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lunes, 29 de agosto de 2016

Contrastes por los Llanos de Javier

Llego tarde; ya están todos ahí. Solo falta la Soledad, que le había avisado a Francisco Schmidt, ahí presente, que venía atrasada.
El día estaba cerrado, nublado. Nubes bajas, incluso amenazantes. Pensé que vendría poca gente, si es que. Eramos un buen lote; aún no los cuento.
Propongo Llanos de Javier y es acogido sin más. Para allá partimos en tres autos. Me fui en el auto de José Salinas (Blumos), con la Carmen Gloria y la Paulina atrás, que traía su perro bien abrigado.

la Soledad punteando
Francisco Schmidt iba en su auto y José Salinas con el suyo, el de la Lily, que también estaba.
Nos bajamos y todos conversaban ahí, en la calle, animádamente y nadie se movía. Le digo a Pancho, que si nadie dice nada, este grupo sigue conversando, así de a pares, por un buen rato.
Vamos .. y partimos cerro arriba.

Gabriel y detrás Carmen Gloria
El caserio en la partida ha crecido. Incluso hay en un lugar tantos autos, que a la vuelta uno dice, capaz que aquí lleguen los autos de los portoneos. Una bonita chacra hay también, al costado de una casa o construcción comunitaria, con bandera.

el gran Pancho
La ruta está hermosa, pues el sendero está rodeado de verde prado, alto, es pasto nuevo. Al meternos al bosque me llama la atención, aparte del frío, lo oscuro del día.
Llegamos, conversando, a la zona de las paredes de roca, por donde suben lo escaladores de roca. No están, salvo pasado, un tipo con un perro que viene de levantarse de su carpa. Nos dice que esas cuerdas que atraviesan de un cerro al otro, a la entrada, son cuerdas sobre las cuales caminan; equilibristas. A ver si a la vuelta nos toca ver a uno.

Pancho, Carmen Gloria, José, Gabriel, Lily, Víctor y José Salinas
A la vuelta, está lleno de escaladores. No vemos equilibristas. Me llama la atención que varios de los que trepan, son mujeres. Pienso en las mujeres, a las que solo en 1949 les dimos derecho a voto, hoy trepan por todas partes. Y les fue duro, bien duro, lograr esos derechos, lo vi en una película que esa misma tarde vi. Hoy, la llevan. Cuidadito los hombres.

sí, es la Alejandra, gozando
Seguimos cerro arriba. Pancho propuso que subiéramos por la ruta clásica y bajáramos, para variar, por la dura. Al final no lo hicimos.

Víctor, justo sobre las nubes
En un momento nos vimos, un grupo, hablando del coreano Byung-Chul Han, que dice que el medio digital, nos está aislando en un enjambre de puntos narcisistas, que prefieren la pantalla, a enfrentar la cara de un otro. Un mundo de creciente aislamiento y encierro en si mismo. Previene acerca de Internet y nos alerta del excesivo rendimiento y cansancio. Libro principal suyo, La sociedad del cansancio. (link1 y link2).

José y Carmen Gloria
En la cumbre, sale el sol. Fue realmente fantástico. Los sentidos se agudizaron, las miradas se intensificaron, hubieron gritos de júbilo.
Nos sentamos al pie de unos quillayes, justo al borde del risco hacia la pendiente de donde veníamos.
Y a comer se ha dicho. Y a conversar y algunos a chacotear.

Gabriel y Francisco
Muchos no quieren volver, sino seguir. El grupo, luego de tiras y aflojas, se divide. Los que siguen parten, nos despedimos. Solo quedamos cuatro hombres.
En la bajada miraba para atrás como resbalaban y algunos caían hasta el suelo. Falta una mujer aquí, dije, para más atención y compostura. Capaz que si.

Carmen Gloria y el perro de la Paulina
La Carmen Gloria quedó de escribir, del grupo que siguió. Aquí va:

Fuimos 7 los valientes y aguerridos subecerros que decidimos seguir camino hacia los llanos de Javier.

José, Soledad y José; detrás los Llanos de Javier
Bueno…hubo algunos más valientes y aguerridos que otros ya que, a poco andar, la Lily la Paulina y yo nos quedamos a mitad de camino. Ya era mucho el cansancio. Ante la perspectiva del regreso - de bajada pronunciada y harta piedra suelta -  el quedarnos tomando solcito y conversando sobre mascotas nos pareció un panorama mucho más tentador.

los cuatro que llegaron a los Llano: Alejandra, José, Josñe y la Soledad
La Alejandra, la Sole y los dos José Salinas siguieron caminando, continuando por el mismo sendero que tantas dudas nos generó desde que comenzamos esta segunda parte del paseo.

vista de los Llanos
Efectivamente, no parecía muy  lógico que el camino fuera en descenso, mientras que los llanos de Javier estaban en lo alto. Caras vacilantes y comentarios inquietos respecto de si estábamos en el camino correcto surgieron entre los contertulios. Pero seguimos igual porque el camino era una preciosura, lo mismo que los paisajes. Los que siguieron camino comprobaron que ese sendero efectivamente llegaba a los llanos de Javier, luego de una pronunciada subida. Igual quedamos con la duda. Habría otro camino a los llanos que no implicara bajar para luego tener que subir? Uno más planito que vaya por lo alto del  cerro? Esa será  una incógnita a dilucidar por los subecerros, cuando un  próximo paseo nos conduzca por esos lares.

una flor en el camino que no sé cómo se llama (Alejandra)
Por mi parte, me inclino a pensar de que no tomamos el camino correcto. Los que siguieron demoraron más de 45 min en ir y volver, desde y hasta el lugar donde los quedamos la Lily, la Paulina y Yo. Pancho había dicho antes que el camino a los llanos tomaba unos 20 minutos nada más. Bueno, pensándolo bien, no deberíamos haber confiado en las estimaciones de Pancho, ya que cuando íbamos subiendo me aseguró que faltaban 15 minutos para llegar…y fue más de media hora. O  sus minutos duran más de 60 segundos, o bien esto comprueba  la teoría de Einstein de la “dilatación del tiempo” (el tiempo se mueve más lento para un reloj en movimiento que para un uno fijo). Y nosotros íbamos en movimiento, aunque algo más lento que la velocidad de la luz.

los y las escaladoras

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