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lunes, 6 de octubre de 2008

Escalada en las termas de Jahuel

Desperté temprano y a las 7 salí de mi pieza, subrepticiamente. Pantalones cortos, chaleco, sobre una camisa debajo de la cual llevaba una camiseta.
Salí y dudé de volver a ponerme pantalones largos, pues estaba nublado cerrado, frio.

Pasé al comedor y había desayuno para servirse. Nunca vi a ningún mozo. Comí hasta huevos revueltos y cargué mi "cantimplora" con jugo de naranjas.
Y partí siguiendo las indicaciones que me llevaban a "las mesetas".

Efectivamente, poco más arriba hay una zona plana muy bella. Pasto verde en esta época del año. Arboles y arbustos por todos lados; espacios entremedio que a uno le permiten avanzar sin problemas mas o menos en la dirección que uno quiere ir.

Atravesé toda esta zona más bien plana y llegué a la zona donde ya el cerro se empina. Me tiré a lo derecho hacia arriba. En partes la pendiente era fuerte y tenía que tener cuidado de resbalar hacia abajo. Traspiraba copiosamente. Sentía el esfuerzo del ejercicio y me sentía bien, trabajando el cuerpo y disfrutando de su energía y capacidad que me acompaña.

Mas arriba se suaviza la pendiente y se sigue el ascenso. Ya más arriba veo un piño de cabras que suben un risco bastante empinado. Son unas 40 cabras, que en partes siguen una perfecta fila india. Me detengo, busco mis anteojos de larga vista y las observo. Observo a los machos; me parecen cabras mas grandes, mas vivas. Al final viene una cabra claramente embarazada y la miro como apechuga cerro arriba, siguiendo a su familia o clan.

Sigo hacia arriba y de repente empalmo con una huella de motos, mas bien parece. Va como subiendo, pero mas bien hacia el lado; sigo el sendero, que me lleva hasta la cumbre suavemente, una cumbre más a la izquierda y que termina siendo la más alta del sector.

Un par de pájaros grandes, que no eran cóndores emprenden el vuelo al verme llegar a la cumbre, desde un quillay que ahí descansaba.
Paso directamente a mirar la vista hacia atrás. Saco fotos; estoy cerca de la altura de la nieve del cerro de enfrente. Unos copos caen uno por aquí otro por allá.

Busco un lugar donde me siento a descansar y a disfruta de la vista. A lo lejos veo como las cabras avanzan alejándose. Me como tres mandarinas que recogí del comedor abajo en las termas. Tomo unos tragos del exquisito jugo de naranja y pienso.

Pienso en .. tantas cosas. Inicio el descenso. El día a medida que bajo va aclarando y el sol empieza a iluminar de otra forma el terreno. La belleza del lugar me maravilla. En un plateau con pasto, me pongo de espaldas en el suelo, descanso mirando el cielo y las nubes que se mueven allá arriba.

La bajada la hago completamente siguiendo la huella de las motos. Bajo por el cerro del lado del por el que subí. La bajada es suave, sin tropiezos.
Disfruto el paseo del plateau de "las mesestas". Pienso en como serían unas canchas de golf aquí; fantástico.

Llegó de vuelta al hotel justo a las 11. Estuve prácticamente 4 horas fuera, en un paseo y ejercicio, maravilloso.

Me ducho, afeito y me voy a las piscinas de agua caliente a encontrarme con la familia. Después participaré de un asado y cena familiar, para luego dormirme la siesta del fin de semana.

2 comentarios:

  1. Lo primero que me pasa cuando leo tu relato Gabriel y ver las fotos es pensar en que maravilloso lugar, y luego al leer las últimas líneas donde hablas de las piscinas y del asado, me dá una envidia grande!!!

    Pero !qué bueno que la vida te regala esos paseos con tu familía!!..

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  2. Hola Gabriel
    Para mi los cerros es como movilizarme al Oraculo y poder conectarme con mis grandes amigos.
    Me emociona tu coneccion con todo lo que pasa en los cerros, tu maestria para describirlo y tu entrega a este grupo; que se siente.
    Felicitaciones por cada uno de los buena onda.
    Francisco Balart

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