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domingo, 19 de noviembre de 2017

A Las Varas en día de elecciones

La cosa está peluda con las elecciones. Escucho ya los cómputos finales y pareciera que se vaticina para la segunda vuelta la victoria de Guillier y compañía. Y la caída de Piñera + Kast. Escribo ese mismo día pasadas las 10 de la noche.

Hoy, día de elecciones, nos encontramos solo tres en el punto de encuentro. Yo, que llegué con la Lily y Víctor Bunster.

Propuse medio Pochoco, que Víctor rechazó con contundencia. Propuso Las Varas, con descenso por la canaleta y eso hicimos.
Muy buena vuelta, que completamos a las 11:30, pensando en nuestros compromisos ciudadanos.

Lily y Víctor
Tomamos de subida, la ruta de descenso de las bicicletas, lo que fue bastante bueno, pues no fue ni tan exigente, ni tan suave. Y llegamos a un buen nivel de altura de la ruta tradicional, que pasa por el tranque de la Elfie.

chahual a la derecha
Estos dos se encontraron en muchos temas, siendo uno de ellos y muy conversado, el de los viajes. Ambos, viajeros frecuentes, han recorrido medio mundo, así que me entretuve escuchando sus impresiones y recomendaciones, se podría decir.

Chahual
Llegamos a la canaleta, donde hicimos un breve alto y donde comimos las cosas que llevábamos. Entre ellas, guindas, gajos de naranja, almendras, nueces.
Aprovechamos una sombra, poco mas arriba de la canaleta, pero la hicimos corta para seguir por la canaleta luego.

orillando la canaleta; con ciclista en sentido contrario
Que agradable es andar con esa música del agua que corre y canta en sus distintos matices. Aparte de la brisa, la sombra intermitente (el calor ya empieza a ser abrasador), las flores, el verdor y los pájaros y su canto.
Ese descenso es precioso y lo hicimos hasta donde termina la canaleta y seguimos aún más allá, para tomar un camino de descenso, que nos llevaría en breve trámite a esa casa en una punta de cerro, para desde ahí tomar un sendero, que nos dejó al costado del portón y a un paso de la portería.

Víctor y delante va la Lily
Tres sin boleta por favor ? Son tres mil pesos. Gracias. (si lee esto el dueño del lugar, la despide)
Así son las cosas en este país, no hay vuelta. Y somos todos cómplices.

Me subí algo caldeado al auto, así que fue un agrado sentarme y a la sombra. Este era el rico auto de Víctor.
De ahí a mi auto, luego a llevar a la Lily y a todo lo que vino después, que incluía acarrear familia, votar todos y estar muchos ratos en pesados tacos.

Aleluya, la hicimos; fuimos al cerro.

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