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domingo, 6 de enero de 2019

Tres mosqueteros por las Varas

Figurábamos los tres, Pancho, Víctor y yo, Gabriel, tomándonos algunos cafés, antes de partir a nuestra caminata dominguera.
Propongo ir a la ruta del Alto del Naranjo, hasta la canaleta y luego caminar por la canaleta aguas arriba. Silencio.
Ya, vamos a Las Varas entonces, digo. Sonrieron y para allá partimos, en el auto de Víctor.

Comentamos la lesión de Pancho que evoluciona favorablemente.

Víctor y Pancho
Llegamos al punto de partida y ya estaba ahí la cobradora. Pagamos y seguimos por nuestra ruta habitual.
No vimos ni señas de nuestros perros de siempre. Raro.
Más adelante, llegaría uno de ellos, que nos acompañó todo el camino; el más peludo.

el perro en primer plano
Víctor lee un libro de historia y yo tomo un curso de la historia de Rusia desde Lenin a Putin. Fue tema, muy entretenido, de mucho rato. Las duras costumbres antiguas y lo sangrienta que es la historia.
El momento actual, tan insípido, con todas las banderas o instituciones, alicaídas. Un tiempo fome, confuso, sin banderas de lucha, salvo como salía hoy en la prensa, el feminismo.

Pancho
Ciclistas, que nos pasan en uno y otro sentido. En un caso venían descendiendo muy rápido; tuvimos que brincar y ellos frenar.

Día muy agradable. Viento fresco, algunas nubes bajas que se fueron formando, hicieron que alguien dijera que había oído que hasta podría llover hoy día en Santiago. Bueno, siempre estuvo despejado, pero agradable.

Víctor
Dos naranjas de Pancho me comí sentado al borde de la canaleta, en nuestra cumbre. Además guindas de Víctor y algunas nueces.

Teníamos que convencer a Pancho que tenía que retomar su par de sesiones de gimnasio durante la semana, como Víctor y yo hacemos.
Es que me aburro. Mira, tu cuerpo no es solo un medio de transporte, es parte de lo que tu eres. Y a nuestra edad si no le damos del alimento que el anhela, que es ejercicio, se deteriora muy rápido. No hay dudas al respecto.
Veremos.

Gabriel
El tranque, ha perdido bastante agua. Parados en su orilla dije que soñaba con un día sacarme la ropa y meterme, pero sigue dándome lata desvestirme y después vestirme, con lo que me cuesta ponerme los calcetines. Miramos un rato y seguimos.

tranque
En los trabajos que hay más abajo, dicen que arrendarán caballos. Veremos; capaz que un día arrendemos y demos nuestras vueltas arriba de caballos.

Fue un verdadero gusto llegar al auto y sentarnos en sus mullidos asientos. Esto después de los 9,5 kms que habíamos caminado, según el celular de Pancho.

mirando el tranque
Me dejaron en el auto y yo seguí a comprar pollos asados y papas fritas para el almuerzo familiar de ese día en mi casa.

La hicimos de nuevo. Pancho, No podemos parar.

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