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domingo, 30 de diciembre de 2012

Ágape de fin de año en la canaleta del Alto del Naranjo

Este día sería el día del ágape de cierre de año. Llegan Pancho, Eugenio, Janett, Rosmarie y yo, Gabriel.

Que al Potrerito, no. Nuestro lugar habitual de estos festejos es la canaleta del Alto del Naranjo y para allá partimos.
Intentamos eludir el pago por una ruta previa que conocía Pancho, pero estaba bloqueada por un cerco de algo que parecía una nueva casa. Así que pagamos y entramos por el sendero standard.

Pancho y Rosmarie
Tomamos prontamente a la derecha, buscando ese lugar en la canaleta donde habíamos estado años anteriores. Esto es aguas abajo del cruce al Alto del Naranja, ruta normal.

Hicimos el primer breve alto en una zona sombreada, donde hay unas construcciones que acceden a un canal que va enterrado. Un lugar fresco, con agua, ideal para un picnic.

en esta detención nos comimos los damascos de la Rosmarie
De ahí para arriba el camino está atravesado por la huella de bajadas de agua en periodos de tormentas, que dejaron unos socavones notables. La ruta está prácticamente destruida, pero igual se puede pasar. No hay un sendero simple de seguir. Solo en las últimas partes algo encontramos del viejo sendero que está a las claras, muy poco recorrido.

Eugenio descansa en la sombra, mientras espera a la
Janett que viene detrás
Sospecho que con el cobro que hacen abajo, todos los escaladores tradicionales que buscan rutas alternativas se fueron para otros lados. Porqué habrían de pagar por abrir nuevas rutas o recorrer senderos poco transitados que los que cobran además no mantienen ?

listos para irnos del lugar del ágape
Hicimos detenciones para recuperar energías, especialmente una Rosmarie que además iba asustada en ciertos tramos, pero con Pancho que la cuidaba de cerca. Comimos de sus damascos exquisitos en una de estas detenciones, en un mirador muy bello, donde el canto de los pájaros nos rodeaba con sus preciosos sonidos.

Eugenio y la Janett
Finalmente llegamos a la canaleta y ahí mismo, en la primera sombra que encontramos hicimos el alto del ágape.
Pancho sacó una champagne que se había preocupado, con hielo, de conservar fría. La descorchó y con vasos y copa, hicimos brindis de cierre de año y mejores deseos para el que se viene. Exquisita champagne.

aquí aparezco yo
Todos trajeron sus cosas: galletas exquisitas y nueces, la Janett, los frutos secos tradicionales de Eugenio, Pancho, la champagne y una galletas de agua y un exquisito paté al que le dimos el bajo y yo, un litriado en caja, tinto merlot, más un par de bolsas de rico maní. Bueno, un surtido y bien comido ágape.

la difícil bajada para algunos
Aparte, a la Rosmarie se le ocurrió que cada uno contara de como había sido el año 2012, en una primera vuelta y luego qué deseábamos, anhelábamos, para el 2013.
Fue un buen ejercicio de escucharnos, poner más de cada uno arriba de la parrilla, pero lo más divertido fue que la Rosmarie, al expresar sus anhelos se ha emocionado, lo que generó un masivo movimiento a acariciarla y bromear pues ella había sido la de la idea de esta ritualidad.
Al final resultó estupendo, una instancia de mostramos más y rico ver los afectos como brotan espontanea y naturalmente. Un grupo que crece en su profundidad y afecto.

Eugenio, feliz
Decidimos retomar la ruta, ahora de vuelta, yéndonos por el canal aguas arriba, hasta la ruta tradicional de ascenso al Alto del Naranjo.
Hay unas partes escarpadas, en las que la Rosmarie terminó caminando por el agua con sus zapatos puestos. Fue divertido.

Rosmarie y Pancho
Descenso lento y acalorado. La brisa que de a ratos era ventolera, nos refrescó bastante.

