Fuimos un grupo absolutamente inesperado: Paula Christensen, Soledad Tagle (la doctora), Tomás Izquierdo y su hijo Lucas (de 11 años) y yo. Gabriel.
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Paula y Soledad |
Fuimos a la ruta del Alto del Naranjo. Llegamos hasta la canaleta.
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vaca en el camino |
Nos fuimos todos en el auto de Tomás, en animada conversación. Pagamos, casi puros tercera edad ($ 1.000), en la recepción de la ruta.
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Lucas Izquierdo |
El día no prometía mucho, pues llovió la noche anterior e incluso esa mañana. Por lo que los que aparecimos, o estábamos muy necesitados o somos un patriotas.
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Tomás Izquierdo |
En el primer descanso, en ese mirador que permite ver el Plomo y el Colorado, esta vez cubiertos, se nos larga a llover mal, fuerte. Tomás dice "esto no para". Yo digo que si y me empiezo a poner el cortavientos impermeable que traía y me saco el polar, que se lo presto a la Paula.
Seguimos y al poco andar paró. Y no llovió más.
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Soledad |
El día estaba exquisito, aire limpio, los aromas propios de después de las lluvias y las vistas traslúcidas.
Íbamos en muy buena onda en animadas conversaciones.
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Gabriel |
La doctora venía llegando de Boston, de haber estado en un curso en Harvard, sobre mejores técnicos de hacer clases, cosa que ella requiere en su academia en Pediatría.
De las conversaciones con ella, volví a casa dispuesto a botar todos nuestros endulzantes y volver al azúcar.
Es divertido como todas las grandes "verdades" después de un tiempo dejan de serlo y a veces incluso volvemos al origen. Este, del azúcar, es el caso.
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Paula |
Nos detuvimos justo encima del canal, al cobijo de un árbol, que nos protegía del viento frío. Ahí comimos mandarinas, frutos secos y unas galletas cubiertas de chocolate. Todo rico.
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que tal ? |
Puede que aprecien la calidad de algunas fotos, lo que se debe a que le pasé mi celular a la Paula, que es profesional del asunto.
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Alto en el camino |
Es posible que Tomás y Lucas, y probablemente Samuel, hermano de Lucas, empiecen a venir más seguido, pues quedaron encantados con la actividad.
El descenso fue disfrutando de las vistas, saludando a los varios grupos que pasaban en sentido contrario, bromeando Tomás con que veníamos del Alto del Naranjo, incluso del Provincia y dando recomendaciones.
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descenso por las cadenas |
Luego al auto y a casa. Muy satisfechos y contentos de haberle apuntado, al tomar la iniciativa de ir al cerro nomás, independiente de lo amenazante del día.
Esa tarde llovía en Santiago.