de una reclusión de cinco años, disfruta, del aire de montaña, de los olores y principalmente de lo que sus entrenados oídos escuchan. Y te lo va diciendo, por aquí y por allá, y hace que uno tome mas conciencia de todo ello.
Efectivamente, el día, el aire y los aromas primaverales, eran ese día domingo, exquisitos.

Rebeca adelante, detrás Pancho, luego Dirk y José
Hasta la canaleta, el camino es casi como pavimentado; íbamos por un camino, incluso para autos. Pasado el canal, un sendero de cerros, normal.
Y cuando llegamos a una cumbre y aparece el otro lado, bello, grandioso, con el Plomo al frente y toda esa cordillera, buscamos una sombrita y ahí nos instalamos. A comer naranjas, frutos secos, mandarinas; no había chocolate, pero si brotaron unas galletas.

José y la Alejandra
Estuvimos ahí un buen rato, apreciando como las nubes subían y subían alrededor nuestro. Hasta que de repente las nubes empezaron a pasar sobre nosotros y ahí nos despedimos de José y la Alejandra, que se disponían a seguir cerro arriba y el resto a bajar.

en la cumbre, Pancho, Gabriel, Rebeca y Dirk
En el descenso nos sumergimos en las nubes. Divisamos a un gran grupo, con el que nos habíamos cruzado al principio, que caminaban por la canaleta, en fila india, aguas arriba.

Dirk, reflexivo
Al bajar, nos volvimos a detener en un corral lleno de vacas, toros, novillos y terneros. Metían un ruido significativo, creemos nosotros, porque los tenían guardados ahí, en día domingo y ellos o querían alimento o querían simplemente salir de ahí.

José, escuchando a Dirk
Al auto de transporte escolar de Dirk. De ahí a los autos de cada uno. Yo a la casa de mi madre a ducharme, para correr a una invitación que tenía para almorzar en el restaurante La Cascade en Borde Río, donde comí exquisito (no, se me olvidó sacarme una foto).

viernes, 9 de septiembre de 2016

Las Varas 2.0

Como de costumbre nos reunimos a las 8:30, al llegar (Eugenio) ya estaban C. Gloria, Paulina y su perra fox terrier, Ane Marie, Soledad y Dirk. Al poco rato llegaron José Salinas y Pancho. De pronto aparece Tito, saliendo del local de la Shell con dos botellas de agua que le tomó mucho rato comprar por el gentío. Seríamos 9, buen número!
Algunos pidieron que la travesía fuera corta por compromisos familiares.
Entonces partimos a Las Varas en el auto de Pancho, el Jeep rojo de José y el de Tito, quien advirtió que posiblemente abandonaría aún mas temprano.

tranque lleno !
Al llegar no estaba la persona que cobra, así que apuramos el tranco y entramos, la vimos de reojo pasar a nuestro lado dirigiéndose a la caseta, pero ya estábamos adentro....
Hicimos un breve recorrido por el camino y en una curva Pancho, demostrándonos lo baqueano que es, nos señaló un sendero que sube más empinado y que llega acortando bastante, muy cerca del tranque, que se veía bastante repuesto.

qué foto !
Ahí tomamos hacia la canaleta por el sendero conocido a la que llegamos siendo apenas las 10:10, algunos querían arrancharse ahí, pero la mayoría estábamos recién calentando motores y dispuestos a seguir mucho mas arriba así que la detención en la canaleta se hizo breve y seguimos subiendo. La conversación en parejas que iban cambiando a medida que avanzaba el camino, fluía como siempre animada.

panorámica
Un piño de vacas animó a la perrita que, tomándoselo muy en serio, a pinta de ladridos, las arrió para despejarnos el camino, otra cosa parecida sucedió con un grupo de caballos y mulas.

cerro arriba
Llegamos a un mirador precioso, el aire estaba diáfano. Nuevamente algunos hicieron amago de quedarse pero el ánimo del grupo pudo más, así que reanudamos la marcha hacia una cumbre que conocía José.  Valía la pena ya que desde ese lugar tuvimos unas vistas preciosas a la ciudad por un lado y a los valles y cerros del cajón cercano al Vizcachas por el otro lado.
Uno de los celulares nos indicó la altitud: 1.485 msnm.

foto con el sol al frente
Ahí,  con vista al norte y a la ciudad, compartimos exquisitas naranjas de Pancho, mandarinas de Dirk, frutos secos varios, chocolate. La perrita tomó agua y siguió atenta a las personas que pasaban, algunos ciclistas, todo lo cual lo ladraba sin descanso.
Desde ese lugar nos despedimos de José, quien como ya se ha hecho habitual, sigue su caminata en solitario.

vista hacia Santiago
La bajada algo cautelosa para evitar los costalazos, la hicimos en dos grupos, uno mas avanzado dirigido por Pancho e integrado por C. Gloria y Paulina, y yo al medio tratando de que no se quedara el resto atrás ya que Pancho nuevamente nos sorprendió tomando un sendero novedoso que acortó bastante al regreso.

en la canaleta
Al llegar a los autos saludamos alegremente a la señora que cobra, quien no se atrevió a pasarnos la cuenta.

perro y caballos
Buen paseo, lindo día, la atmósfera clara, la caminata y la conversación cargan las pilas para toda la semana.

pasando el obstáculo
(texto de Eugenio Lagos)

caballos