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martes, 16 de agosto de 2016

Dos mujeres enfrentan jauría de perros

El cambio horario nos generó, a Lily y a mí, una pequeña confusión. Recién cuando estábamos llegando a nuestro punto de encuentro habitual, caímos en cuenta de que no eran las 8:10 am, sino que una hora más tarde. Nunca supimos si antes de que llegáramos nosotras partió algún grupo de subecerro.

Lily
Ya que estábamos allí, decidimos hacer el trekking a Las Varas. Para sorpresa nuestra, al llegar prácticamente no pudimos entrar, estaba lleno, había una gran fila de autos e incluso un bus de turismo. Decidimos partir en dirección a la ruta La Ermita, y, luego, nos desviamos a La Veranada donde llegamos después de recorrer un camino interior rural. Nos llamó la atención que esta localidad mantienen las costumbre propias del campo. Se ven por muchas vacas, caballos, cabritos y variedad de pájaros silvestres.

Nancy
Lily me cuenta que el fin de semana anterior estuvieron en el mismo lugar, pero esta vez seguimos el camino recto que no hicieron antes. Desde allí caminamos por un sendero bien definido, que no ofreció dificultades, salvo que tuvimos la precaución de marcar las zonas que podrían ser confusas al regreso. La idea era llegar cerca del que entiendo es el Río Molina, afluente del Mapocho, y allí hacer una pausa antes de volver a la zona de partida.

Lily
Vimos una parcela donde había una pequeña casa y unos perros ladrando, entonces decidimos caminar unos metros más allá. Encontramos un acceso, con el típico cierre de palos de maderas y alambres de púas que conocemos. Nos adentramos y cuando llevábamos unos 30 metros recorridos, comenzamos a sentir amenazantes ladridos de perros que se acercaban a nosotras entre los altos arbustos. Nos dimos vuelta y estaban allí, frente nosotras, cuatro grandes perros ladrando y mostrando sus diente. No quedaba más alternativa que mantener la calma. Un amigo querido una vez me dijo: “nunca le des la espalda a un perro callejero amenazante”. Entonces nos quedamos tranquilas frente a ellos y, al mejor estilo del “encantador de perros, César Millán”, empecé a hacer el sonido de calma, de silencio: sh, sh, sh, sin mirarlos a los ojos y con ternura. De pronto, el líder, que era color negro, se acercó más a mí y empezó a mover su cola, entonces sin dejar de emitir el sonido sh, sh, golpeé suave mi pierna con mi mano y el perro se puso muy cerca hasta rozar con su cuerpo mi pierna. Fue cuando decidí acariciarlo sin asustarlo. Mientras, el perro blanco que se veía más viejo, también se acercó y se apegó a nosotras, a ese, también, lo acaricie.

paisaje
Los otros dos perros en el acto se fueron y, entonces, cuando vimos que los perros negro y blanco se habían relajado, retomamos la marcha. Caminamos unos metros junto a ellos, luego estos pasaron adelante, para finalmente irse. Nunca más los vimos, ni oímos.

Nancy
Llegamos cerca del río y nos sentamos en una rocas a comer algo y a conversar, conversar y conversar. Solo fuimos interrumpidas por unos lugareños que nos invitaron a tomar “tecito”…, bueno, para ser honestas, estaban preparando un gran asado y bien “regado”, pero no pudimos ir porque estaban al otro lado del río, así que Lily les dijo que para la próxima sería. Luego, de despedirnos de los comensales, retornamos con facilidad y rapidez. Finalmente nos fuimos a almorzar a casa de Lily una exquisita lasaña.

Mis felicitaciones a Lily por la capacidad de recordar un trekking al que solo había ido el domingo anterior. Fue una gran guía y mejor compañera de esta gran aventura. Quedamos muy felices.

Abrazos!.

3 comentarios:

  1. Que mujeres tan valientes!!! Se pasaron chicas con lo de la jauria de perros. Menos mal que yo no estaba ahí

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  2. Que mujeres tan valientes!!! Se pasaron chicas con lo de la jauria de perros. Menos mal que yo no estaba ahí

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  3. Si cualquiera de nosotras hubiere salido corriendo, el final hubiese sido muy distinto, jajajaja. Me admiró la tranquilidad de Lily! No le pregunté qué sentía en interior, pero irradiaba gran control y paz.

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