Un estupendo paseo con ágape de fin de año.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Al cerro de los Secretos con chicharras en la cumbre

Paso a buscar a la Paula y al llegar el punto de encuentro, tres hombres esperan: Pancho, Eugenio y Dirk.

Y esos cinco seriamos; cuatro hombres y una mujer, que venía prácticamente directo desde su celebración de su cumpleaños.

Paula en primer plano; el de verde es Dirk
Nos pasamos todos al auto Pancho y nos encaminamos al destino acordado, el cerro de los Secretos. Nos fuimos en animada conversa hasta la Ermita, donde me sorprendió la cantidad de autos, de ciclistas por supuesto, ahí presentes.

Pancho, que viene cansado
Partí conversando con Dirk de una historia que me contó de un médico que yendo de turismo con su familia, se cruzan con una balacera y le matan a su hijo. Al poco tiempo le brota un cáncer a un testículo y él no puede dejar de conectar una cosa con la otra. Investiga el tema, publica sus conclusiones y primero lo expulsan de la sociedad médica de Alemania y luego del país. Mas tarde volverá con cierta buena acogida, cuando este tipo de ideas podían acogerse y el daño al negocio médico no podía ejercer sus a veces nefastas influencias ( link aportado por Dirk).

el de rojo atrás es Pancho
Llegamos a la torre de alta tensión y de ahí para arriba fue fuera de ruta, ya sea porque no la encontramos o porque debe ser tan poco el tráfico por este cerro, que el sendero simplemente se desdibuja.
Algunos reclamaron, aparte de que muchas veces opté por el ascenso recto hacia arriba, aprovechando la claridad de los espacios.

la Paula
Llegamos finalmente a un buen mirador y ahí hicimos una buena detención, donde Dirk arremetió con sus naranjas. Desde ese punto se veía con claridad el cerro del frente y la junta de los dos ríos allá abajo.
La brisa soplaba exquisito, suavizando el calor y haciéndonos sentir el placer de estar en ese espléndido lugar.

Pancho y Eugenio
Más tarde Dirk me enseñaría como hacer un buen lomo vetado: tomas las porciones de carne y le echas sal por un lado; sal normal en dosis normal; luego esperas 10 minutos; luego los das vuelta y les echas sal por el otro lado y esperas otros 10 minutos; a continuación en un sartén con poco aceite, bieen caliente, echas la carne y les das 3 minutos por lado; listo y a comer un exquisito bistec.

Datos que no se pueden dejar pasar.

Dirk
Poco antes de lo que sería nuestra cumbre de ese día, pasamos por un sector abundante en chicharras que emprendían el vuelo a nuestro paso en cantidades y emitían su ruido característico que Pancho grabó.
Algunos les sacaron fotos y a mi se me paró una en el hombro.

Pancho adelante, luego Eugenio, Paula y Dirk
En esa semi cumbre, una porción de terreno limpio de arbustos y con una suave arena, nos tumbamos a descansar y comer las naranjas de Pancho y Dirk, más los frutos secos de Eugenio; muy ricos.

Dirk
Bajamos con alguna inquietud por la ruta, pero llegamos más bien rápido a la torre de alta tensión y de ahí en adelante el camino es poco menos que pavimentado.

Eugenio
Al cerrar en la última parte, abundaban estas hermosas flores naranjas, en ese como bosquecito que queda justo antes de llegar al camino pavimentado de verdad.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Empezaron a cobrar en las Varas

Cuando Marcela y yo llegamos al punto habitual de encuentro creímos que estaríamos solas en este paseo. Hasta que de repente en el auto de adelante, que supuestamente estaba vacío, alguien se movió. Era Francisco. Le presenté a mi amiga, que caminaría por primera vez al alero de los SubeCerros.

Acordamos subir a La Hacienda Las Varas, donde nos encontramos con la ingrata sorpresa de que desde hace 3 semanas hay que pagar $ 1500 para poder subir. El día se presentó nublado, prometiendo una caminata fresquita. No nos dimos cuenta en qué momento sólo quedaron algunas nubes y una brisa alentadora para seguir con la ruta.

