Páginas

domingo, 29 de mayo de 2022

Grato domingo frío y despejado para caminar por los cerros

Llego un poco atrasado. Ya estaban ahí Pancho, Víctor y la Soledad Tagle. Al poco rato partimos. Ya no se pregunta adonde vamos; vamos siempre adonde mismo.

Cielo despejado, bastante frío. No me saqué nunca el polar. 
Buscábamos el sol, para calentarnos. 
El aire limpio se valoraba especialmente, porque la ciudad de Santiago se veía tremendamente llena de smog. Es una pena.


Cuento que tengo un hijo en Puerto Varas y dos más se las empluman a vivir por esas tierras. Diego a Puerto Varas y mi hija Andrea a Frutillar. Ya tiene a los hijos aceptados en dos colegios distintos en Puerto Varas. No fue fácil. 
Arrancan de esta ciudad infesta.


Íbamos adelante con Pancho. Víctor y la Soledad se distancian bastante. Porque vienen tan lento, nos preguntamos con Pancho. Me parecía escuchar sus voces. Seguimos adelante y llegamos a la cumbre.
Al poco rato llegaron por otra vía. Habían tomado un atajo. Víctor viene mareado, nos dice la doctora Soledad. Es una baja de presión, nos señala Víctor. Eso lo había afectado, debilitándolo y aportándole esa sensación de mareo. Sentado se recuperó.


Apenas llegué me fui con mis dos chuicos a mi arbolito. Volví a buscar mi bastón para picar la tierra un poco. Y vacié los dos chuicos generosamente. Tengo una sensación que ello es muy buena cosa para él. Pero insisto, no noto diferencias.

Comimos naranjas de Pancho, ricas pasas de la Soledad y maní del verdadero, de Víctor. Mientras descansábamos y contemplábamos la vista enorme del valle y la cordillera. En la cresta del San Ramón se veía un poco de nieve espolvoreada. La nada misma. La sequía es un tema.

Temprano estamos llegando a los autos. Temprano llegué a mi casa.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario