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domingo, 11 de diciembre de 2011

El cerro de los tubos

Este domingo sólo llegamos Pancho Balart y quien escribe, Lucho Latorre. El destino, el cerro que llamamos como cerro de los tubos, pues llaman la atención 3 largos tubos metálicos que bajan desde una apreciable altura hasta una central hidroeléctrica de la Cía. Minera la Disputada de Las Condes, en desuso desde hace muchos años.
No es un ascenso fácil. Hicimos el primer descanso a una hora de marcha, en unas instalaciones fantasmales donde se inicia el circuito de los tubos de marras.

Pancho Balart
La subida, prácticamente en silencio, por el esfuerzo que demanda este cerro.

Al cabo de 2 horas, mientras hacíamos la segunda pausa, suena mi teléfono: mi hija Marcela desde su lugar de residencia, la lejana ciudad de Madrás, en la costa sur oriental de la India, para noticiarme que habían decidido su retorno definitivo a Chile, para marzo del 2012: no pude sino compartir esta inmensa alegría con mi amigo Pancho. Junto a ella retornan mi yerno y sus 4 pequeñas niñas, mis nietas.

A las 3 horas llegamos a la cumbre --en realidad, a escasos 50 metros de aquella-- pues era algo tarde.

El retorno, con la siempre ilustrada conversa de Pancho, sobre materias eminentemente científicas que él domina y explica muy bien: un lujo de interlocutor y maestro.

Desde la altura se dominaban, de un lado, aquellos vestigios de la central hidroeléctrica fantasma (¿una futura Sewell, una oficina salitrera, Humberstone ... ?); del otro lado, una bien tenida medialuna y plantaciones ordenadas; además, lo que fue un sanatorio para enfermos de TBC, hoy refugio de unos religiosos: Thomas Mann y su Montaña Mágica...

Lucho Latorre (el autor de este texto)
He de confesar que el descenso no fue exento de "pochocazos" (denomínanse así, las caídas y su natural consecuencia: algunas magulladuras menores) que corrieron especialmente por mi cuenta. En términos gardelianos, diríamos "cuesta abajo en mi rodada"...

Nuevamente un simpático perrito nos acompañó de ida y regreso; a intervalos prolongados se cobijaba a la sombra de algunos árboles y con su lengua completamente fuera de su hocico jadeante, nos miraba con cara suplicante como diciendo: ¿seguiremos subiendo?... El calor se hizo sentir, salvo en la cumbre, donde un fuerte viento lo aplacaba.

A las 14:00 estábamos en la Ex Terpel, donde dentro de 7 días la montaña nos habrá de regalar una nueva sorpresa.

(Texto de Lucho Latorre)
Gardel: Cuesta abajo

1 comentario:

  1. Anónimo7:08 p.m.

    Nótese la importancia del tango citado en el Blog; obsérvese qué objeto llevaba consigo Charles Romuald Gardes (Carlos Gardel) el día de su trágico final: dice la prensa de la época (año 1935, 24 de junio):

    "Incluso se sabe como estaba vestido Gardel en el momento de su muerte: traje oscuro, sombrero gris, abrigo color café, bufanda y chaleco, como puede leerse en el sumario sobre el accidente registrado en el juzgado segundo de Medellín. El acta de levantamiento dice que Gardel fue "hallado boca abajo y pisado por las válvulas de uno de los motores. Tiene una cadena de oro sin reloj, como especie de pulsera en una muñeca. Colgada de la ropa una cadena con unas llaves y una chapita que tiene una leyenda así: Carlos Gardel, Jean Jaures 735, Buenos Aires... Junto al cantante y quemadas en los bordes se encontraron las partituras originales de “Cuesta abajo”."


    Agrego datos de interés para los aficionados al "gotán":

    Año y lugar de nacimiento: 11 de Diciembre de 1890 Toulouse, Francia.

    Biografía: conocido como El Zorzal Criollo, Carlos Gardel es una figura legendaria de Argentina. La carrera de este carismático cantante coincidió con el desarrollo del ícono intrínseco argentino, el tango. Gardel hizo su propia música al inventar la canción de tango, que fue un éxito instantáneo en los países de América Latina. La elite superó su aversión a los humildes orígenes del tango y a la abierta sensualidad sólo cuando Gardel y su música fueron aceptados en Nueva York y París.

    Se cuenta que cuando al poeta Vicente Huidobro le preguntaron que opinaba sobre el libro "Veinte poemas de amor" de Pablo Neruda, respondió: "para tangos me quedo con Gardel".

    He aquí la letra de la estrofa del aludido tango, de la autoría de Gardel:

    "...Ahora, cuesta abajo en mi rodada,
    las ilusiones pasadas
    yo las puedo arrancar.
    Sueño con el pasado que añoro,
    el tiempo que lloro
    y que nunca volverá.

    Modesto Papavero Discepolo

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