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domingo, 19 de marzo de 2017

A las Varas sorprendiéndonos con los marsupiales

Víctor trajo a su nuera, Jenny Hetz. Llegaron además Pancho, que venía llegando de una semana en Frankfurt, Dirk, la Anne Marie, la Alejandra y yo Gabriel.

Dirk, Víctor, Pancho, Alejandra, Jenny y Anne Marie
Día despejado, de fines de verano; con temperaturas en baja. Yo era el único sin chaleco o polar, en el punto de encuentro. Lo tendré presente para la próxima.
A las Varas fue la decisión. Todos en el auto nuevo de Víctor, de tres corridas de asientos.

Pancho y Víctor
Negociamos con el cobrador de la entrada, luca por nuca, sin Boleta. La Jenny comentaba porqué cobraban, si hacían alguna obra de mejora o algo ? No nada, le respondimos. Es la tónica del día en Chile: cobrar por donde se pueda, lo más que se pueda. Eso es todo.

Pancho y su querida Coca cola
Victor pauteó la ruta, de manera de hacer su ruta, la de Víctor, que es por la canaleta, pero en ascenso. Así que nos fuimos hasta el tranque que está al final de la canaleta y de ahí, bordeando la canaleta, hasta el cruce a la cumbre frecuente que hacemos.

Jenny
Me fui adelante, conversando con la Jenny, de biología, su tema, ya que es especialista, a nivel de estar sacando post doctorado, en su especialidad, los marsupiales.
Me contó que los críos de un canguro, salen del útero muy chiquititos y a la salida se agarran con fuerza de los pelos y se encaraman poco a poco, hasta entrar a la bolsa marsupial. Ahí se enganchan, quedan medio fijos, a una tetita.
Me cuenta que las hembras pueden tener hijos en la bolsa en distintas fases de desarrollo, en que cada uno mama de un pezón específico, de donde recibe leches de consistencias y materias distintas, según su grado de desarrollo.
Yo, fascinado, le preguntaba cómo sabe la madre, su biología, de proceder de esa manera. La naturaleza es asombrosa y nosotros los humanos, dañados por la arrogancia de nuestros éxitos, que no son tantos, erramos el rumbo, al no cachar la potente sabiduría de la naturaleza de la que somos parte y tratamos de controlar; y a veces pareciera que lo lográramos.

Alejandra y Anne Marie
Esta conversación duró hasta el tranque. Después, la fila india, me dejó con Dirk de vecino y con él seguí la conversa. Otros temas, otras afinidades.

allá adelante va Víctor y detrás Dirk
La ruta por el canal, es bella. Túneles verdes, agua que corre, su ruido musical, pájaros que cantan, brisa, pasos con alguna dificultad. Y el ejercicio, persistente, nutritivo.

Pancho, Víctor y Jenny, en la cumbre
Llegamos a la cumbre, la que sería nuestra cumbre de ese día y nos instalamos a descansar, tomar líquidos, naranjas de Pancho, frutos secos varios. Y la conversa. Bastante negativa, me pareció a mi. Reflejo quizás del mundo que nos toca vivir.

frutillas y arándanos de Dirk y almendras con maní míos
La Alejandra, consideró que esta cumbre era demasiado poco, para el nivel de ejercicio que requería. Cuando nos dispusimos a iniciar nuestro descenso, ella señaló que seguiría al Alto del Naranjo, sola. Traté de disuadirla, poco en realidad y nos despedimos, sin antes sacarle una foto de ella caminando sola y despidiéndose. (mientas escribo esto, la llamé y llegó bien al Alto del Naranjo y bajó bien, con encuentros entretenidos)

en la cumbre
Bajamos por la ruta clásica de ascenso, con cierta velocidad. Llegamos al auto y partimos al punto de los autos, donde nos despedimos y cada uno partió a su destino y afanes.

la Alejandra que se despide

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Bien Alejandra, siempre por mas.

    Buen relato Gabriel.

    Francisco.

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