No se si fue buena idea, pues hubo riesgo, heridos y un poco de alta dosis de miedo.
Nos encontramos en la YPF justo después del cambio de horario esa misma noche anterior. Unos llamados telefónicos previos nos permitieron afinar la puntería y evitar desencuentros de instancias parecidas.
La YPF estaba llena de jóvenes, que indagamos iban a Vallecito a hacer ejercicio de escalada. Y ahí los encontramos mas tarde.
Tomamos la ruta Balart, siguiendo el sendero por la canaleta de abajo, aguas arriba. Punteando iba Alicia, amiga de Mabel, que resultó ser maratonista y por tanto, su estado físico impecable.
Arremetimos por la ruta empinada que bordea los acantilados que en invierno presentan piscinas inaccesibles, hasta llegar al sendero que de vueltas nos llevaría a Vallecito.
Sentados en un descanso, veíamos a las personas que subían la ruta normal al Alto del Naranjo, la cascada que sale de Vallecito y el acarreo al frente, que en partes se ve espectacular para bajarlo corriendo. Desde ahí vimos por donde tomarlo para bajar los riesgos de la entrada por la izquierda que es muy peligrosa.
Caminamos por el estero de la quebrada de Vallecito, ruta que fue apreciada por el grupo, por su belleza y frescura del agua cristalina que corre ladera abajo.
Saliendo de Vallecito nos encontramos con multitud de jóvenes que practicaban bajada con piolés, guiados por profesores.
Nos encaramamos hasta lo mas alto de la vuelta de Vallecito y un poco mas allá acordamos tomar la ruta de bajada, ruta que la verdad nunca habíamos hecho. Arriesgado igual.
No se dio fácil. Hubo partes de franco peligro de deslizarse hacia abajo, sin muchas posibilidades de parar. Cuando uno está ahí la mente solo busca la mejor ruta pero no considera devolverse, así que seguimos con los más avezados abriendo ruta.
De repente vimos que teníamos una baja, pues la Rebeca quedó paralizada, no se si por el miedo o por lo calambres, que el esfuerzo y el agotamiento le provocaron.
Mabel, que venía atrás se quedó con ella y en vista de la demora y estancamiento en su posición, Pancho y yo emprendimos camino de vuelta, al rescate.
Llegamos a ella, aunque ella también llegó a nosotros, desplazándose adelante, a nuestro encuentro. Estaba un poco magullada, aunque solo eran rasmillones.
Se agarró de mi cinturón y con cierta lentitud seguimos adelante, de vuelta por la ruta que ya había bajado y llegamos hasta abajo, sin mayores problemas. Uf.
Después comenté que no volvería por esa ruta por sus riesgos, pero Mabel contó que había disfrutado y que ella volvería feliz. Así que quedó como una alternativa, pero de mayor riesgo y adrenalina.
Bueno, de ahí en adelante no hubo nuevos problemas, salvo una cabeza de vaca muerta que hedía en el cauce del estero antes de tomar la canaleta de abajo.
Llegamos varios bien cansados, yo y Pancho en particular. Solo pensamos que la siesta sería especial este domingo, y la Rebeca esperaba una resaca mas fuerte el martes, que es cuando a ella le aparecen los dolores del domingo.
Buen paseo, buen grupo, bello día.
Gabriel:
ResponderBorrarA pesar de la dificultad del acarreo, todo lo demás estuvo muy bueno.,creo que es bueno también aventurarse y hacer cosas más osadas.
El momento en que estuve en aprietos fué tambien una señal clara del momento que estoy viviendo, es una prueba de fuego, punto de quiebre o como le quieras poner. Es el vértigo de la vida.,el extremo cansancio, es aprender a mantener la calma, es quedarte quieto y sólo esperar que ya vendrá la claridad.
Gracias al grupo y especialmente a la Mabel, a Gabriel y Pancho por la paciencia y el apoyo del momento.
A todos los quiero mucho.