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domingo, 7 de agosto de 2022

Día maravilloso en los cerros

Necesitaba salir a los cerros. Anoche había llovido y los pronósticos para hoy eran de lluvia.
Pero amaneció despejado. Avisé que partía por el chat.
Llego a la casa de Pancho y está él esperándome al lado fuera de su casa. 
Antes de partir llamamos a Eugenio y a Víctor, los cuales confirmaron su no asistencia.
Y partimos, los dos solos.


Han amenazado con caseta y cobro de entrada. Solo había un cartel, que era un mapa.
Y había un piño de terneros y vacas por todos los lados, justo ahí en la puerta de entrada. Había una vaca joven y dos terneros, al lado fuera del cerco. Con Pancho logramos arrear a la vaca y al ternero más pequeño del lado del cerro. Pero tiranos la esponja con el ternero mayor; muy idiota, nunca entendió la idea.


Es época de nacimiento de terneros, pues había mucho ternero chico. Y en el suelo, poco pasto.
A la vuelta conversamos con dos huasos bien vestidos, con poncho, gorro y espuelas, que nos dijeron que los animales eran de ellos y que les daban fardos porque aun el pasto era insuficiente, pero promete.


Sí Víctor, el barro en algunas partes era excesivo. Nuestros zapatos se llenaban de barro en la base y era como caminar con pies de plomo. Difícil, pero la adhesión al piso mejoraba. No se si tanto el equilibrio, pues Pancho a la bajada, por este problema de exceso de barro en los zapatos, cayó sentado .. en el barro.


No nos topamos con nadie, en la subida. Nos fuimos a esa pequeña cumbre donde tenemos a los arboles apadrinados, que con las lluvias hemos abandonado.
La vista de Santiago, sin smog, cielo entre despejado y con hermosas nubes, maravillosa.
Se estaban formando nubes gordas y bajas, que confirmaban posibles lluvias no mucho mas tarde.
Bajemos mejor dice Pancho, no mucho después de comernos sus naranjas y mis manís con miel y castañas de cajú. La verdad creo que el único que comió fui yo.


Íbamos bajando y viene subiendo un tipo. Lo abordamos y le dijimos que era la primera persona que veíamos ese día, que hasta teníamos gana de abrazarlo (cosa que no hicimos). Fue divertido.
Poco más adelante, otro. Misma cosa, le dijimos que era el segundo con el que nos topábamos ese día. Recuerdo que le pregunté qué opinaba de un tema que llevábamos con Pancho: piensas como nosotros que lo que más atrae a las mujeres es la ternura ? Si, dijo. Y seguimos nuestro camino, con una sonrisa en la cara.


Barro, harto barro, en la bajada. El cielo se fue nublando de bella forma. La mezcla de despejado con nubes es fantástica. El suelo húmedo, verde y pasto saliendo por todos lados. Se fue la sensación de sequía permanente, dijimos.
Hojas nuevas en todos los arboles y arbustos. Ruido de pájaros. Que bella es la naturaleza.


Y nos fuimos encontrando con más gente y el piño de animales con que nos habíamos topado al partir, ahora estaba en otro lado, desplegado. Pasamos lento por entre ellos, apreciando a los terneros tan chicos algunos.


Llegamos al auto y a sacarnos el barro de los zapatos y a sacarnos los zapatos, los dos. Y nos fuimos comentando lo bueno que había sido, aparte de la tarea hecha.
Ah, le dije en un momento a Pancho, porque no hacíamos una junta de los subecerros históricos en su casa, un asado, más cargado para septiembre, octubre. Feliz, me dijo. Ya, yo seré el articulador, para que eso pase. Buena onda.

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