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domingo, 8 de julio de 2018

A las Varas en hermoso día primaveral

Un buen grupo se reunió, entre medio de todo el rash de los esquiadores.
Y para Las Varas las emprendimos, en dos autos.

El pasto nuevo empieza a crecer. El verdor empieza a aflorar.
El sol en plenitud, en este día primaveral.
Aire más limpio que otras veces. Mucho mosco volando en el aire. Mucha vida activada.

Francisco, Soledad, Pancho, Gabriel, Andrea, Anne Marie, Miguel
Temas médicos, prostáticos, ocuparon el espacio conversacional, en la ruta antes de la canaleta. Se me quedó en la retina el hecho de que en Chile la hotelería hospitalaria se ha ido a las nubes en lujo y precios, cosa que no ocurre en Argentina. Una operación que cuesta 3 millones en servicios médicos, cuesta 10 millones en los servicios hoteleros del hospital. Qué onda ?

El tranque en la parte alta, o final de la canaleta, bastante, sino totalmente lleno.

La caminata por la orilla de la canaleta es siempre un deleite. El ruido del agua, la luz y sombra de la vegetación aledaña, el ruido de los pájaros, animados por el mayor alimento probablemente, y los moscos, ahora distinguidos como los de raza grande y los de raza pequeña; una distinción aportada por Pancho.

ahora soy yo el que saca la foto y Víctor posa
Dije en un momento, mirando a mi alrededor que este grupo no aceptaría personas, varones, con pelo que no fuera cano. Todos los hombres, de blancas cabelleras. Una sola de las mujeres. Algo tienen ellas que les cuesta más acoger el paso de los años tal y como se presenta.

Llegamos a nuestro punto de descenso y nos sentamos en el borde de la canaleta, a comernos los abundantes suministros que todos aportaron. Naranjas y mandarinas y frutos secos de todo tipo y variedad.

comiendo en la canaleta
De repente pregunté, quién entiende esta revuelta de la revolución sexista ? Y una mujer señaló, que era una nueva exageración, propia de la teoría del péndulo que oscila de un extremo al otro.
El resto de los hombres, mutis.
Algo sospecho se esta tejiendo, que no somos capaces de cachar.
Mas tarde la Soledad me contó que en el hospital donde trabaja, en que hubo un par de semanas de revueltas, se acordó eliminar de las regulaciones, la forma de vestir de las mujeres. Ahora pueden ir como quieran. Notable, no ?

Y a las 11:22 me puse de pie e invité al resto a iniciar el descenso, de vuelta ya.

Víctor y la Soledad en la delantera
La vista de la cordillera, hermosa. Lo cerros con bastante más nieve que otras veces y el aire traslúcido.
El suelo, firme, producto de la humedad que aún persiste de las recientes lluvias.

Abajo, pagamos y nos despedimos, pues uno solo de los autos pararía para dejar a algunos y el otro seguiría raudo.

vista de la cordillera
La volvimos a hacer Pancho; sí, buena cosa. Cumplido nuestro rito dominguero que tantos beneficios nos acarrea, aparte del social.

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