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lunes, 10 de marzo de 2008

Al Pochoco el domingo

Nos reunimos 7 el domingo a las 8 de la mañana, después de los meses de verano para varios. Francisco Toyos nos cuenta que Hugo Ravera ha muerto; ufff; so nos sorprendió y caló hondo.
Francisco propuso que fueramos al Pochoco en homenaje a Hugo; acogida cerrada; para allá partimos.

Iban Francisco Toyos, Gonzalo, M.Elene, Consuelo, Rebeca, Mabel y Yo, Gabriel.

Pasamos a ver la gruta que algunas vez había hecho Don Hugo y nos encontramos que tenía virgencita nueva y unas guirnaldas; una clara señal de homenaje a él por su partida.
Mas arriba en la primera cumbre, nos detuvimos frente a ese cartel que también había puesto don Hugo, luchando contra los destructores del cerro.

El día estaba despejado, con algunas nubes por aquí y por allá que generaban sombras en la ciudad y un aire fresco en algunas partes, que nos recordaban la tormenta de truenos, relámpagos y granizo de unos días atrás.

En la cumbre el tema fue Hugo Ravera, con gente que se nos acercó pues oyeron de lo que hablabamos y quisieron enterarse sorprendidos por la noticia. La verdad nadie pensaba que un hombre como Hugo Ravera se fuera a morir ya que estaba, de antes que lo mordiera ese perro en la casa que arrendaba, prácticamente mejor que todos nosotros.

Supimos que había ido al hospital por malestares y le dijeron que tenía problemas al corazón y que considerara la posibilidad de un by pass, cosa a la que él declinó.
Bueno, se fue a temprana edad pero se fue de la mejor manera según la idea de muchos; sin mayor alboroto.

María Elena hizo un pequeño discurso y soltó una lágrimas sinceras, que nos conectó con lo pasajera de esta vida y lo importante que es vivir y disfrutar y que mejor manera que esta de subir cerros a la que Don Hugo Ravera nos influyó en instalar como práctica estable y anhelada cada fin de semana.

Hasta un chiste contamos, también en su memoria.

Bajamos rápidamente y nos fuimos adonde la Rosalia a comernos unas ricas empanadas y motes con huesillo. Y aprovechamos de sacarnos una foto con la Rosalia para el recuerdo. Ella pidió salir con sus empanadas (la pueden ver en la foto).

1 comentario:

  1. Don "Hugo", el Señor del Pochoco.

    El Cerro Pochoco es quizás el cerro mas subido en los alrededores de Santiago. Ubicado
    entre el cajón de Farellones y el cajón del Arrayan es donde nos iniciamos muchos en la
    actividad de subir montañas.

    Ugo Ravera vivía en el Arrayán y subía el Pochoco, por años, a lo menos cuatro veces a
    la semana. Nada menor si consideramos que cumplió 81 años, pero en un cuerpo de 60 y con
    una energía de 30.

    Ravera vigilaba el cerro. Sabia quienes osaban subirlo y cuando veía a alguien reincidir
    por mas de tres veces, le regalaba un bastón rojo, que los que hacemos montaña conocemos
    como "bastón pochoquero", un elemento que en alguna medida reemplaza al piolet,
    herramienta básica para la montaña. Ese bastón rojo es una versión económica al los
    elegantes bastones extensibles de caminata y en caso de emergencias es capaz de
    reemplazar al piolet. A mi me salvo de una caída en hielo. Quizás cuantos cientos de
    estos bastones regalo.

    Ravera cuidaba el cerro. Instruía a quienes lo subían y entregaba mensajes "La montaña
    te lo da todo y no te pide nada o casi nada a cambio. No la ensucies, no la ralles. En
    sus piedras solo se consagran los inmortales baratos".

    Ravera, en forma anónima, promovió como pocos en Montañismo en Chile. De conversación
    fácil, de gran alegría, siempre transmitió sus experiencias y conocimientos con
    generosidad. Lo conocí solo en ese ámbito, como montañista y cantante, ya que alguna vez
    escuche su voz en el cerro. Seguramente tenia muchos otros ámbitos y virtudes, pero nos
    marco esta arista poco frecuente.

    Hace una semana, el obituario del Mercurio nos sorprendió con que "Don Hugo" en realidad
    era "Don Ugo", Ugo Ravera Martini y que nos dejaba. La verdad es que Ugo pudo haber
    muerto, pero "Don Hugo" vivirá en la memoria de muchos montañistas mientras existamos.

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