Marcela y Verónica Cambiaso
Subimos un trecho por un camino para autos, en búsqueda de un sendero que nos llevaría hasta arriba. Estas dos mujeres buenas para la conversa deben haber vuelto un poco loco al pobre Pancho, porque no pudimos encontrarlo. Seguimos caminando y salimos del camino principal hasta que Francisco, gran líder, conversador, y mejor escuchador, nos llevo al mirador donde pudimos ver la ciudad. Ahí abajito no más.

Pancho y Verónica
Después de un rato encontramos una acequia que seguimos unos minutos, luego volvimos a ver la ciudad desde arriba, hicimos un arito para identificar algunos edificios de y unos 5 minutos después encontramos un lugar con buena vista para comer algo, seguir conversando y disfrutar de las naranjas de Pancho.

Verónica y Marcela
Una vez decidido el momento de volver fuimos a buscar la acequia nuevamente; la que nos llevaría a la otra ladera, pero Pancho nos regaló un poco de aventura y nos tiramos a campo traviesa hacia abajo, entre piedras sueltas, matorrales y algún que otro porrazo logramos dar con el fin de una quebrada y caminar por lo que en invierno debe ser una bajadita de agua.

Cerca de la una volvimos al auto llenos de tierra una que otra espinita y la necesidad de horizonte lejano y montaña satisfechos¡¡¡¡¡

Les cobraron !
(Texto de Verónica Cambiaso)

martes, 11 de diciembre de 2012

Al Manquehue de a dos

Llegamos solo dos esta vez al punto de encuentro, Consuelo y Eugenio, quien escribe. Temprano Pancho había anunciado que no podría participar por compromisos de trabajo en la Bienal de Arquitectura que se clausuraba ese día.

Esperamos unos minutos por si llegaba alguien y decidimos partir al cerro Manquehue. Dejamos los autos estacionados al final de la Av. El Golf de Manquehue e iniciamos la subida.

Consuelo
El día estaba muy caluroso, así es que nos embetunamos con bastante protector solar. Los primeros metros los hicimos muy cerca de un par de ciclistas que iban ataviados con equipo completo, pero que desistieron casi inmediatamente.....dieron media vuelta y no volvimos a verlos.

La vegetación de primavera se ha secado casi completamente adquiriendo un tono rojizo como de óxido, solo quedaban los últimos vestigios a cargo de unas flores moradas muy atractivas y unas enredaderas de flores blancas que se orientaban hacia abajo, con tallos llenos de pelitos de aspecto muy urticante y curiosamente casi sin hojas. Nos fuimos conversando de la vida, saltando del trabajo a la familia, hasta que llegamos al sendero que avanza casi por la misma cota adentrándose hacia el norte para llegar a los cerros que están a la espalda del Manquehue.

La temperatura iba en aumento y se repitieron las paradas para tomar agua y reponer el protector solar. Llegar a la cima se veía medio difícil y el calor lo hacía más complicado aún.

Mientras subíamos comentamos lo extraño de no habernos topado con nadie más en el camino, solo al acercarnos a la cima divisamos un par de grupos de chiquillos que se nos habían adelantado y ya estaban arriba. Observamos como bajó un grupo, quizá compañeros de colegio pues se trataban por el apellido acompañados de un adulto que aparentemente los guiaba y que traía en brazos, con gran esfuerzo, a un perro labrador grandote que tenía miedo a bajar por las rocas.

Casi sin pensarlo llegamos arriba y buscamos rápidamente refugio a la sombra para hacer un aro.

Nos pusimos mirando hacia el sur, se veía muy claro toda la zona oriente de la ciudad y más borroso quizá por efecto del aire caliente, las zonas mas lejanas. Entonces, echando de menos las naranjas de Pancho, compartimos lo que llevábamos, algunas almendras y fruta seca, ahora la conversa giró en torno a respectivas experiencias familiares.

Después de un rato decidimos emprender el regreso que en algunos tramos tenía que hacerse con mucho cuidado para no resbalar, ahora si que nos cruzamos con varias personas, algunas solas, otras en pareja y un par de ellas acompañadas de perros que iban subiendo a esa hora.

