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domingo, 16 de junio de 2019

Por la ruta del Alto del Naranjo

Llego el primero y me quedo adentro del auto cuando llega la Alejandra, a la que invito a entrar, por el frío. Luego llega Víctor que se sienta atrás, al nosotros no bajarnos.

Dejamos dos autos en la callecita y partimos en el auto de Víctor, sin hablar de adonde íbamos, asumiendo que sería Las Varas.
Sin embargo, en el camino cambiamos de idea y seguimos a la ruta del Alto del Naranjo, por el lado norte del puente Ñilque.

Alejandra
A $ 3.000 estaba la tarifa de entrada y $ 2.000 para la tercera edad, a la que todos pertenecíamos. Manga de viejos.

Partí adelante; los esperé después de la subida empinada con cadenas.
Hacía años que no andaba por esta ruta, tan familiar en una época.

Alejandra y Víctor por las cadenas
La primera parte, a la sombra, helada. En la primera vuelta a la izquierda ya estábamos bajo el sol. Qué maravilla ese sol en día frío. Día despejado, salvo pocas nubes que merodeaban en torno a la alta cumbre del Plomo.

Todo estaba igual, con la ruta más honda quizás. Paramos un rato en la siguiente cumbre después del desvío a Vallecito.
Les pregunté si habían leído Altazor de Vicente Huidobro y la Alejandra recita esta línea de la obra, en la que yo me quedé chantado cuando llegué a ella: "los cuatro puntos cardinales son tres, norte y sur". Qué notable !
Yo me quedé pegado pensando, pero si esto esta mal !
Nos reímos de buena gana y la Alejandra trajo a colación otra frase del autor: "Silencio, que la Tierra va a parir un árbol". Esta linea la había leído esa misma mañana.
Alabamos a Huidobro y en particular, esta obra, Altazor.

Alejandra y Víctor
Llegamos a la cumbre de la canaleta, donde ambos, ellos, querían seguir de largo al Alto del Naranjo. Caminemos por la canaleta aguas arriba propuse yo. Nos queda una media hora para empezar el descenso para que llegues a tu almuerzo Alejandra. Bueno, y eso hicimos.

vista a la cordillera
Nos sentamos en una vuelta de la canaleta, donde alguna vez nos topamos con un enorme toro. Y comimos mandarinas, frutos secos y sándwich de alcachofa, de la Alejandra. Muy rico todo.

descanso de cumbre a la orilla de la canaleta
E iniciamos la vuelta. Yo iba adelante, la Alejandra es de tranco lento. Les tomé mucha distancia.
Nos cruzamos con bastantes personas. Es una ruta de cierto tráfico, incluso en un precioso día de invierno, bien helado, como este. La brisa, fue siempre helada.

De a ratos tosía y sonaba mis mocos. Qué mal estás, algo así me dijo la Alejandra. No, estoy muy bien le respondía yo. La verdad un rezago de un resfrió que ya pasó.

Llegamos abajo, nos registramos y al auto. Sin apuro hasta nuestros autos donde nos despedimos.
Hasta la próxima.
Me fui solo a comprarme una empanada, en la ruta al Pochoco y pregunté por la dueña, ya de 80 años. Por ahí andaba y cuando apareció le pedí me acompañara a comérmela en la terraza. Y eso hicimos, un exquisito encuentro con esta notable mujer de tan solo 80 años, que ya tiene tataranietos. Que tal ?

Nota: ese día mi hijo Diego, con su mujer Elisa Salinas, circularon por la misma ruta nuestra, pero ellos sí llegaron al Alto del Naranjo.

Diego en el Naranjo
Diego y la Elisa, hija de José Salinas

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