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domingo, 18 de agosto de 2019

Domingo 11 de agosto

Día de sol con una ventisca fría que junto a la gran cantidad de turistas que van a Farellones, son los
únicos dos signos del invierno, pues la cordillera apenas muestra hilachas blancas de nieve. Solo
pasado las 8.30 llega José Salinas, por suerte, porque yo, Soledad, no andaba en auto y me habría
dado mucha frustración volverme en Transantiago un domingo en la mañana.

Le propuse que fuéramos a conocer el Bosque de Santiago, en Huechuraba, que había leído pertenece
al parque metropolitano y hay senderos reforestados con árboles nativos, por la cara norte del cerro el
carbón (creo).

Soledad y José; atrás el Manquehue
Llegamos con el bendito waze a las 9.17, con la sorpresa que el guardia nos recibió con cara de
poderoso insobornable y tajante dijo: “está cerrado, se abre a las 10” Yo traté de persuadirlo con cara de vieja responsable, pero su frase se repitió exactamente, : “está cerrado, se abre a las 10”, por otra parte José intuyó que podría ser peligroso entrar en soledad por ahí y dimos media vuelta hacia nuestros cerros conocidos, esta vez por el camino La pirámide ahora pavimentado y de tráfico solo hacia arriba, llegando al nudo de Vespucio con la Pirámide.

selfie
Decidimos ir al Manquehue por Lo Curro, lo más cerca de ahí, sabiendo que el estacionamiento no es
fácil, de hecho, tuvimos que caminar como 500 mt para llegar a la entrada. Ya en el trayecto
reconocimos que era el día del niño, por la cantidad de gente que por suerte llevaron a un paseo a la
naturaleza, en vez de al mall, a sus hijos además de sus perros. Nosotros, al igual que ellos, fuimos solo al Manquehuito, disfrutando de preciosa vista despejada hacia el oriente y lamentando el café de smog hacia el poniente.

Arriba José se dio cuenta que había dejado el celular en el auto y a la vista, ojalá no pase nada,
confiamos. La conversación giró en torno al cambio climático, a la jubilación, pero lo más profundo fue la comunicación con los hijos, con cada uno diferente, a veces más distante, con la sensación incómoda de queremos estar más cerca y hacerles ver todo lo que los queremos. Como diría Maturana, el amor es aceptarse.

José y atrás el Manquehue
Ya llegando al auto, con sorpresa creímos comprobar la maldición del robo, el vidrio del lado del copiloto abierto hasta abajo, pero ningún trozo...no solo el celular sino también la billetera estaba ahí... confirma que, a mí, la pajarona, se me quedó el vidrio abierto, por suerte en un lugar de Santiago que mostró ser seguro, por esta vez.

Esperamos que el próximo domingo, pese al interferiado, seamos más.
Buena semana para todos!!

(texto de Soledad Tagle)

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