Llegamos a los autos con las botellas de agua casi vacías y con mucho calor pero con la tremenda satisfacción de haber llegado arriba a pesar de la baja expectativa inicial.

Parece ser que eso es una buena práctica en muchos aspectos....bajar la expectativa y así los logros son mejor valorados, es preferible que tener la expectativa muy alta y decepcionarse al no poder cumplirla....

(Texto y foto de Eugenio Lagos)

domingo, 2 de diciembre de 2012

A los tubos con gato

Como siempre, al llegar a la Terpel ya estaba Pancho esperando a los que llegaran y así nos reunimos 2 hombres y cuatro mujeres: Isabel, Marisol, Antonia, Blanca y Eugenio.

Pancho propuso ir a Los Tubos, lo que todos los demás aceptamos felices. Nos fuimos en dos autos hasta el "estacionamientos" donde hay un pequeño local que vende empanadas y bebidas y partimos caminando.
Nos sorprendió un gatito blanco de unos dos meses que se puso a caminar a nuestro lado, todos pensamos que sería de las personas del local y que se volvería rápidamente al alejarse de su casa....sin embargo seguía caminando a nuestro lado.

posando
Comenzamos la subida atravesando el puente y caminando por el sendero que curiosamente mostraba que alguien recientemente había cortado las hojas de chagual que sobresalían. Seguíamos subiendo y el gato a paso firme a nuestro lado nos tenía muy extrañados, ya que la actitud de los perros es acompañar, como solemos experimentarlo en Las Varas, pero es raro que se de en un gato y tan chico mas encima...
Llegamos a los tubos y seguimos caminando hacia el oriente, y el gato, ya mas cansado seguía incorporado al grupo!!

el gatito
Avanzamos una buena distancia hacia el oriente por la cresta del cerro, la temperatura estaba agradable no hacía demasiado calor y la conversación estaba mas animada, con mucha referencia al "super gato", sobre todo Antonia, que tiene uno en su casa, estaba muy admirada de lo "aperrado" de este ejemplar.

Eugenio está feliz entre tantas ...
Llegamos a una rica sombra y nos instalamos a compartir las tradicionales naranjas de Pancho y algunas otras cosas. El gato se tendió a la sombra visiblemente cansado, le dimos un poco de agua que tomó rápidamente.

En el descanso la conversación giró en torno a los temas de trabajo y a lo rápido que va llegando el verano y se está despidiendo este año 2012. Blanca y Antonia compartían datos de propiedades que habían visto y sus valores y sacaban algunas cuentas de rentabilidades y conveniencias de inversiones, experiencias con arrendatarios, burbuja inmobiliaria y temas afines.
entrando en terreno

Emprendimos la bajada después de haber descansado un poco, yo tomé la delantera y Pancho cerraba el grupo. Conversé con Antonia de su trabajo, es psicóloga y atiende una gama amplia de pacientes, desde terapia de parejas hasta jóvenes. Me contó que había hecho algunos cursos en Argentina y que su línea era cercana al psicoanálisis pero con algunas variaciones que no logré captar del todo.

Atrás el resto del grupo venía conversando y todos preocupados del gato....

que buena foto !
Al llegar a los tubos no logré reconocer claramente la huella y tuvimos que hacer una bajada "fuera de pista" que resultó un poco abrupta. La Marisol y la Antonia se entretuvieron cortando flores, entonces venían cada una con un ramo grande en la mano, lo que les hacía mas difícil sujetarse y rodaron un par de veces.
Yo me compadecí del cansancio del gato y lo tomé en brazos en algunos tramos, pero en cuanto descansaba un poco reclamaba por bajarse y batírselas solo.

Finalmente bien entierrados, llegamos abajo seguros de que el gato correría a refugiarse en su casa, sin embargo no se despegaba de nuestro lado, así que la Antonia lo adoptó.

(texto de Eugenio Lagos)