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domingo, 7 de septiembre de 2008

Aperitivo en el cerro

Una apetitosa subida hicimos este domingo Pancho, la Consuelo, Miguel, Gabriel, Andrés, la Rebeca, Ana María, Claudio y Cristián (padre de Ana María). Fuimos a las Ñipas por un sendero bastante "amistoso" que descubrimos hace pocos domingos atrás. Subimos como para ir al Alto del naranjo, llegando a la puerta de palos se dobla hacia la super carretera de la izquierda un buen rato de bajada, se cruza el rio y se sigue por el otro lado hasta el sendero que lleva arriba. Hasta ahí todo bien,sin novedad, buen ritmo del novicio Cristián que de tanto en tanto esperábamos.




Desde un principio la motivación era el aperitivo que cada uno traía y el objetivo: "llegar a la explanada donde ibamos a sentarnos a comer y tomar las varias botellas que traíamos en las espaldas, aunque algunos, que no voy a mencionar, las traían puestas desde la noche anterior".

El día estaba ideal para caminar, un poco nublado y suelo mojado gracias a las últimas abundantes lluvias que nos deja agosto que mantiene verde y húmedos los cerros. Tímidamente se asoman algunos colores de plantas y flores que anuncian un septiembre primaveral "in creccendo".

En un momento nuestro lider Gabriel pierde la huella y hacemos la subida rápida y en un dos por trés llegamos a la meta. Una gran roca fué nuestra mesa - comedor, ansiosamente sacamos de las mochilas todo tipo de exquisiteces e implementos varios para ejecutar la "comilona gran".

El aperitivo comenzó con un mango sour combinado con las tostadas con queso de la Consuelo, luego aparecen bolsas con nueces y almendras. De las mochilas siguen saliendo maravillas como los arenques y el frasco de tinta negra (no recuerdo el nombre), delicateses que Pancho traía de sus exploraciones al Jumbo. Andrés venía super preparado y traía hasta servilletas. La Ana María nos convida winesour una verdadera novedad para muchos y Claudio nos sorprende con una grabación humorística de un obrero albañil español que nos mantuvo unos minutos atentos escuchando muertos de la risa.

Nuestro nuevo amigo Cristián mientras tanto,había quedado rezagado pero por orgullo y persistencia se sumaba al grupo, calladito recupera el aliento.

Lo que también nos hizo reír mucho fueron los dientes y labios de Pancho y Gabriel que por comer galletas con la deliciosa pasta negra quedaron tinturizados que llegaban a dar susto.

Aparecieron sin esperar los quesos de todos los tipos y colores, era tanta la abundancia que las tan preciadas naranjas de otras subidas a los cerros, esta vez más parecian adornos ya que pasaron sin pena ni gloria al olvido total de los comensales.




No faltaron los brindis y las fotos de Gabriel para registrar esta memorable ocasión y celebrar la buena ocurrencia de Miguel de proponer esta verdadera acción culinaria colectiva en el cerro.

Luego la bajada fué rápida y sin parar llegamos a los autos. Más alegres y dicharacheros que de costumbre nos despedimos hasta la próxima subida con nuevas conversaciones para este verdadero "microclima humano" que se produce en los cerros.

2 comentarios:

  1. Buen relato Rebeca; aparte que lo leí atrapado por su fluides y transportado al lugar de los hechos. Me pregunta si esa sensación estará presente cuando tengamos 80 años y volvamos a estos textos .. los que lleguemos a esos años.

    Y los colores, un toque personal que despierta los sentidos. Solo faltó tu toque musical.

    Bien, que seamos mas los que escriben y dan su mirada de la experiencia vivida.

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  2. Gabriel:

    Si los colores pudieran sonar...mi toque musical tienes que imaginartelo y viene viene "in creccendo".

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