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domingo, 17 de octubre de 2021

Mañana acontecida en los cerros

Fuimos 7; buen número. 
Nos reunimos en la casa de Pancho. No llegó Víctor, un fijo. Llegaron la Soledad, la Jeannie, la Alejandra, la Anne Marie y Francisco, Pancho y yo, Gabriel.
La Jeannie pidió ruta suave, por bajo nivel de energía en su duracell.


Nos fuimos adonde siempre, del lado de la universidad de Los Andes, y caminamos plano hacia Aguas de Ramón, adonde intentamos ingresar sin éxito. 
En la pasada al sendero había un Guarda Parque, de apellido Rojas, que no nos dio la pasada. A pesar de que íbamos al rio y volvíamos por ahí mismo. Exigía pago de la tarifa completa, de $ 3.000 por persona. Yo pedí rebaja a $ 1.000 por persona por lo reducida de nuestra trayectoria. 


Negociamos una mañocidad, que nos obligaba a permanecer ahí por un rato. Fue tanta la gente que vimos pasar, que la Jeannie desistió de seguir adelante. Hasta ahí  nomás llegamos.
Yo partí a buscar a Pancho en la dirección que lo había visto que había seguido y el Guarda Parque muy servicialmente me acompañó. Yo gritaba el nombre de Pancho y el Guarda Parque usaba un megáfono de alta voz, para gritar igual que yo, Paaanchooo. Y no apareció.
Bueno, dijimos, él se las arreglará.


De vuelta, más arriba, estaba el resto del grupo a la espera. Y ahí estaba Pancho. Se había ido por detrás, de vuelta.
Por ahí mismo, nos subimos a una buena roca mirador y la declaramos nuestra cumbre del día e iniciamos los servicios alimenticios. Naranjas, frutos secos varios, chocolate. Y conversa.
La verdad nunca paramos de conversar.


Mas adelante, ya de vuelta, nos tropezamos con un grupo de tres, que intentaban pasar un cerco que los de Agua de Ramón había macheteado. Establecimos contacto y seguimos adelante juntos.
Conversé con el gato, que resultó ser colega mío de Ingeniería Civil Química de la Chile, aunque algo mayor que yo. Muy buena onda él.


Después conversé con Angela, que resultó ser Ingeniero, con el cargo de gerente de RRHH de una empresa de Javier Echeverri. Ellos son parte de un grupo que sube cerros, que se llama los Intrépidos.
Quedamos de conectarnos por la red y a ver si se nos suman en alguna subida.


Día despejado, agradable, con el pasto verde, los arboles brotados, muchas flores y mucho canto de pájaros. Un deleite.


Tuve varias conversaciones significativas, que quedan en lo privado. Un grupo que sigo disfrutando. En una actividad, que además nos cuida el estado físico. Qué mejor.

Un pochoquero rodeado de dos bastones hechos por Francisco Toyos

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