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sábado, 12 de diciembre de 2020

Mañana de tarántulas - domingo 6 de diciembre

Llegamos donde Pancho, mi hijo Tomás, su polola Francisca y yo, Soledad, en un domingo que se auguraba el comienzo de alerta de ola de calor, mientras observábamos como los tordos y zorzales disfrutaban los nísperos del jardín, sentimos el correr del portón de Pancho y apareció puntualmente con mascarilla. Esperamos si alguien más llegaba, pero confirmamos que los demás debieran haber salido el fin de semana largo por el sándwich tentador con el martes feriado.


Partimos los 4 hacia el lugar que hemos ido los últimos meses, dicen que son terrenos privados y por eso las rejas transcurren de cerrarse en abrirse cada semana. Al comenzar a subir hacia el sur, tropezamos con muchas tarántulas de distintos tamaños, peluditas, las miramos con detención, algunas se quedaban inmóviles “haciéndose las muertas”, otras demostraban su agilidad con las 8 patas largas y articuladas. Recordamos que otro domingo había sido el día de los innumerables tiuques, otro de las chicharras, éste fue de las tarántulas. Conversamos de las clases de biología del colegio, imaginando que ahora con la tecnología deben ser mucho más entretenidas y motivantes que antaño. Ya solo quedan verdes los árboles, las flores ya están secas y las plantas naturales, para no llamarlas malezas, están semillando a la espera de un próximo año lluvioso.


Admiramos la vista hacia la Reina, comuna de casas de un piso con poco verde, en cambio hacia las Condes se ve verde, calles y casas con árboles. No subieron ciclistas este domingo y pocos caminantes, algunos se colocaban las mascarillas al pasar, otros pocos corrían raudos hacia abajo.
La pandemia ha aumentado nuestra distancia social y agregado mascarillas al paisaje de la basura, no me atrevo a recogerlas del suelo, ¿alguien lo hará?


Confesamos que el calor nos hizo detenernos en una sombrita a mitad de camino para disfrutar las tradicionales naranjas de Pancho y emprender el regreso.


Caballos, yeguas y potrillos sombreaban en un espino, seguramente por ellos cerraron la reja por donde habíamos ingresado y tuvimos que simplemente levantarla para pasar por debajo.


Buena semana para todos!

(texto y fotos de Soledad Tagle)

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